Manuel De la Fuente - Cubainformación.- Durante la primera semana de marzo las portadas de periódicos y cabeceras de informativos se hacían eco del auto del juez español, Eloy Velasco, que intentaba vincular al gobierno de Chávez con ETA y las FARC. Éste es un elemento que marca un punto de inflexión en la campaña de hostigamiento y acoso a la revolución venezolana y a la figura de Hugo Chávez, tanto en el Estado español como en América Latina.
Texto publicado en Cubainformación revista nº 13. Primavera 2010
Una trama mediática y política, con la complicidad del aparato judicial
La mayoría de tertulianos, analistas y comentaristas varios coincidían en pedir “respeto” para la acción de la justicia española. Pero hace falta ser muy cínico para considerar este asunto como una mera cuestión judicial: es una verdadera campaña mediática y política. La mayoría de los diarios españoles, durante esa semana, llenaron sus páginas con artículos que destilaban odio y eran todo un ejemplo de manipulación informativa digno de estudiar en las facultades de periodismo. «ABC» dedicaba cinco páginas completas al día siguiente de la “noticia”, editorial incluida. Lo mismo ocurría con «El Mundo» y con «El País», este último el diario más difamador hacia la revolución en Venezuela. El 21 de marzo, en su edición del domingo –la más leída– aparecía un artículo de varias páginas bajo el título “Venezuela, el gran balneario de ETA”, centrado en la vida de Arturo Cubillas, el supuesto miembro de ETA que lleva 21 años en Venezuela gracias a un acuerdo entre Felipe González y el gobierno de Carlos Andrés Pérez. Este detalle resulta insignificante para el periodista, más interesado en trasladar la imagen de que Venezuela es algo así como el paraíso al que acuden a jubilarse plácidamente los miembros de la citada organización. Pero más grave aún es leer el pie de foto de una de las imágenes del reportaje: “Pintada a favor de ETA en un barrio de Caracas”, aunque en dicha pintada no se cita a ETA por ningún lado.
A estas alturas, la prensa española ya ha quedado muy retratada en sus ataques a Venezuela, que han sido continuos en los últimos 10 años. También los políticos de la derecha. La novedad es que ahora la acción parece más coordinada y trata de cubrirse con el aparente manto impoluto de la “justicia”, de ahí que no estemos ante un asunto menor.
Los hechos
La acusación no se sostiene, y su planteamiento es tan ridículo que se basa incluso en la vinculación laboral con la Administración venezolana de la pareja de un supuesto miembro de ETA que residía en Venezuela debido a un acuerdo bilateral de 1989 entre los entonces gobiernos del español Felipe González y el venezolano Carlos Andrés Pérez. A este acuerdo no se hace referencia en el auto, que destila cinismo y carece de fundamentos de ningún tipo, más allá de los ideológicos. El aparato del Estado raras veces suele olvidar.
Todo apunta a que en el cajón se mantenían los datos sobre ex miembros de ETA residentes en Venezuela, algunos de los cuales llevan allí más de 30 años y han decidido usarlos ahora con una lógica bastante maquiavélica. De hecho, quien quiera encontrar en las páginas redactadas por el juez alguna prueba concreta, pierde el tiempo. Es absolutamente inútil buscarlas, solo encontrará odio visceral y militancia reaccionaria en la causa antichavista.
Algunos datos sobre el juez Velasco
Pero, ¿quién es este juez? El juez Eloy Velasco está en la Audiencia Nacional nombrado por un Consejo del Poder Judicial en el que la derecha tenía mayoría. Además, ocupó el cargo de Director de Justicia con el gobierno del PP en Valencia, nada menos que de la mano del reaccionario ex-ministro Eduardo Zaplana, miembro del gobierno de José María Aznar y que hoy trabaja como directivo de Telefónica con un moderado salario de un millón de euros anuales. Quién quiera buscar pruebas, ahí tiene algunas: las pruebas de que la justicia –por si a estas alturas alguien pensaba lo contrario– no sólo no es independiente, sino que está vinculada a los intereses de la clase social que la controla.
Zapatero pide explicaciones en el bando equivocado: los que hoy acusan a Chávez, ayer mismo le acusaban a él.
Sin embargo, un aspecto a tratar en esta situación, y que reviste importancia, es la actitud de ciertos dirigentes del PSOE. Es obvio que muchos de ellos han cruzado hace tiempo la barrera que les mantenía en el terreno de la izquierda, pero procuraban guardar las formas. Zapatero debiera pedir explicaciones, sí, pero al juez Velasco y a todos los que con impunidad acusan a un gobierno democrático día sí y día también de no serlo, solamente porque sus orientaciones políticas, sus negocios económicos o sus intereses de cualquier tipo, no concuerdan con lo que el pueblo venezolano ha decidido en más de doce citas electorales en los últimos diez años.
Estos falsos demócratas que hoy hostigan al gobierno de Chávez, igual que ayer lo hicieron con el de Evo en Bolivia, o que dieron su apoyo al golpe en Honduras hace tan solo unos meses, deben ser retratados y denunciados como lo que son: reaccionarios que no dudarían en apoyar un nuevo golpe fascista en Venezuela con tal de frenar la Revolución bolivariana.
