Lorenzo Gonzalo* / Foto Virgilio PONCE - Cubainformación.- Los golpes de estado latinoamericanos en el Siglo XXI merecen una atención diferente a los del Siglo XX.

La mayoría de aquellos tuvieron como pretexto evitar que el “comunismo”, los “soviéticos”, los “izquierdistas” y los demás fantasmas inventados en la época, pudiesen tomar el poder. Este pretexto surgió con la Guerra Fría pero sabemos que con anterioridad, dichas violaciones al orden establecido habían sido práctica común desde el mismísimo origen del nacimiento de las llamadas repúblicas independientes.


Los movimientos castrenses de esa época respondían a luchas por el poder entre las familias oligarcas que vivían de esas faenas de mando y muy poco de la promoción y sostenimiento de una producción estable, que garantizara el curso de la sociedad y fijara patrones de convivencia y la vocación por el trabajo.

Aquellos golpes no tenían las mismas repercusiones de los que se vienen sucediendo actualmente.

Las izquierdas o lo fantasmas de aquellas épocas se han convertido en esperanzas. El poder no ha sido alcanzado por líderes de partidos socialistas y mucho menos comunistas, sino por gente que ha comprendido el desvarío de las realidades en que viven sus países. El voto les ha sido entregado por los sufridos, la intelectualidad, profesionales y hombres de negocio, que entienden que los fundamentos económicos sobre los cuales navegamos, desde hace más de siglo y medio, no son el mejor modo de lograr paz y el progreso social.

Al influjo de estas realidades sociales han surgido las nuevas realidades políticas y la información ha hecho posible que los más, tengan acceso a los conocimientos elementales o al menos, a las informaciones básicas respecto al mal uso que los poderes hacen de la administración del estado.

Las corrientes ideológicas de antaño, autonombradas marxistas, trotskistas leninistas, marxistas-leninistas y otras, están siendo sustituidas por una compresión ponderada de las realidades, analizadas bajo los principios teóricos aportados por los primeros economistas y fundadores de la sociología moderna. Gramsci, Marx, Trotsky, Bakunin, David Ricardo, Adam Smith, John Maynard Keynes, Weber y otros, son enviados de vuelta a sus laboratorios. La ideología sin desaparecer aún, porque las realidades lo impiden, se mitigan y el punto de partida es: “cómo vivimos, qué somos y cómo apropiarnos de la realidad en función de nosotros mismos”. Irónicamente, las derechas se hacen más conservadoras, agresivas y renuentes a la renovación y las llamadas izquierdas, más tolerantes, abiertas al diálogo y más dispuestas a adecuar sus postulados a la dinámica de nuestros tiempos e incluso, más abiertas al debate y la discusión.

Gobiernos, con proyecciones de organizar nuevos tipos de estados han despuntado en Suramérica. Es evidente que, con altas y bajas, este proceso de derrumbe de los viejos poderes y la formación paulatina de otros, cuyos perfiles aún no se anuncian con claridad pero que, indiscutiblemente tienden a objetivos sociales más amplios, serán la norma por decenas de años y quizás requiera de más de una centuria para encontrar una real consolidación.

El nuevo mapa conformado por esta tendencia, también carece aún de fronteras.

El rumbo que tome Brasil en el camino por erradicar la pobreza, ampliar sus servicios sociales y depurar las fuerzas del poder, tendrá un gran peso por razones de su poderío económico, pero más aún en la medida que muestre la posibilidad de dirigirse hacia nuevos objetivos a partir de lo existente. Las nuevas experiencias indican que las ligeras movidas de un timón, en manos de un timonel centrado en la multiplicidad de factores que le rodean e interesado en una solución universal, puede cambiar el rumbo de la maquinaria social sin daños innecesarios y mucho menos irreparables. Si Brasil vota por la continuidad en estas elecciones que ya pasaron la primera ronda, su incorporación a la nueva tendencia latinoamericana estará más cerca de una garantía plena.

La pregunta que muchos se hacen es: cómo garantizar que las viejas fuerzas de poder, no pretendan agredir y retomar por la fuerza lo que les negara el voto?

No se trata sólo de las fuerzas radicadas en los países donde el voto no ha podido todavía deshacerse de esa pesada carga representada por sus oligarquías y de una aristocracia bufa. También existen las fuerzas internas de las naciones que han optado por rumbos más racionales y pragmáticos, quienes alentadas por algún vecino imprudente, rabioso ante todo cambio que no sea para beneficio propio, actúen en contubernio o por aliento inducido y pretendan violar la decisión mayoritaria que pidió por el cambio. De hecho ya ha sucedido triunfalmente en Honduras y lo han intentado en Venezuela y Ecuador.

Ante esta probabilidad, fácticamente sustentada, muchos se preguntan si no será posible la creación de una fuerza cívico militar, con potestad para ofrecer sus recursos a quienes sean despojados de sus derechos constitucionales y políticos.

Es un tema que merece la pena considerar y reflexionar.

*, periodista cubano residente en los EE.UU. y subdirector de Radio Miami

Foto © Virgilio PONCE

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