Y la cita quedó fijada para el viernes 10 de febrero del año próximo, un día después de la inauguración de la venidera edición de la Feria Internacional del Libro, el más masivo suceso cultural de Cuba.
En el último segmento del encuentro, Fidel se dedicó a escuchar las intervenciones de los participantes, en especial de los cubanos Miguel Barnet, Roberto Fernández Retamar y Eusebio Leal, quienes se refirieron a la necesidad de dotar a la juventud de argumentos para la defensa de la Revolución.
Particular atención recibió la intervención de Leal, quien con su prosa florida y telúrica, dijo creer "que usted tiene mucho que hacer todavía y sus últimos libros son un ejemplo".
Resaltó las virtudes de La ofensiva estratégica, el más reciente libro del líder de la Revolución, que esclareció importantes episodios de la etapa insurreccional, y señaló que aún le queda otra gran deuda con las generaciones actuales: seguir contando verdades históricas.
El historiador afirmó comprender la angustia profunda que siente Fidel a partir de su experiencia como jefe de Estado y como el cubano que, después de Martí, más profundamente ha conocido la política de Estados Unidos.
Rememoró una ocasión en que le preguntó al líder de la Revolución qué habría pasado si hubiera muerto el 26 de Julio, y en ese sentido el historiador aseguró que "no hubiéramos tenido una Revolución".
"Solamente los mezquinos niegan el papel del hombre en la historia -dijo- el pueblo es una suma de individualidades y, dentro de ellas, surge un conductor: hemos tenido por muchos años la fortuna de tenerlo".
Leal reiteró que más que marxista o comunista se siente fidelista, porque -dijo- fue Fidel quien habló un lenguaje para América Latina que dio la posibilidad de que todos participaran en la Revolución. "Nos conduce, como Moisés, a través del desierto", subrayó el académico.
El conocido intelectual pidió a Cuba reconocerse como una gran familia y no olvidar cómo era el país antes de la Revolución.
"Coincido con la gran preocupación de que todo comienza en la familia, que es la que entrega el niño al maestro", subrayó el historiador en referencia a la educación nacional.
"Tenemos que cubanizar la cubanía y reconocernos en nuestro espejo, mestizos en la sangre, pero también en la cultura", subrayó Leal, quien además defendió el trabajo educativo de la televisión y el cine nacionales, que -acotó- se realiza en condiciones muy difíciles.
Al cierre de su intervención, el historiador hizo referencia a la butaca del despacho de trabajo del Comandante en Jefe, que tiene un agujero en uno de sus brazos como consecuencia del golpeo constante de un dedo. "Eso indica que no sólo habló, sino que supo escuchar", precisó Leal, quien otra vez se proclamó como un fidelista convencido.
En otra parte del encuentro, el español Santiago Alba Rico se pronunció por una alianza entre los focos antimperialistas, y subrayó que hay una oportunidad para la izquierda en el mundo árabe que hasta ahora no existía. Su coterráneo Pascual Serrano agregó que el planeta necesita austeridad.
También, la escritora argentina Stella Calloni llamó a la unión de la intelectualidad con el pueblo, en momentos en que una gran masa juvenil está resurgiendo en América Latina. "Llegó el momento de actuar", expresó Calloni, quien instó a volver al intelectual militante que llegue a la gente.
Al respecto, el historiador cubano Eduardo Torres Cuevas acotó que precisamente uno de los problemas actuales es cómo actuar, cómo llevar el mensaje, en tanto la periodista Marta Rojas exhortó a realizar más talleres en la base y criticó la banalidad en algunos programas televisivos.
En los momentos finales Fidel recibió de manos del periodista canadiense Keith Bolender el libro Huellas del terrorismo: Sus víctimas hablan, que, con prólogo del politólogo norteamericano Noam Chomsky, se presentó en esta XX Feria Internacional del Libro.
