Gimena Fuertes -Tiempo Argentino.- El presidente venezolano encabezó un multitudinario acto en el que criticó la comunicación hegemónica, pidió la reelección de Cristina y cuestionó a Obama por el bombardeo a Libia. Citó a Galeano y recomendó El loco Dorrego.


La decana de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata, Florencia Saintout, lo advirtió. “Este no es un premio neutral o aséptico”, dijo al entregar la distinción Rodolfo Walsh, una estatuilla que representa al libro Operación Masacre, al presidente venezolano Hugo Chávez, quien redobló la apuesta y le dedicó la mención a “los pueblos que luchan contra el colonialismo imperial y la hegemonía cultural y económica”. Una vez más, el presidente bolivariano y las organizaciones políticas y sociales revivieron el ritual de cantos, saludos y consignas que se apoderan de todos los actos de Chávez en el país.

“Tomala vos, damela a mí, el que no salta es de Clarín”, cantaban los militantes y Chávez se puso a saltar. “Vamos a cantar, a brincar y a bailar hoy”, les advirtió. Y cumplió. Durante dos horas y media repasó la historia de América Latina, pidió la reelección de Cristina Fernández y se despachó contra la “comunicación hegemónica imperialista”. También criticó a Barack Obama por el bombardeo a Libia, insistió con la creación del Banco del Sur, ideado junto con Néstor Kirchner, leyó el último escrito de Fidel Castro sobre la OTAN y llamó a construir el camino al socialismo.

Al comenzar el acto homenaje Chávez saludó a cada una de las organizaciones estudiantiles que le respondían con cantos. Al tradicional “acá están, estos son, los soldados de Perón”, Chávez les respondió: “les pido que me incluyan a mí entre los soldados de Perón”.

En el escenario estaban la titular de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini; la presidenta de Abuelas, Estela de Carlotto; Carlos “Calica” Ferrer, amigo de Ernesto Che Guevara; el secretario de Medios y Comunicación, Juan Manuel Abal Medina; la dirigente social de la organización Tupac Amaru, Milagro Sala (“eres india, Milagro”, le dijo el venezolano); Rosa Bru, madre del estudiante de periodismo desaparecido en democracia Miguel Bru; la mamá de la presidenta Cristina Fernández, Ofelia (“eres un huracán, como me dijo Cristina”, la saludó el presidente); el titular del sindicato de los trabajadores judiciales, Julio Piumato; y la embajadora boliviana Leonor Arauco.

“La dictadura militar, económica y cultural nos echó cadenas culturales que nos ponen a pensar como ellos”, se quejó ante una multitud en un discurso de tres horas.

“Junto con Evo Morales nos dicen que somos los dictadores. Somos unos dictadores un poco raros, ¿no? Estamos construyendo comunicación popular libre de las dictaduras de las burguesías y el imperialismo. Uno de los objetivos de la dictadura mediática es mantenernos divididos; peronísticamente hablando, dominados.”

Entusiasmado con la multitud y con el permanente ida y vuelta con los militantes, Chávez sacó del bolsillo el libro del escritor uruguayo Eduardo Galeano Patas Arriba. La Escuela del Mundo al Revés, y contó cómo los medios hegemónicos los muestran “como tiranos y ellos asesinan, encarcelan, ese es el mundo al revés y nosotros lo estamos volteando al derecho”, gritó entre los aplausos. “Por eso es vital para la liberación la cultura, la educación, la lectura y el pensamiento crítico.”

“Cuando vine a la Argentina por primera vez, los grandes medios de manipulación me decían ‘el carapintada’. Y después en 2001 me enteré de la rebelión popular y pensé: ‘se despertó el pueblo gigante del sur’. Y ese pueblo está acá ahora, vivo, cantando.” “Alerta, alerta, alerta que camina, la espada de Bolívar por América Latina”, le respondieron los jóvenes. “Me tengo que aprender esas canciones”, les contestó Chávez.

Entre todas las anécdotas que relató, recordó la última vez que Fidel Castro visitó el país. “Fidel me dijo que parecía que Kirchner era el hombre que la Argentina necesitaba después de 2001. Y ahora yo creo que Cristina es la mujer que la Argentina necesita para asegurar el rumbo de esta nave”, opinó entre los cantitos que pedían la reelección de la presidenta.

“Curioso Nobel de la Paz tenemos ahora, que atropella el derecho internacional y bombardea Libia. Hay que parar esa masacre. Es el colmo del cinismo que para defender un pueblo hay que caerle a bombas. Es por lo mismo que intentaron el golpe de Estado en Venezuela, por el petróleo que alimenta al capitalismo depredador”, sintetizó.

Para agradecer el premio destacó que Rodolfo Walsh fue un gran luchador del pueblo latinoamericano y cantó la canción del autor venezolano Alí Primera “Los que mueren por la vida no pueden llamarse muertos”, y entre ellos mencionó a Néstor Kirchner, Perón y Bolívar, “que viven en el colectivo”.

Cuando ya habían pasado más de dos horas y amenazaba con irse, el público pedía más. Hasta hizo parar a todos los que escuchaban en el campo y a los que lo acompañaban en el escenario cuando se puso a cantar el himno argentino. “Somos una sola patria, somos América Latina y el Caribe. Me siento argentino, siéntanse venezolanos, bolivianos, uruguayos. Este es un continente esperanza, es un territorio utopía de renacimiento humano”, se entusiasmo entre los aplausos que crecían.

La organización y seguridad del acto estuvo a cargo de jóvenes de las organizaciones cercanas al gobierno. “Muchachos a la calle, a la batalla política, con sus debates, con sus organizaciones, el presente es de lucha y el futuro les pertenece”, cerró emocionado.

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