Laura Bécquer Paseiro - Granma.- La búsqueda del entendimiento entre los estudiantes chilenos y el Gobierno continúa signada por la violencia de Carabineros.

En tres y dos se plantaron los estudiantes chilenos y rechazaron la propuesta gubernamental que solo plantea un tímido retoque a un problema que data de los tiempos de la dictadura.

El presidente Sebastián Piñera y los educandos, iniciaron un primer acercamiento, que se llevó a cabo el 3 de septiembre en el Palacio de La Moneda, en un contexto matizado por masivas protestas, cacerolazos, tomas de escuelas, huelgas de hambre y gran apoyo ciudadano.

Sin embargo, los dos asuntos clave, y que apoya el 80 % de la ciudadanía: poner fin al lucro en la educación y avanzar hacia la gratuidad del sistema, no fueron priorizados. De esta forma, la Confederación de Estudiantes de Chile (Confech) propuso que la estructura de la mesa de trabajo en el futuro debe tener como ejes principales estos temas, y a la vez ir cerrando aquellos acuerdos que signifiquen avances para obtener resultados. Incluyendo, por supuesto, otra jerarquización del debate y garantías para su realización.

La represión policial, denominador común en las protestas y que ya se cobró la vida de un menor, no cesó pese al diálogo.

No es un capricho que miles de estudiantes se mantengan en las calles de Santiago, Valparaíso, Talca y otras ciudades chilenas luchando por su derechos: educación de calidad, gratuita y administrada por el Estado; rebaja de intereses en los créditos universitarios; prohibición del lucro en el sector y la reconstrucción de establecimientos destruidos o dañados por el terremoto del 2010. Demandas todas que simbolizan cambios profundos al desigual sistema de enseñanza del país sudamericano, y que son consecuencia del modelo neoliberal.

Una mirada a las causas de esta lucha estudiantil, nos conduce obligatoriamente a la época de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), cuando se redujo a menos de la mitad el aporte estatal al sector educativo, palpable en una serie de reformas liberales que provocaron altos índices de segregación.

Aquellas reformas —mantenidas hasta la fecha—, dejaron en manos privadas la mayor parte de la educación e incrementaron hasta casi un 80 % el aporte familiar al financiamiento de la enseñanza superior, una de las más caras del mundo, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

En Chile una familia con dos hijos en la universidad paga 2 000 dólares en mensualidades. Como el 90 % del país vive con menos de esa cantidad como ingreso mensual, los jóvenes deben endeudarse para estudiar, asumiendo créditos de hasta 60 000 dólares que pagan durante años, de acuerdo con la OCDE.

Entretanto, el conflicto se vuelve cada vez más violento, y el entendimiento mediante el diálogo se antoja lejano. Son los propios chilenos quienes comparan la situación actual con la de hace 30 años, cuando todo el país era un estado de sitio y se sentían los tiempos más duros de la dictadura.

Foto: La imagen corresponde a una de las tantas manifestaciones en las que Carabineros reprime brutalmente a los estudiantes.