Indira Pérez Borges – Cubainformación.- “¡El espíritu de los hombres flota sobre la tierra que vivieron y que se le respira. ¡Se viene de padres de Valencia y madres de Canarias y se siente correr por las venas la sangre enardecida de Temanaco y Paracamoni y se ve como propia la que vertieron por las breñas del cerro del Calvario, pecho a pecho con los Gonzalos de férrea armadura, los desnudos y heroicos caracas!”.José Martí.


Al parecer aquel viernes 12 de octubre de 1492 transcurriría entre el letargo y el agotamiento de casi 2 meses de viaje. Las posibilidades de arribar al destino se hacían cada vez más escasas cuando, contra todas las predicciones y cálculos del almirante Cristóbal Colón, las tres carabelas (Pinta, Niña y Santa María) continuaban en alta mar.

El grito de «¡Tierra a la vista! » devolvió las esperanzas a aquel grupo de expedicionarios que, en representación de los Reyes Católicos de Castilla y Aragón, llegaban a una isla del mar Caribe llamada Guanahani. Víctima de una confusión geográfica, la tripulación ibérica tocaba fortuitamente tierra americana. Aquel día marcaría el comienzo de un nuevo capítulo en la historia de dos continentes.

Significó el encuentro de dos mundos que se habían desarrollado independientemente, sin que ninguno conociera de la existencia del otro. Fue un choque de culturas que impactó notablemente a ambas civilizaciones, por un lado el rudimentario aborigen con su ingenuidad e incipiente desarrollo, por el otro el europeo ávido de nuevas fortunas y pueblos que conquistar.

A partir de este momento comenzarían siglos de explotación humana y natural para el hombre americano; el descubrimiento del “nuevo mundo”, como históricamente se le conoce, aportó a España un continente pleno de riquezas de toda naturaleza y la gloria de revolucionar los conocimientos geográficos existentes en esa época. América también recibió un gran legado cultural de adelantos y de expresiones artísticas no sólo occidentales sino también del territorio oriental del planeta.

Indudablemente este suceso propicio el difícil tránsito por las formaciones socioeconómicas esclavismo, feudalismo, claves para el establecimiento de la Revolución Industrial en el siglo XVIII y potencializó a su vez, el desarrollo del régimen capitalista en el continente americano.

Algunos pueblos han establecido el 12 de octubre como el “Día de la Raza”, “Día de la Nacionalidad”, “Día de la Conquista” y otras denominaciones que han generado un candente y apasionado debate por parte de investigadores y estudiosos del tema. La polémica se centra en el carácter invasivo de este hecho ¿cómo debía designarse lo sucedido? ¿descubrimiento? ¿encuentro de culturas? ¿usurpación? ¿conquista?, en fin, una gama de posibilidades interpretativas desplegadas desde entonces hasta nuestros días.

El Apóstol, por ejemplo, repudió radicalmente la perspectiva europea y colonialista y se manifestó contra el régimen mediante concepciones nacionalistas “fundamentadas en el rechazo a un mundo dividido entre civilización y barbarie y la preservación de las tradiciones y elementos de la autoctonía de los originales de Nuestra América”. En mi opinión uno de los enfoques más contundentes y abarcadores, de indiscutible vigencia en la actualidad.

Considero que más que el marco propicio para la confrontación de opiniones, este 12 de octubre debería tener una connotación analítica, raigal… tendría que convertirse en la ocasión para detenerse a pensar en las naciones latinoamericanas desde su identidad, desde su pluralidad étnica y racial, desde su diversidad cultural e ineludible integración.

Martí advertía que en la identidad latinoamericana debían permanecer las tradiciones, las costumbres y la idiosincrasia que caracterizan las formas y modos de vida espiritual y existencial de los pueblos autóctonos, originarios de nuestras tierras. “Toda obra nuestra tendrá, pues, inevitablemente el sello de la civilización conquistadora; pero la mejorará, adelantará y asombrará con la energía y creador empuje de un pueblo en esencia distinto, superior en nobles ambiciones”.

Sentencia que sintetiza la esencia del latinoamericano, del hombre resistente que cinco siglos atrás inscribió esta fecha como uno de los momentos cumbres dentro de la historia universal.

 

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