Javier Rodríguez Roque – Prensa Latina.- La ola de protestas sociales contra el Gobierno y la inseguridad agregada a la maltrecha economía por la aprobación de un presupuesto nacional inflado, constituyeron centro de la actualidad paraguaya en la semana que hoy termina.
En realidad, es difícil que transcurra un solo día sin muestras del estremecimiento social en las calles de Asunción y otras ciudades de la nación guaraní como consecuencia de promesas incumplidas y deudas sin pagar a trabajadores y campesinos.
Los últimos siete días vieron desfilar por las calles de esta capital a miles de docentes, empleados estatales, beneficiarios excluidos de programas sociales y empleados de centros de salud carentes de insumos, mientras el Congreso aprobaba jugosas partidas para operadores políticos.
Un botón de muestra de la situación existente fue la reciente protesta de más de 700 madres muy humildes que recibieron el fuerte golpe de su eliminación del programa denominado Abrazo, emblemático esfuerzo en el intento de garantizar la educación de sus hijos.
Ellas significan la mitad de las favorecidas por un subsidio que incluye víveres y una bonificación económica a cambio solamente de la asistencia de sus hijos a la escuela y de la responsabilidad asumida de chequear e informar sobre los avances alcanzados en sus estudios.
Durante la semana que culmina coincidieron en una plaza frente al Congreso los maestros que protestaban por el pésimo estado de las escuelas rurales y la existencia de educadores trabajando sin cobrar, con campesinos sin tierra en huelga de hambre durante semanas.
Otros labriegos, presos desde el sangriento desalojo ocurrido en junio pasado en la localidad de Curuguaty, aún no suficientemente aclarado, despertaron el llamado de alerta, tanto de organizaciones sociales como de la propia iglesia, por su grave estado de salud.
Sujetos a un proceso calificado de injusto y protagonizado por un juez y un fiscal, cuya renuncia pidió una Pastoral Social ante su parcialidad a favor de los latifundistas, esos campesinos colocaron un elemento dramático en la actualidad nacional por el peligro que corren sus vidas.
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