Gara.- Los líderes iberoamericanos mostraron su unidad contra la crisis económica.

Se refirieron a diferentes recetas para combatirla, coincidiendo en que la promoción de las pymes es un buen instrumento.

La XXII Cumbre Iberoamericana, que concluyó el sábado en Cádiz, ha estado centrada en la economía, en especial en las dificultades que atraviesan los dos Estados europeos representados, el español y el portugués, y en la forma en que América Latina puede contribuir a que estos dos socios salgan de la crisis.

Horas antes, los reunidos fueron aislados de algunas consecuencias de esa crisis. La Policía española reprimió el viernes a cientos de trabajadores de los astilleros de Cádiz, quienes bloquearon el puente de acceso a la ciudad donde se llevó a cabo la Cumbre. La protesta tenía la virtud de mostrar lo crispado de la situación en Andalucía, donde el paro alcanza cifras escandalosas. La movilización la protagonizaron unos 600 empleados de la estatal Navantia que abogan por la solución a problemas de ese sector, casi paralizado.

Los 15 jefes de Estado o Gobierno que asistieron a esta Cumbre y los altos representantes del resto de los países rindieron homenaje a la primera Constitución española, que se aprobó hace 200 años en esta ciudad, considerada la más americana del Estado y que sirvió de modelo para muchos países latinoamericanos.

Estuvieron ausentes en esta cita por diversas razones los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez; de Cuba, Raúl Castro; de Guatemala, Otto Pérez; de Nicaragua, Daniel Ortega; de Argentina, Cristina Fernández; de Paraguay, Federico Franco, y de Uruguay, José Mujica. El presidente de Bolivia, Evo Morales, adelantó su partida, al igual que su homólogo hondureño, Porfirio Lobo, quien regresó a su país por las elecciones locales de hoy.

El presidente español, Mariano Rajoy, invitó a los países de América Latina a invertir en el Estado español. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, parecía dirigirse a Rajoy cuando dijo que la confianza en la economía de un país «no se construye solamente con los sacrificios» de sus ciudadanos y que la austeridad tiene «sus límites», mientra el ecuatoriano Correa atacó el «neoliberalismo», al considerar que «sus recetas» no sirven para salir de la actual crisis.