Del socialismo del siglo XXI a la conquista del “buen vivir” cotidiano en el mundo

Giuseppe De Marzo - Il Manifesto.- La desaparición del jefe de estado venezolano interroga el futuro de las realidades altermundistas, de la izquierda y de quien lucha contra el modeloliberista. No sólo en América Latina.


A la noticia de la muerte del presidente Hugo Chávez el Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha decretado un minuto de silencio. Per Ban Ki Moon, secretario general de las Naciones Unidas, “Chávez ha luchado por las aspiraciones y desafíos de las personas más vulnerables, proporcionando un aporte decisivo para los nuevos movimientos de integración regional, y mostrando solidaridad hacia otras Naciones del mundo”.

Declaraciones y gestos que dan idea de una historia y de un personaje que ha contribuido a restituir la dignidad negada por siglos a los empobrecidos no solo de Sudamérica, conduciéndoles hacia algo nuevo, haciéndolos protagonistas de una historia que viene de lejos y que se proyecta al mismo tiempo en el tercer milenio. En cambio, nuestros medios de comunicación han ofrecido el habitual repertorio de caricaturas, falsedades e inexactitudes, preocupados por estar a la altura de los así llamados “biempensantes” y obsesionados con tener que demonizar cualquier propuesta política que deje espacio a la victoria para una izquierda que sepa iniciar de quien ha quedado atrás.

Democracia participativa

La desaparición del presidente Chávezinterroga el futuro de los movimientos y de la izquierda, no solo en América Latina, en un momento histórico de profunda transformación en el que el mundo entero vive una crisis social y ambiental sin precedentes, y a la cual las formas y categorías clásicas de política no son capaces de ofrecer respuestas eficaces. Dentro de esta crisis, los movimientos son, hoy más que nunca, conscientes de los límites de la democracia representativa. El objetivo de fondo es la construcción de una democracia participativa como herramienta política para lograr la justicia ambiental. Este paso, de la democracia representativa y estatista a una participativa en la cual los ciudadanos puedan deliberar, es uno de los puntos clave de la nueva Constitución bolivariana querida por Chávez ya en 1999, antes de que se convirtiera, a partir del primer Foro Social Mundial de Porto Alegre en 2001, en uno de los objetivos de los movimientos.

No basta con elegir óptimos presidentes para llegar a una verdadera transformación, es un elemento ya adquirido sobre el cual la izquierda europea, más que la latinoamericana, debería reflexionar. En este camino, el presidente venezolano ha sido un amigo ycompañero de camino fundamental de los movimientos, reconociendo y apoyando propuestas y prácticas. La dialéctica y la reciprocidad han sido el método de colaboración, también crítica, entre la ruta seguida por el socialismo del siglo XXI de Chávez y la de los movimientos empeñados en conquistar el “buen vivir” diario.

Gestos concretos y políticos

Uno de sus puntos fuertes no ha sido la emotividad o la simpatía de un personaje, que como todos los seres humanos puede ser discutible. Han sido los gestos concretos y las elecciones políticas. A partir de aquellas adoptadas en su propia patria, las que han garantizado una reducciónde la pobreza, el aumento de los salarios de los grupos sociales más vulnerables, la nacionalización de los principales recursos naturales, las inversiones para defender el derecho a la salud, a la educación y a la vivienda. Pero principalmente Chávez ha contribuido a las grandes batallas internacionales y a crear una conexión concreta con los movimientos y con todas las nuevas subjetividades atribuibles “al ecologismo de los pobres”. Los procesos de integración, llevados a cabo a partir del continente latinoamericano han construido espacios comerciales, económicos y jurídicos llevandoa una nueva relación entre los pueblos basada en la reciprocidad y la cooperación.

A pesar de las contradicciones

La política exterior de Chávez ha facilitado la tarea de los movimientos sociales en el promover de la democracia participativa y ha reforzado las razones de una crítica sistémica del modeloneoliberista.A pesar de las contradicciones del sistema productivo venezolano, Chávez ha sabido escuchar las reivindicaciones de los movimientos por la justicia climática y por la soberanía alimentaria, que agrupan más de mil millones de personas en el mundo entre campesinos, activistas, pueblos indígenas, pescadores y comunidades comprometidas con la defensa de los bienes comunes. En el 2009, por ejemplo, durante la cumbre del clima de Copenhague, desde el interior del edificio, Chávez recoge el principal eslogan de los movimientos por la justicia climática, “cambiar el sistema, no el clima”, añadiendo que “si el clima fuera un banco, el sistema ya lo habría salvado”.

Chávez no ha representado los movimientos pero ha amplificado el mensaje de cambio, respetándolo y apoyando concretamente la necesidad de una nueva ética, fundada sobre la justicia y sobre una relación armónica de toda la comunidad de la vida. Una crítica más profunda respecto a la vinculada exclusivamente a los límites del modelo de desarrollo y una propuesta más amplia respecto a una visión neo-reformista, interna a la lógica de la gobernanzaliberista y por lo tanto incapaz de resolver la crisis social y ecológica producida por esta.

Sostenibilidad socio-ambiental

En tiempos de crisis, para crear puestos de trabajo, resolver las desigualdades sociales, defender los bienes comunes y fortalecer la democracia participativa, hemos comprendido que existe una necesidad no solo de redistribuir la riqueza,sino también de reconvertir el modelo productivo y energético, garantizando la sostenibilidad en términos ambientales y sociales. Evidentemente el gobierno de Chávez no ha resuelto la segunda parte del problema, pero ha contribuido sobremanera a descolonizar el imaginario cotidiano sobre el cual construye la hegemonía culturar el modelo liberista. Este aporte concreto es de gran utilidad y nos deja al mismo tiempo dos lecciones prácticas: no basta con marcar el camino, si este no es apoyado sobre todo por los que sufren las injusticias; no basta actuar a nivel local cuando la magnitud del cambio impone la necesidad de hacerlo a nivel global.

Dos cuestiones que no pueden ser eludidas, a las cuales los movimientos deberán enfrentarse si no queremos que la crisis de la política los relegue a los márgenes de la historia.

América Latina
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