Queridos amigos:
Siempre pensé escribir sobre mi encuentro con el Comandante Presidente Hugo Chávez Frías —quizás en un descanso del camino— , pensé hacerlo desprovista de toda vanidad personal e inspirada sólo en dejar a mis hijas y nietos un testimonio de mi paso por este mundo como integrante de una cruzada de paz, amor, solidaridad, mejoramiento humano y por la preservación de la estrella en la que vivimos; pensé escribir para los míos cuanto hicimos por el regreso de los Cinco Héroes y soñé hacerlo desempolvando recuerdos y no enjugando mis lágrimas, como lo estoy haciendo ahora…
Pero aún así, con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta, quiero compartir con ustedes mi linda e inolvidable experiencia de mi encuentro con Chávez, en Viena, el 12 de mayo del 2006, donde tuvo lugar la conferencia de EU-América Latina.
La sala oficial del evento se llenó rápido, yo estaba sentada en uno de los primeros asientos muy emocionada gritando: ¡Uh! ¡Ah, Chávez no se va!
Josefina en el público. Foto Robert Newald
Era la primera vez que lo veía en persona y además de cerca, en una sala repleta de admiradores del líder venezolano. No me cansaba de gritar: ¡Uh! ¡Ah, Chávez no se va! Sabía que frente a mí estaba uno de los grandes amigos de mi país, Cuba.
Chávez le señala a Evo la cubana. Foto Robert Newald
Parece que mi emoción era tan grande que Chávez me llamó a la tribuna y cuando fui a subir, un miembro de su seguridad personal me pidió que dejara la cartera abajo —y fue precisamente en ese momento— , que mi corazón tuvo un latido muy fuerte al escuchar la voz tierna de Chávez cuando dijo: «Déjala que suba con su cartera» , en ese momento comprendí que estaba frente a un hombre único, extraordinario, valiente y humilde: especial, pues yo era una más del público que lo admiraba; pero él era un jefe de Estado, un líder, un Comandante y además un genio para estar seguro que yo no le haría daño.
Chávez se quita un botón de su camisa que está flojo, Josefina a su lado lo guarda de recuerdo.
Me dio un beso y un abrazo muy fuerte, que tengo la certeza que era un abrazo simbólico para el pueblo de Cuba a través de mi persona, una cubana en Viena y automáticamente me dijo con ese buen sentido del humor que formaba parte de su personalidad: «Ojalá que Fidel no se ponga celoso», y se sonrió con esa sencillez que lo caracterizaba.
Ese 12 de mayo del 2006 Chávez alumbró a Viena, miles de jóvenes austriacos que no pudieron entrar a la sala oficial llenaron las plazas y la grama afuera, guardando su deseo de por lo menos verlo pasar, eso fue un fenómeno que nunca había ocurrido en Austria, el pueblo vienés gritaba lleno de ánimo y emoción: «Chávez geht nicht» (Chávez no se va).
Chávez, ese héroe histórico, hombre de pueblo que no le temía a nada ni a nadie, decidió mover el evento a la calle. Fue un evento histórico, todos fascinados con lo que sucedió ese día en Viena lo llamaron «el Che Guevara del Siglo XXI». Nunca en Austria un jefe Estado había salido a las calles para dirigirse a las masas, nunca se habían reunido miles de personas de manera espontánea al aire libre en Viena para escuchar un discurso de un jefe de estado. Todos estaban atentos y cautivados por su discurso.
Dijo que no hacía falta un arsenal de bombas para salvar el mundo, sino que nosotros mismos éramos las bombas atómicas, las bombas de amor, de la pasión de las ideas y de la organización y dirigiéndose a esa juventud europea impartió una verdadera clase magistral convocándolos a todos a la construcción de un proyecto revolucionario internacional.
Chávez despertó a la juventud, a los trabajadores y a las mujeres del mundo. Ese 12 de mayo del 2006 comprendí cuán profundo era tu amor por la humanidad y tu capacidad, no sólo para alumbrar a Viena, sino a todos los que amamos la solidaridad, la paz y la justicia.
¡Te amo Chávez, porque amor con amor se paga!
Tú seguirás viviendo en mi corazón y de la misma forma que la mentira y el odio jamás pudieron derrotarte nadie podrá parar esa revolución justa que tú comenzaste, la revolución de los pobres, de los humildes y de los explotados, porque tú elegiste echar tu suerte con los pobres de la tierra.
Un abrazo solidario y chavista,
¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE COMANDANTE!
*Josefina Sánchez cubana residente en Europa, miembro del Comité Internacional por la libertad de los Cinco.
Enviado por la autora a: Martianos-Hermes-Cubainformación
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