Por Pablo de Caricuao*/Foto Virgilio Ponce -Martianos-Hermes-Cubainformación.- En la primera lectura de la liturgia de ayer Domingo XXXII (10/11/13) del tiempo ordinario se nos narra la dramática y ejemplar historia de una Madre con sus siete hijos asesinados por el impío rey Antíoco Epifanes que les obligaba a claudicar de sus principios Patrios y Religiosos. Ellos prefirieron morir antes de claudica; despreciaron hasta los propios miembros de su cuerpo con tal de permanecer fieles a sus principios. Ellos fueron ejemplo para todo el Pueblo de Israel y para todos nosotros los que amamos la Patria y la preferimos a costa de nuestra propia vida. Ellos fueron la familia de los Macabeos.
Antíoco Epifanes representaba el “imperio” que quería someter al Pueblo, ofreciéndole “dádivas” como lo quiso hacer con el hijo menor que muy bien aconsejado de su madre, despreció las ofertas y prefirió también la muerte antes de claudicar de sus principios. Ellos prefirieron la PATRIA GRANDE Y ETERNA.
Hoy como los Macabeos, nuestro pueblo se ve asediado por el “imperio” y sus lacayos “epifanes”. Ellos piensan que con desaparecer los productos básicos van a someter a éste “bravo pueblo”. Nos podrán quitar la “harina Pan”, el papel higiénico, la azúcar, el aceite, la margarina y otros productos hasta el “pan de jamón y la hallaca” pero la PATRIA no nos la podrán quitar. Estamos dispuestos como la familia de los Macabeos a sacrificar hasta los miembros de nuestro cuerpo pero no podrán arrancarnos la PATRIA que llevamos en el ALMA. Nuestros principios son inmutables, no se compran ni se venden; vivir sin ellos no tiene ningún sentido. Este proceso Revolucionario no lo podrán parar porque nos ha costado muchas vidas; sangre de juventud patriota que como la de Cristo nos ha redimido y abierto los ojos. Hacia atrás ni para coger impulso.
No nos van a amedrentar con amenazas de escasez de productos básicos; ya resistimos en el 2002 y lo haremos de nuevo si fuera necesario, Nuestro pueblo unido jamás será vencido. Estamos llamados a una Misión que va más allá de nuestras fronteras. También nosotros como los Macabeos aspiramos a una PATRIA GRANDE pero no solo en la otra vida sino en ésta tierra Latinoamericana.
¿De que nos vale tener de todo y no tener PATRIA? Sin ella no somos nada, perderíamos nuestra “IDENTIDAD”; nuestra “CONSAGRACIÓN” como Pueblo elegido; andaríamos errantes como “Caín”, sin rumbo fijo detrás de “bienes efímeros” que no lo vamos a poder llevar para la tumba. Muchos en Israel se contaminaron en Babilonia con las “idolatrías” de aquel Imperio y perdieron su Patria pero gracias a Dios hubo un “resto” fiel a sus principios que lucharon para recuperarla y defenderla y salieron victoriosos. Seamos como los Macabeos y no perdamos la PATRIA que nos han legado nuestros Mártires y Profetas de hoy. Amén
*Pbro. Pablo Urquiaga, sacerdote cubano residente en Venezuela, Párroco de Caricuao.
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