teleSUR.- La candidata presidenta de Brasil, Dilma Rousseff logró su reelección gracias a que la votaron más de un millón 400 mil personas más que a su contendiente Aécio Neves.


Ganó Dilma

Con más del 95 % de los votos escrutados, el Tribunal Supremo Electoral brasileño informó que Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), obtuvo el 51,18 % de los sufragios, mientras Aécio Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña, se hizo con el 48,82 %.

Granma.- La actual mandataria brasileña, Dilma Rousseff, venció este domingo en la segunda vuelta de las elecciones generales a su rival derechista del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB), Aécio Neeves, y se mantendrá al frente del país por los próximos cuatro años para continuar la obra económica y social del Partido de los Trabajadores (PT).

Con más del 95 % de los votos escrutados, el Tribunal Supremo Electoral brasileño informó que Rousseff obtuvo el 50,99 % de los sufragios, mientras Neves se hizo con 49,01 %.

Así llega a su fin una de las compañas electorales más reñidas de las últimas décadas, en la que hubo más de un sorpresa, como el pase al balotaje del PSDB en la primera vuelta, pues hasta último minuto las encuestas lo ubicaron detrás del Partido Socialista Brasileño representado por Marina Silva.

Previo a este balotaje, fue notable la influencia de los grandes medios de comunicación brasileños y su campaña para afectar la imagen del PT y Rousseff, en tanto buscaban resaltar al candidato derechista.

Sin embargo, la victoria de la actual mandataria ratifica la búsqueda de un país más inclusivo con énfasis en los proyectos sociales, que inició en el 2002 con la victorial de Luiz Inácio Lula da Silva.

El propio Lula dijo este domingo tras emitir su voto que la reelección de Dilma significará la continuación del PT en el poder y proseguir con el proyecto de cambios socioeconómicos que permitió a Brasil ubicarse entre las siete primeras potencias del planeta y mejorar el nivel de vida de sus ciudadanos.

La presidenta brasileña se encuentra en Brasilia siguiendo la jornada electoral y se espera que se pronuncie públicamente para celebrar el resultado junto a los ciudadanos que una vez más le otorgaron su apoyo para dirigir los destinos del país.

Victoria de Dilma abre una nueva etapa de cambios para Brasil

Se alza con la victoria la mandataria brasileña ante su rival Aécio Neeves y se mantendrá frente del país por los próximos cuatro años.

Granma.- La actual mandataria brasileña, Dilma Rousseff, venció este domingo en la segunda vuelta de las elecciones generales a su rival derechista del Partido de la So­cial­democracia Brasileña (PSDB), Aécio Neeves, y se mantendrá al frente del país por los próximos cuatro años para continuar la obra económica y social del Partido de los Traba­jadores (PT).

Con el 99,98 % de los votos escrutados, el Tribunal Supremo Electoral brasileño informó que Rousseff obtuvo el 51,64 % de los sufragios, mientras Neves se hizo con 48,36 %.

Así llega a su fin una de las campañas electorales más reñidas de las últimas décadas.

Rousseff agradeció en su discurso de victoria a todos los que la apoyaron durante la cam­paña, en especial al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2002-2010), a quien calificó como “militante número uno de las causas del pueblo de Brasil”.

La mandataria dijo que entendía la reelección como un voto de esperanza del pueblo para mejorar el gobierno. “Quiero ser una presidenta mejor de lo que he sido hasta ahora”, añadió.

Aseguró que cambio fue la palabra que marcó la intensa campaña electoral. “Mi disposición más profunda es liderar de la forma más pacífica y democrática este momento transformador”.

Convocó a todos los brasileños a la unidad para mejorar el país. Asimismo, se mostró con­vencida de que la reñida contienda electoral no dejó dividido al país y dijo que ese espíritu se debe utilizar para llevar a cabo los debates para los cambios necesarios en el país.

Ratificó que en su nuevo mandato llevará adelante los pasos necesarios para una reforma política en Brasil y que no dejará a un lado tampoco la lucha contra la corrupción, la mejoría de los indicadores sociales y el reforzamiento de la economía.

“Estoy dispuesta a abrir un gran espacio de diálogo con todos los actores de la sociedad para encontrar las soluciones más rápidas a nuestros problemas”, añadió.

“El apoyo que recibí en esta campaña me da la energía para seguir adelante con mucha más dedicación. Hoy soy mucho más fuerte, más serena y más madura para enfrentar esta tarea que me han delegado”, afirmó.

Por su parte, el candidato del PSDB reconoció la derrota y contó que llamó a Rousseff para felicitarle por su triunfo y desearle “éxito en la conducción de su Gobierno”.

“Combatí el buen combate, cumplí mi misión y guardé la fe”, añadió en un breve encuentro con periodistas y correligionarios en Belo Horizonte.

La victoria de la actual mandataria ratifica la búsqueda de un país más inclusivo con énfasis en los proyectos sociales, que inició en el 2002 con la victoria de Lula da Silva.

Jefes de Estado y de Gobierno del mundo entero felicitaron a la mandataria reelecta.

Informaciones tomadas de Resumen Latinoamericano

La mandataria del Partido de los Trabajadores fue reelecta y prometió una reforma política de fondo

Brasil reafirmó su confianza en Dilma

Fue el resultado más apretado logrado por el PT desde la elección de Lula en 2002, pero suficiente para asegurar la reelección de Rousseff. Las regiones más pobres del país votaron masivamente por Dilma. Las más ricas, por Aécio Neves.

Eric Nepomuceno  - Página/12 En Brasil.- Tres puntos, es decir, alrededor de tres millones de votos, aseguraron a Dilma Rousseff, del PT, el derecho de permanecer cuatro años más como presidenta de Brasil, mayor población y mayor economía de América latina, y una de las ocho mayores del mundo.

Ha sido el resultado más apretado logrado por el PT desde la elección de Lula da Silva en 2002. Pero, de todas formas, suficiente para asegurar al Partido de los Trabajadores el derecho –decidido de forma soberana por las urnas– a cumplir 16 años en la presidencia de Brasil.

Alrededor de las nueve de la noche de ayer, horario de Río, el país se enfrentó a un retrato claro e indiscutible: estuvo definitivamente dividido en dos a raíz de las elecciones de este año. Y dividido no sólo geográficamente sino también socialmente. Las regiones más pobres del país votaron masivamente por Dilma. Las más ricas y desarrolladas, por el neoliberal Aécio Neves.

Y así Dilma tendrá, no sólo de enero en adelante (cuando empieza su segundo mandato consecutivo), sino a partir de hoy mismo, que empezar a armar un nuevo gobierno, que enfrentará un cuadro complejo y difícil. Para complicar aún más el escenario, el nuevo Congreso tendrá una mayoría conservadora, especialmente en la Cámara de Diputados, lo que seguramente dificultará las negociaciones entre el Ejecutivo y el Legislativo.

Es verdad que la alianza del PT mantuvo la mayoría en el Congreso, tanto en Diputados como en el Senado. Pero es igualmente verdad que el mayor de los partidos aliados, el PMDB, se confirmó, en estas elecciones, como mucho más una federación de intereses personales y, en el mejor de los casos, regionales, que como partido con una línea política e ideológica consistente. A ejemplo del país, el PMDB se dividió en la campaña: mitad apoyó a Aécio, mitad a Dilma. Ahora habrá que ver cuál será el precio pedido por el PMDB para mantenerse como aliado o pasarse a la oposición.

Más allá del espectro político, hay otro punto a ser observado: el ausentismo rompió marcas históricas, bien como voto en blanco o directamente nulo. Eso, acorde con analistas independientes, señala un gran desencanto de una parte importante del electorado en relación con la política, a los partidos, a los políticos y, claro, al gobierno nacional.

Dilma ganó con el 51,64 por ciento, la mitad y poco más del electorado reafirmó su confianza en el proyecto de país llevado adelante por el PT desde Lula da Silva (2003-2010) y ahora con la mandataria reelecta. Aécio obtuvo el 48,36 por ciento de los sufragios. Pero lo que hay en el horizonte es un escenario difícil, confuso. El cuadro económico es complicado, hay que reconquistar la confianza de inversionistas, organizar las cuentas públicas sin que el ajuste fiscal signifique sacrificar programas que contribuyeron, de manera decisiva, para cambiar el mapa social brasileño.

Además, mientras no se cambie el sistema político, las alianzas significan un precio altísimo a cambio de la tan mencionada gobernabilidad. No hay prácticamente ningún punto de coincidencia programática e ideológica entre Dilma, el PT y los aliados, de la misma forma que dentro de su mismo partido la presidenta reelecta enfrenta diferencias significativas. Dilma tuvo sus orígenes en la militancia armada contra la dictadura. Recuperada la democracia, fue militante del PDT de Leonel Brizola, en su época uno de los mayores líderes de la izquierda brasileña. Entró en el PT hace 14 años y, contrariando expectativas de corrientes poderosas del partido, fue indicada por Lula da Silva para sucederlo. Su primer gobierno ha sido difícil, muchas veces confuso, especialmente en su errática política económica; pero logró mantener e incluso ampliar los programas sociales implantados por Lula.

Son muchos los desafíos que enfrentará en su nuevo gobierno, y ahora con una novedad: una oposición dura, firme, sólida y agresiva.

Porque la verdad es que ni Lula ni ella enfrentaron en el ámbito de la política una oposición verdadera y contundente. Lo que hubo ha sido una oposición diseñada y llevada a cabo por los grandes conglomerados de comunicación, dispuestos a cualquier desvío y desprecio por los hechos con tal de fustigar, de manera inclemente, al gobierno. Ahora, además de ésa, Dilma tendrá que hacer frente a otra oposición: la parlamentaria. El mismo PSDB de Aécio Neves eligió para el Senado un equipo altamente capacitado para hacer de la vida de cualquier gobernante un infierno. En la Cámara de Diputados, un detalle será preocupante para Dilma en su nuevo mandato: la votación formidable lograda por políticos que, más que conservadores, son radicalmente conservadores. Basta con ver que, en San Pablo, el diputado nacional más votado es un presentador de televisión dispuesto a cualquier cosa con tal de oponerse al aborto, al derecho de las minorías y a cualquier cosa que huela a progreso. En Río, el más votado ha sido un militar retirado que defiende la dictadura y dice que prefiere tener a un hijo muerto que a un hijo homosexual.

Ayer por la noche, en su discurso como presidenta reelecta, Dilma Rousseff mencionó una serie de compromisos. La principal: una reforma política de fondo, precisamente para que en el futuro ningún mandatario tenga de someterse a lo que ella se sometió en su primer mandato, y seguramente seguirá enfrentando en el segundo.

Luego de una campaña extremadamente agresiva, de parte a parte, convocó al diálogo. Admitió que es larga y ardua la tarea que la espera. Aseguró que serán mantenidos los programas de inclusión social llevados a cabo desde el gobierno de su antecesor, Lula da Silva. Y admitió que hoy se siente mucho más fuerte, más madura y más serena para enfrentar los desafíos, que son muchos. Ha sido una campaña difícil, dura, agresiva. El discurso de Dilma Rousseff ha sido emotivo, sincero, de compromiso.

Ahora, a ver qué logra. Qué le dejan hacer. Si dependiese solamente de Dilma y de su generación, seguramente sería mucho.

A ver.

El mapa se completó

El Partido Socialista Brasileño (PSB), con apoyo del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), ganó la gobernación del distrito federal de Brasilia, en tanto el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), aliado del Partido de los Trabajadores (PT), ganaba los estados Río de Janeiro y Rio Grande do Sul, según datos oficiales. En Brasilia, con 94 por ciento del escrutinio cumplido, el senador Rodrigo Rollemberg obtenía un triunfo irreversible con 55,57 por ciento de los votos contra 44,43 por ciento del conservador Jofran Freijat. Rollemberg –que tuvo el apoyo del candidato presidencial del PSDB, Aécio Neves, y de la ex candidata extrapartidaria del PSB, Marina Silva– sucederá en el cargo a Agnelo Queiroz, del PT, que aspiraba a ser reelecto pero quedó fuera de carrera en la primera vuelta. En Río de Janeiro, con 81 por ciento del escrutinio realizado, era reelecto Luiz Fernando Pezao con 56,41 por ciento de los votos, contra 43,59 por ciento de Marcelo Crivella, del Partido Republicano Brasileño (PRB). En Rio Grande do Sul, con 86 por ciento del recuento cumplido, José Ivo Sartori obtenía 61,23 por ciento de los votos contra 38,77 por ciento del actual gobernador, Tarso Genro, del PT.

Las diez mejores frases de Dilma Rousseff tras victoria electoral

Dilma Roussef aseguró que seguirá luchando para que Brasil continúe creciendo económicamente 

La recién reelecta presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, festejó su victoria junto a sus seguidores en el comando de campaña del Partido de los Trabajadores (PT), en el cual prometió seguir luchando por su país.

Desde el comando de campaña del Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff pronunció su discurso de victoria, en el cual felicitó a todos sus seguidores tras la contienda electoral en la cual resultó vencedora con más del 51% de los votos.

teleSUR te presenta las diez frases más contundentes del discurso de victoria de Dilma Rousseff:

1. “Hoy soy mucho más fuerte, serena y madura. ¡Brasil, esta tu hija no va a huir de la lucha!"

2. “Esta presidenta está dispuesta al diálogo, este es mi primer compromiso”.

3. “Tengo la esperanza de que la energía movilizadora haya preparado un buen terreno para la construcción de puentes”.

4. “La reeleción tiene que se entendida como un voto de esperanza para la mejora del gobierno”.

5. “Sé del poder que tiene cada presidente de liderar las grandes causas populares y esto es lo que yo haré”.

6. “Entre las reformas la primera y la más importantes debe ser la reforma política”.

7. “Tendré el compromiso grande también con el combate contra la corrupción”.

8. “Vamos a promover cambios en la legislación actual para acabar con la impunidad, que es la protectora de la corrupción”.

9. “Voy a estimular el diálogo y las alianzas con todas las fuerzas productivas del país”.

10. “Vamos a seguir construyendo un mejor Brasil, más productivo, más moderno, un Brasil de la solidaridad y de las oportunidades”.

El Brasil de Lula sigue adelante

Emir Sader - ALAI AMLATINA, 26/10/2014.- Por cuarta vez consecutiva, el Partido de los Trabajadores -PT- gana las elecciones presidenciales en Brasil que, también por cuarta vez, se han convertido en un plebiscito entre candidatos del PT y del PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña, el partido de Fernando Henrique Cardoso).  Esta vez la campaña tuvo avances y retrocesos, especialmente desde mediados de agosto hasta la segunda vuelta, a fines de octubre, y terminó con la decisión de los brasileños de seguir con el camino iniciado en 2003 con el primer gobierno de Lula.

En el enfrentamiento entre el modelo neoliberal de la oposición y la vía de salida del neoliberalismo del gobierno, por cuarta vez los brasileños han reafirmado el camino que Lula empezó.  Serán por lo menos 16 años seguidos de gobiernos del PT, el período más largo de continuidad de un partido en el gobierno, en período democrático en Brasil.

Lula decía que era mejor ganar en segunda vuelta, porque en la contraposición de dos proyectos, las alternativas y sus diferencias quedan más claras.  Y así fue: se han contrapuesto políticas de centralidad del mercado, de libre comercio, de reducción del peso del Estado, de rebaja salarial, de aumento del desempleo, de contracción de los bancos públicos, de alianzas internacionales privilegiando a EUA, entre otras, por parte del candidato de la oposición.

Frente a ello, la orientación de continuidad de las políticas sociales, como eje central del gobierno, con una acción dinámica del Estado, fortaleciendo las alianzas regionales y con el Sur del mundo, de garantía del nivel de empleo y de aumentos de los salarios por encima de la inflación.

La duda era si el Brasil de Lula seguiría adelante o si la importante experiencia de los gobiernos del PT se terminaría en 2014.  Hubo oscilaciones en la campana electoral, pero la disputa más grande fue alrededor de las agendas: cuales eran los temas que más importan a los brasileños.

La oposición jugó fuerte en dos planos, valiéndose del monopolio de los medios de comunicación: por una parte, una supuesta crisis económica, que tendría reflejos en el descontrol inflacionario, en el desempleo, en el estancamiento económico. Una encuesta de Folha de São Paulo ha revelado que una de las razones del crecimiento de Dilma ha sido el fracaso de ese terrorismo económico. La gran mayoría de los brasileños –incluidos los que votan por la oposición– son optimistas respecto a la situación económica de Brasil, creen que la situación mejorará el próximo ano, que los precios están bajo control y que los salarios van a aumentar.

El otro tema central son las denuncias de corrupción, que en el último período de la campana se han concentrado sobre Petrobras. El cansancio respecto a la campana de denuncias –tantas de ellas sin pruebas– ha hecho que ese tema perdiera efecto.

La campaña de Dilma Rousseff, valiéndose de los programas de TV y de la intensificación de la movilización política conducida por ella y por Lula en todo el país, asociada a una gran participación de la militancia del PT y de toda la izquierda, logró convencer a la gran mayoría que las conquistas fundamentales de los gobiernos del PT estarían en riesgo, caso ganara la oposición. A la vez, la contraposición de las trayectorias personales y políticas de los dos candidatos sirvió para enaltecer las cualidades de Dilma, en contraste con la fragilidad de las de Aécio Neves.

En su conjunto, se fue diseñando, desde el domingo anterior a la segunda vuelta, una situación en que el nivel de rechazo de Aécio superaba el de Dilma, prenunciando un viraje que se consolidó a lo largo de la última semana, hasta llegar a la victoria de ayer. La militancia de izquierda ganó las calles de todo el país; la segunda vuelta fue de una clara contraposición entre izquierda y derecha, lo que configuró el viraje y el triunfo de Dilma.

- Emir Sader, sociólogo y cientista político brasileño, es coordinador del Laboratório de Políticas Públicas de la Universidade Estadual do Rio de Janeiro (Uerj).

Dilma otra vez

Eric Nepomuceno

Hay muchas –y grandes– preguntas sobre el nuevo mandato de Dilma Rousseff como presidenta de Brasil.

Un ejemplo: ¿cuál será su equipo de confianza, quién ocupará cada uno de los puestos considerados clave en su gobierno?

Otro: ¿cuál será la influencia, el peso, del ex presidente Lula da Silva, indiscutiblemente su mentor y principal fiador, y la más sólida figura política de Brasil actualmente?

Y otro más: ¿cómo logrará Dilma, reelecta por estrecho margen, reconquistar la confianza del sector privado? Y otra duda más: ¿cómo logrará Dilma enfrentar una oposición parlamentaria especialmente dura, activa y agresiva?

Al fin y al cabo, ella perdió, y de lejos, en las regiones más ricas del país. En São Paulo, por ejemplo, más desarrollada y poblada provincia del país, Dilma perdió por siete millones de votos. Una tremenda derrota: Eche logró 64 por ciento de los votos de la provincia más industrializada, más rica del país, frente al 36 por ciento de Dilma. Ya en los estados pobres del nordeste su ventaja ha sido aplastante. Un dato importante: en Minas Gerais, provincia natal de los dos adversarios, Dilma ganó con relativa tranquilidad. E igualmente ganó en Río, provincia clave. Todo eso tendrá peso específico de aquí en adelante.

Son muchas las dudas que acechan sobre corazones y almas brasileñas luego de la victoria de Dilma Rousseff. Para empezar, ¿cuál será su grado de independencia frente a la figura omnipresente de Lula da Silva? Otra: luego de un equipo económico bastante desprestigiado, ¿cómo logrará armar otro, capaz de reconquistar la pérdida de confianza del mercado financiero? Y otra más: ¿cómo establecer una política de incentivo a la recuperación industrial que sea capaz de convencer a los industriales de que es la correcta y eficaz?

Entre Dilma y el PT hay más distancia de lo que permiten suponer las apariencias. En primer lugar, el PT es un partido con muchas corrientes internas, pero a la vez muy adepto del asambleísmo. Es decir: en asambleas se vota y se decide, y luego –más o menos– se cumple lo decidido.

Dilma es pez que no integra ese acuario. Es centralizadora, autoritaria, tiene voz propia y se cerca de un grupo muy restricto de su confianza absoluta. Tiene, por supuesto, un inmenso respeto por Lula da Silva, pero ese sentimiento no se extiende automáticamente al resto del partido. El diálogo no siempre fluye de manera natural.

Parte sustancial de los problemas que enfrentó en su primera presidencia se deben, acorde con los allegados más íntimos de Dilma, a la influencia de las corrientes del partido que impusieron, o forzaron, la presencia de determinados nombres en puestos clave de la administración.

Reelecta, Dilma tratará de armar su propio equipo. Lula seguirá siendo, claro está, una sombra permanente y determinante. Pero ella tratará de escapar de las mañas y artimañas internas del PT.

Tiene nombres de confianza, y con tránsito libre entre las diferentes corrientes internas del PT. Miguel Rosseto es uno, Jacques Wagner, que gobernó Bahía por dos mandatos seguidos y logró, de manera sorpresiva, elegir al sucesor, es otro. Pero hay nombres tradicionales del PT, como Aloisio Mercadante, que conquistaron las gracias de Dilma con la misma velocidad con que conquistaban el rechazo de Lula y su poderoso grupo.

Nadie tiene ninguna ilusión en Brasil: los próximos cuatro años serán especialmente difíciles, principalmente a raíz de la cuestión económica.

Pero la mayoría –pequeña, es verdad– del electorado optó por la continuidad, por el mantenimiento de los programas verdaderamente revolucionarios del PT, que integraron al mapa social brasileño unos 50 millones de personas. Gente que nunca tuvo futuro alguno, y que ahora por lo menos tiene una garantía, muy concreta, de futuro.

Serán años duros y difíciles. Como duros y difíciles, más imposibles que duros y difíciles, han sido los años antes de que el PT llegase al poder.

Ayer, Brasil hizo su opción. Y optó por el desafío de continuar, en lugar de la propuesta agresivamente neoliberal de retroceder.

Entrevista a Rosa Cardoso, integrante de la Comisión Nacional de la Verdad de Brasil

“Este gobierno avanzó en DD.HH.”

Cardoso, quien fuera abogada de Dilma Rousseff en los ’70, afirma que “nunca dudó” del compromiso de la presidenta en esclarecer los delitos cometidos por la dictadura. Y que se está abriendo el camino para la revisión de la Ley de Amnistía.

Darío Pignotti - Página/12 En Brasil.- “Este gobierno deja un legado importante en materia de derechos humanos, tal vez fue el que logró más avances después del fin de la dictadura, instaló el debate sobre la verdad y la justicia, y está abriéndose el camino para la revisión de la Ley de Amnistía, o mejor dicho autoamnistía” heredada de los militares, plantea Rosa Cardoso, integrante de la Comisión Nacional de la Verdad. El hablar pausado y a veces susurrado de la enjuta doctora Cardoso disimula la firmeza de carácter de esta abogada que con menos de treinta años, a principio de los años ’70, aceptó la riesgosa tarea de defender a la guerrillera Dilma Rousseff, presa por alzarse en armas contra la dictadura. Durante la charla con Página/12 Cardoso afirma que “nunca dudó” del compromiso de la presidenta, con quien mantiene una larga amistad, en esclarecer los delitos cometidos por la dictadura, y confiesa sentirse recompensada cuando ve a jóvenes militantes distribuyendo panfletos con la foto de Dilma cuando estuvo presa junto al lema de campaña “Corazón Valiente”.

–¿Cuánto influyó la voluntad política de Dilma en los avances logrados por la Comisión?

–Está claro que tener el respaldo político de la presidenta es una ventaja grande para un trabajo tan complicado. La presidenta se comprometió desde el inicio del gobierno (2011) a trabajar con seriedad, sin partidismo, a favor de la verdad y la justicia. Envió al Congreso un proyecto que, gracias a un meticuloso trabajo político, logró el consenso de los partidos para la creación de la Comisión Nacional de la Verdad.

Ahora, pasados casi cuatro años, el gobierno no puede medir concretamente todo lo que se ha logrado. Hay conquistas reales que están allí, los testimonios de militares, los documentos, la reconstrucción de crímenes. Se logró bastante, falta más, pero tuvimos que enfrentar presiones muy diversas que buscaron obstruir nuestra tarea. La mandataria no interfirió en la Comisión, pero está claro que lo que se hizo tuvo el respaldo y la autoridad moral de la presidenta. Los pasos dados en estos años nos permiten confiar en que sigamos avanzando en derechos humanos, un tema que va desde los crímenes de la dictadura al derecho a la vida y a la integridad física en un país como Brasil, donde la tortura es un flagelo cotidiano. Creo que está quedando una herencia para que evolucionemos de una democracia formal hacia una democracia sustantiva, pero ésta se construye a lo largo de varios gobiernos. Ahora el próximo paso es concluir nuestro informe y presentárselo a la presidenta para lo lea detenidamente.

–El Club Militar se pronunció por la candidatura de Aécio Neves para terminar con la sovietización.

–No voy a formular opiniones sobre la campaña porque hasta que termine de funcionar la Comisión soy funcionaria pública temporaria y como tal tengo prohibido pronunciarme.

–La opinión del Club Militar ¿traduce la posición de los militares en actividad?

–Creo que la mayoría de los militares en actividad, de los generales, no está interesada en hacer pronunciamientos contra el gobierno o sobre la amnistía; ellos tienen preocupaciones más pragmáticas como la modernización de las fuerzas armadas, la fabricación de armamentos y otros temas similares.

–¿La Comisión de la Verdad se pronunciará sobre la amnistía en vigencia desde 1979?

–Esta semana se reúne la Comisión y desde ya le anticipo que la mayoría de los miembros coincide en que nuestro informe final incluya la recomendación de revisión de la Ley de Amnistía; esto será uno de los puntos más importantes del trabajo, indudablemente. Varios integrantes de la Comisión llegamos a un consenso en recomendar la revisión, es una posición coherente con todo lo que se expresa en la Justicia de Transición. Mantener en vigor a la Ley de Amnistía, o de autoamnistía, no se condice con las normas emanadas del derecho internacional, no respeta lo que surge de los fallos de las cortes internacionales, no respeta la doctrina de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que son los antecedentes que fueron tomados como paradigmas en la Comisión. Le recuerdo que la Corte Interamericana se pronunció hace 4 o 5 años sobre las desapariciones de guerrilleros en Araguaia (años ’70, región amazónica) y recomendó castigar los crímenes de lesa humanidad como tortura y desaparición, que son imprescriptibles. Brasil debe cumplir esas determinaciones de la Corte porque es firmante del Pacto de San José de Costa Rica, por lo que tiene fuerza de ley interna.

–¿Cuál fue el impacto de la Comisión en la sociedad civil?

–Hemos visto una importante movilización de la ciudadanía, se logró la sensibilización de la opinión pública no sólo por efecto de lo que hizo la Comisión Nacional de la Verdad, sino por el trabajo de decenas de comisiones creadas en los estados, en universidades, alcaldías, en sindicatos, las cuales continuarán funcionando luego de que nosotros presentemos nuestro informe final el próximo 10 de diciembre. Esas agrupaciones seguirán en la tarea de garantizar que se progrese en la derogación o revisión de la autoamnistía dejada por los militares. Es importante aclarar que la Comisión Nacional de la Verdad no es la única responsable de los logros que se conquistaron en estos cuatro años. Antes de nosotros hubo un largo camino recorrido, que se inició hace décadas con el movimiento encabezado por las víctimas y por los familiares, que dieron los primeros pasos en momentos muy duros, incluso durante la dictadura.

–El alto mando del ejército no autorizó la entrega de documentos sobre torturas en reparticiones militares.

–El general Enzo Peri (comandante del ejército) volvió atrás en esa decisión, que al principio nos pareció inapropiada. 

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