teleSUR.- El despliegue mediático de las empresas de comunicación privadas engranaron su campaña en contra del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, con sus principales portadas siguiendo el guión acostumbrado cuando se trata de hacer cobertura de las movilizaciones de oposición, sin destacar las concentraciones masivas del chavismo.


América latina y la derecha española

Pascual Serrano - El Jueves

Una de las formas más evidentes de descubrir la hipocresía de la derecha política y mediática española es comprobar su doble rasero respecto a lo que sucede en América Latina, una región del mundo donde, a diferencia de Europa, hay gobiernos dignos y decentes.

Nuestra derecha llama dictadura y pide la dimisión del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, que obtuvo el 50'61% de los votos en las elecciones presidenciales, pero no tiene ninguna objeción al recién aupado presidente de Brasil, Michel Temer, que no le ha votado nadie porque no fue candidato y que, según las encuestas, apenas le apoya hoy el 10%.

La derecha española pide que Maduro acepte un referéndum revocatorio, es decir, un referéndum a mitad de legislatura para que los ciudadanos digan si quieren que la termine o dimita. Ese opción la creó Hugo Chávez y permite que, tras la recogida de un número determinado de firmas, se pueda convocar un referéndum para cesar a cargos electos incluso antes de terminar su legislatura, desde alcaldes a presidente del país. Los que exigen desde España ese referéndum para Maduro sin esperar a las firmas son los que nunca se les ocurre plantearlo en nuestro país.

La derecha española está rabiosa porque en Colombia se va a acabar una guerra que duraba 52 años. Es la derecha que calló mientras miles de inocentes morían en ese país por el terror de la represión y estos mismos días mira para otro lado mientras acaban de asesinar a tres activistas medioambientales. Ahora, cuando aparece la paz, claman justicia. A ellos les dice el escritor William Ospina: “los dioses de la justicia tenían que estar al comienzo para impedir la guerra. Cuando aparecen al final, solo llegan para impedir la paz”.

La derecha mediática española está muy preocupada porque McDonald's no encuentra pan en Venezuela para el MigMac. Pero ignora que la pobreza afecta a uno de cada tres argentinos tras la llegada del neoliberal Mauricio Macri a la presidencia de Argentina.

La derecha y sus medios han conseguido que los españoles conozcan perfectamente el nombre de los presidentes de Cuba, Venezuela o Bolivia, pero no sepan quiénes son los de México o Perú. Es más, no saben el nombre de ningún presidente de Venezuela antes de Chávez. En realidad la derecha no quiere que sepamos que existen los gobiernos de derecha, ni sus crímenes, ni el hambre que provocan. Se ocupan de airear el espantajo de los gobiernos de izquierda mientras ellos nos roban y empobrecen.

Soy América Latina, un pueblo sin piernas pero que camina

Néstor Prieto - Voz partisana

Tiempos convulsos recorren América Latina. El miércoles se consumó, tras un lento y tortuoso proceso, el golpe de estado contra Dilma Rousseff en Brasil; y ayer jueves el golpismo venezolano volvió a dejar claras sus intenciones.

En su marcha contra el presidente Maduro se dedicaron a denunciar la falta de libertad de expresión rodeados de micrófonos, el incumplimiento de los derechos humanos olvidando a los 43 muertos de las guarimbas, y la falta de garantías democráticas habiendo ganado las últimas parlamentarias.

Mientras tanto, los voceros españoles, anunciaban a bombo y platillo la detención de “opositores” por parte del gobierno, lo que inexplicablemente no ocupaba titulares era que iban equipados con explosivos. A fin de cuentas, a lo que ayer asistimos, fue a un nuevo intento de desestabilizar los gobiernos populares latinoamericanos. Pero el imperialismo yankee y los oligarcas locales no lo tendrá tan fácil, sus dolares y su guerra económica se encontrarán en las calles con cientos de miles de venezolanos, brasileños, cubanos, ecuatorianos… dispuestos a defender su país, su patria.

Manipulación contra Venezuela

Ramón Reig - Rebelión

Es indudable que los medios mercantiles de todo el mundo manipulan a sus potenciales receptores para forjarles unas mentes contrarias al proceso revolucionario que desde 1998 pretende desarrollar Venezuela. Existen desde ensayos hasta investigaciones y tesis doctorales que lo muestran y lo demuestran. Que el llamado chavismo ha cometido graves errores es evidente (corrupción, monopolización de la televisión pública, pretender llegar demasiado lejos en su socialismo sin el contexto adecuado, malas formas de plantear sus argumentos como le ocurría a Chávez y ahora a Maduro con la diferencia de que Maduro no tiene ni por asomo el carisma de Chávez).

La pregunta sigue siendo el por qué de esta manipulación contra el gobierno de Venezuela. Y las respuestas están claras: los medios de comunicación más masivos e influyentes son del mercado, de las grandes empresas tanto mediáticas como no mediáticas, no son ni el cuarto poder ni un contrapoder, son un brazo del primer poder que es el de las finanzas y las grandes empresas, a su vez bien articuladas por numerosos intereses. Esos medios estiman que el sistema que sustentan es el menos malo, por tanto, quien atente contra él debe ser destruido y es ésa la idea central que de manera casi unánime envían a los ciudadanos y es lo que los ciudadanos te dicen en una conversación casera, de bar, de restaurante o de amigos o vecinos.

Todo poder necesita unos altavoces que sean las voces unificadas de sus amos. El chavismo supone una amenaza para el orden mundial, ha impulsado alianzas internacionales entre países con situaciones geopolíticas concretas y con materias primas que interesan a occidente, empezando por Estados Unidos y por España, los países más inversores en América Latina, algunas multinacionales españolas o con raíces españolas logran más beneficios en América Latina que en España o el resto del mundo. A Emilio Botín y su Santander, Hugo Chávez los “botó” de Venezuela y al BBVA casi lo hace y ambos bancos poseen intereses en Prisa, en Vocento, en Telefónica… Los bancos tienen una numerosísima cartera de clientes, empresas en las que participan, prestan dinero… Entre ellas están los medios de comunicación mercantiles que por ahora son los más influyentes, los que crean eso que se llama agenda setting u orden del día mundial en las mentes de los ciudadanos. Por eso cuando usted se está informando de Venezuela a través de esos medios no está recibiendo periodismo sino propaganda de agitación y propagación del odio hacia un gobierno, movimiento, personas, que no desean entrar por el aro de una nueva dictadura: la del mercado.

A la vista de lo anterior –y de otras muchas campañas de intoxicación contra los enemigos- los públicos han dejado de comprar diarios y de darle crédito al periodismo “tradicional” y muchos se han desperdigado por los nuevos medios digitales en red o por la red en general. Allí también han hallado intoxicación mediática pero, asimismo, otras posturas más equilibradas y rigurosas que no limitan el discurso al sheriff bueno y al bandolero maligno.

El mensaje intoxicador tiene la finalidad de justificar cualquier cosa. El chavismo ha querido dar un paso adelante en el servicio a la sociedad pero sin limpiar antes la casa de elementos que impiden que sus pretensiones se puedan consumar, eso hubiera sido un pretexto para que occidente interviniera militarmente. Creo que es algo pionero en la historia: intentar implantar el socialismo con el enemigo del socialismo dentro y además articulado con los enemigos exteriores. Todos ellos se encargan de asfixiar al país mientras que la propaganda sigue y como los humanos cometemos errores y el chavismo los ha cometido, ahí tenemos el caldo de cultivo para uno de esos golpes de estado made in siglo XXI que son menos toscos que los del pasado siglo, tienen más glamur, no hay que crear mártires como Allende.

El Poder internacional no puede permitir que el ejemplo de Venezuela siga, ya está parándolo, ya está la embajada de EEUU en La Habana pero aún falta un petróleo que controlar: el de Venezuela, los demás ya los tenemos en nuestras manos (bueno, en las de EEUU y con el permiso del Estado Islámico) y el petróleo tiene los días contados, lo necesitamos para nuestra industria y para nuestro tren de vida. No creo que nos atrevamos a intentar quitárselo a Putin porque tiene armas nucleares, Venezuela no las tiene –que yo sepa- pero debería tenerlas porque es la única forma de que te respeten en este mundo. El equilibrio del terror de los tiempos de la guerra fría nos trajo más paz y menos tráfico de armas que este mundo tan democrático donde se supone que se ha acabado la historia con el triunfo del liberalismo transformado ahora en su versión radical neoliberal que se viene gestando desde hace decenios.

Y así están las cosas, malos tiempos para el socialismo (el de verdad, no el del PSOE, claro). Ahora hay que preguntarse por qué cada vez que el ser humano intenta ser más solidario sencillamente fracasa. Y por qué quien sale adelante son los sistemas menos solidarios. Eso sí, al final nos queda el consuelo de una ONG (algunas con financiación dudosa o de los propios gobiernos insolidarios del mercado), un voluntariado y demás instituciones que creamos con el argumento de que menos da una piedra.

Venezuela no ha jugado a ser progresista, Venezuela está intentando que el ser humano sea mejor con sus semejantes, allí van en serio, no persiguen caridad ni paños calientes sino justicia, si fracasa –por elementos casuísticos externos y/o internos- puede que sea un fracaso más de la especie humana como especie filantrópica. Pero no hay que deprimirse por eso, lo que hay que hacer es estudiar a fondo el problema por si tuviera solución. Alegrarse sería lógico para quien se mueve por impulsos emocionales y carece de personalidad, acercándose peligrosamente a la condición evolutiva de otras especies.

Entre la impotencia opositora y una “salida” (por ahora) postergada hasta 2018

Aram Aharonian - Rebelión

La manifestación convocada por la oposición tuvo, sin duda, una importante participación, superior a las marchas celebradas en los últimos tres años, aunque tal vez de una dimensión inferior a aquellas realizadas por la oposición en 2002, que desembocaron en el frustrado golpe, con la aquiescencia de algunos mandos militares, que ya no están.

Hasta ahora, las publicitadas quejas y acciones de la oposición venezolana sirvieron para ocultar la verdadera crisis sudamericana: el golpe en Brasil. La destitución de Dilma fue simultánea con una importante movilización de la oposición venezolana y con las maniobras para sacar a Venezuela del Mercosur. ¿Casualidad?

En un clima previo de glorificación del enfrentamiento, cargado de un triunfalismo que tenía como perspectiva lograr que, a partir de “la toma de Caracas”, Nicolás Maduro tendría que convocar al referendo revocatorio, la oposición imaginaba de esa manera poner fin al actual gobierno. Todo terminó con una marcha pacífica. Su continuidad como “cacerolazos” está lejos de las amenazas previas sobre “tomas” de edificios públicos para arrancarle la convocatoria al mencionado “revocatorio”.

Las características de la marcha no calzaron con las expectativas de los principales dirigentes, especialmente la rama violenta e la oposición, de que se trataba de una marcha insurreccional para derrocar al gobierno, alentando una conciencia claramente subversiva, dispuesta a utilizar cualquier método violento. La amenaza y el ultimátum se convirtieron en un bluff y éste en el descalabro para la credibilidad ya deteriorada de sus principales dirigentes. En las llamadas redes sociales circularon imágenes y vídeos donde los marchistas más radicales le espetaban a sus propios dirigentes.

El gobierno de Nicolás Maduro, a pesar de navegar en un mar de dudas donde –para muchos- los sueños chavistas parecen esfumarse, también movilizó a su militancia. Ésta ocupó sitios estratégicos y da la impresión que con su propia movilización y las tareas de inteligencia, el gobierno, logró diluir las amenazas golpistas de la oposición.

Para estar acosado, desgastado, sometido a una inflación (y desabastecimiento) brutal y a una guerra psicológica agresiva, en realidad es un triunfo o un logro haber logrado los niveles de ocupación de la avenida. No es fácil llenarla y así lo reconocen críticos al gobierno. Explicar esta asistencia numerosamente, importante solo por la capacidad de movilización de los recursos públicos que maneja el gobierno es injusto: la defensa de un ideal, de un sueño, de una esperanza, de una historia generó (incluso días antes) expresiones de autorganización.

Fueron fundamentales en el último mes la acciones de desmontaje del aparato militar y terrorista de sectores opositores, en especial de Voluntad Popular. Importantes sumas de dinero, equipos de guerra y de logística, información electrónica y militantes contribuyeron a desmontar parte fundamental de las fuentes de la violencia sangrienta. La detención de algunos jefes de “comandos” (en la frontera, en Caracas) desarticuló una de los puntos de la agenda de la oposición. Lo interesante es que esta desarticulación contó con la colaboración de los sectores “no violentos” que conviven en la MUD.

La campaña de intriga emprendida por la oposición en torno a la Gran Toma de Caracas, devenida luego en simple “toma”, gozó de una importante cobertura mediática (dentro y fuera de fronteras) y logró captar la atención de sectores políticos, económicos, religiosos, educativos… y sobre todo en el imaginario de la comunidad internacional.

Obviamente, la convocatoria opositora tuvo como estímulo el palpable descontento de la ciudadanía por el desabastecimiento, la inflación, la inseguridad, y por lo que algunos analistas señalan como una “progresiva desintegración del gobierno” y las encuestadoras revelan una evaluación negativa de la gestión, “la peor en 18 años” . En verda no “tomaron” Caracas: llegaron hasta su bastión del este rico de la capital.

Detrás de los planes desestabilizadores (y en algunos casos subversivos), la razón explícita y formal fue la de exigir celeridad en el proceso de convocatoria a un referendo para revocar el mandato del presidente Nicolás Maduro.

Pero la MUD desvió el propósito político de su convocatoria y el revocatorio no fue el protagonista, sino las carreras presidenciales de Henry Ramos Allup y Henrique Capriles, convirtiendo la protesta en un acto proselitista, con peleas por el micrófono y un errático, aguado, disperso discurso final de “Chúo” Torrealba en el podio, con la previsible decepción de las bases opositoras.

No era conveniente para la oposición que se produjeran muertos en ese escenario (como en 2014), porque tratan de mostrarse en el mundo como demócratas pacifistas, mientras acusan al chavismo de violento, libreto escrito desde Washington y que repite el secretario general de la OEA, por ejemplo. Las acciones violentas en esa marcha hubieran ido en su contra: en la imagen que quieren vender y en la posibilidad de sumar nuevos presos. Y por eso los focos violentos se focalizaron en Táchira, en la frontera con Colombia, por ejemplo, y no en la capital, una mayor caja de resonancia.

El decepcionante discurso no sólo se dio por el lado de la MUD. En la avenida Bolívar el presidente volvió a imaginarse que era su primer día y empezó a anunciar un programa de gobierno, donde entre otras cosas declaraba la lucha contra la corrupción y el burocratismo… lo que causó risas y burlas en las redes sociales entre la militancia chavista que asistió. Sabe que una de las grandes causas de la debacle, además de la incapacidad en la política económica, es el alto nivel de corrupción apuntalado por redes familiares con influencia en los diferentes niveles de gobierno.

Existe un evidente divorcio entre dos países que no dialogan, quizá ni se reconocen y suelen reencontrarse en coyunturas electorales…o por esas calles… Hay necesidad de tener visiones diferentes de la realidad, pero no llegar a lo ridículo: José Vicente Rangel, vocero comunicacional del oficialismo dijo que a la “Toma de Caracas” asistieron unas 30 mil personas; el vocero de la MUD, Jesús Torrealba, manifestó que se trataba de un millón de militantes de la oposición.

En los últimos dos años, el chavismo había evitado enfrentarse en las calles a la oposición. Los muertos del 2014 fueron causados por la irresponsabilidad política de sectores de la derecha.

Pero este despliegue propagandístico de la Gran Toma opositora, “ha despertado y convocado el musculo chavista que lenta y gradualmente se había adormecido, burocratizado, oficializado. Ante las pretensiones de la oposición, este sector político reacciona y muestra su fuerza y compromiso en importantes concentraciones en el interior del país, suerte de campaña que cierra en Caracas, un día antes del 1 de septiembre, fecha que ya no es coto privado de la oposición”, señala la socióloga Maryclén Stelling.

Algunos analistas hablan –desde la izquierda radical- de un pacto entre gobierno y oposición de derecha, que deja por fuera las necesidades urgentes de la población.

Para la MUD, sostienen, era necesario montar una acción de calle que aceitara las maquinarias partidarias y revitalizara sus escuálidas y fracasadas demostraciones de fuerza, para avanzar hacia el pacto en mejores condiciones. Señalan que era necesario frenar el desgaste político que esos dirigentes están sufriendo con su propia base social y se abstuvieron de reclamar, por ejemplo, la realización de las elecciones regionales a gobernadores, programadas para este mismo año.

El dialogo que hace falta y el que no buscan las cúpulas es un multidiálogo, que contemple al conjunto de actores políticos y sociales coexistentes y que en primer lugar aborde las soluciones urgentes a la crisis de alimentos y medicinas que hoy enfrenta el país, necesidades que no esperan una resolución de la crisis institucional. Y que no se resuelven mágicamente por la realización del Revocatorio, señala Marea Socialista, opositora al gobierno desde la izquierda.

¿Y ahora qué?

De todas formas, el éxito de la movilización desde el punto de vista político y de la asistencia no condujo a que se concretara la salida de Nicolás Maduro de la presidencia y la expectativa creada representa hoy un nuevo elemento de tensión. Un tuit lanzado por opositores se viralizó esa misma noche: #MalditaMUD

¿Qué va a pasar cuando a final del año no hayan logrado nada, ni revocatorio, ni salida de Maduro, ni elecciones regionales?

“La base social de la derecha amanecerá en enero con un ratón (resaca alcohólica) moral de alto calibre y probablemente más desmoralizada que nunca, víctima de una nueva estafa, de un nuevo fraude”, señala el analista Néstor Francia. Lo cierto es la derecha criolla entró, a lo interno, en un callejón sin salida, añade.

Cabe recordar que desde 1998, cuando la victoria de Hugo Chávez, la derecha siempre ha contado con una base electoral grande y su porcentaje de seguidores ha rondado, con vaivenes, cifras entre 40% y 50%. El crecimiento de la oposición –o más bien el decrecimiento de los votantes del bolivarianismo- no significa que el oficialismo haya perdido completamente respaldo, sino en esta sucesión de flujos y reflujos, lo que se afianza es la polarización.
“La salida” está hoy en las elecciones presidenciales de 2018, como estaba pautado, cuando podrá –o no- decidirse una alternancia en el gobierno, la primera desde 1999. Si no se celebra el referendo revocatorio, los contendientes –hoy polarizados – se medirán en las elecciones pautadas en el cronograma del sistema político: gobernaciones, alcaldías y las presidenciales de 2018,

“Ese es el post primero de septiembre que hay que considerar desde ya a través del diálogo, ya que serán dos años de tensiones y de una dinámica social con sus propias demandas y su propio ritmo”, señala el politólogo Leopoldo Puchi.

Lo cierto es que la derecha muestra logros en el frente externo que, sin dudas, era uno de sus principales objetivos. Se hicieron la foto, la publicaron por todo el mundo como muestra de su fuerza, buscando apoyos para la salida de una intervención foránea. El peligro es que estos sectores más antidemocráticos, manden al diablo a los electoralistas y emprendan abiertamente el camino del terrorismo.

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