La Exposición, tras recorrer Francia, Nicaragua, Suiza y Catalunya llega a Euskal Herria para continuar por el Estado español e Italia y otros paises europeos, la cuna de muchos de aquellos contingentes solidarios que participaron en las Brigadas a Centroamérica. El 25 de Marzo estará en Arrasate (Sebero Altube Plaza); del 26 de Marzo al 2 de Abril en Gasteiz (Errekaleor); del 3 al 14 de Abril, en Gares; del 18 al 28 de Abril en Atarrabia (Casa de Cultura).
Seguro que en cada uno de estos lugares, la Exposición evoca recuerdos y despierta desafíos.
El internacionalismo es ahora tan necesario como entonces.
La exposición conocida como “Nicaragua internacionalista” es sencilla en su formato pero profunda en sus mensajes y contenidos. Trabajo surgido de las vivencias imborrables que una gesta colectiva provocó. Ejercicio de memoria histórica para rescatar del olvido la experiencia solidaria de aquellas Brigadas Internacionales que partieron de Europa con destino a Centroamérica.
Las fotografías y sus correspondientes comentarios, evocan las múltiples y diversas actividades que desplegaron quienes llegaron de fuera. También sus muertes.
Bastantes brigadistas fueron víctimas de un paramilitarismo mercenario. La Contra –herramienta contrainsurgente del imperio- se empeñó en demoler lo que la Revolución construía y en ahogar los sueños que la Nicaragua nueva gestaba.
Y es precisamente este pueblo, al trasluz de la actividad de las Brigadas, el que aparece como el gran protagonista; pueblo pequeño y pobre que osó desafiar a la Metrópoli yanki.
Tras ahuyentar a un tirano vendepatrias, se propuso construir una sociedad diferente surgida desde abajo. Y pretendió que aquel estremecimiento subversivo se expandiera por toda Centroamérica. Era demasiada osadía. Sin pretenderlo, aquella región se convirtió en el frente donde se dirimían los intereses del capital amenazados por los utópicos creadores de un mundo socialista. Y fue aquel choque determinante el que movió a muchas y muchos europeos a viajar para ponerse al lado de los humildes, constructores de una sociedad igualitaria. Aquella confluencia internacionalista de sueños, tareas y riesgos no fue baldía. Sembró una semilla que ha fructificado. Desveló los sentimientos más nobles de una humanidad que no se resigna a ser esclava.
Treinta años más tarde, son muchas las cosas que han cambiado, pero hay algunas que siguen vigentes. No ha decaído ni un ápice la ciega brutalidad imperialista y su afán por apropiarse del mundo. Ha sembrado Oriente Medio de guerras y semejantes escabechinas han generado el dramático flujo de millones de refugiados a los que Europa repudia.
África continúa atravesada por dolorosos conflictos bélicos, hambrunas provocadas y miserias sufridas. La Centroamérica que nos sedujo no se libra de los zarpazos de la bestia. La emergente Latinoamérica continúa siendo el patio trasero de la Metrópoli; ahora, como en tiempos de Gaitán, Arbenz, el Che, Allende o Bishop… el imperialismo arrincona a líderes que promueven cambios y amordaza a pueblos que sueñan utopías.
Aquella Europa internacionalista y solidaria, está llamada a derrotar el racismo y la xenofobia que se incuba en su propio seno.