teleSUR.- La cobertura informativa de los grandes medios de comunicación sobre Venezuela las últimas semanas, dando cobertura a las marchas de la oposición y silenciando el apoyo popular al gobierno de Nicolás Maduro, es el tema de análisis de la última entrega de nuestra sección Justo Al Medio.


La Postverdad

Con el Mazo Dando - VTV

La postverdad no es un contenido determinado, sino un programa que se instala en la cabeza de la gente y que luego procesa todos los materiales diseñados para ratificar esa convicción profunda.

Es por eso que usted ve a unos vándalos destrozando las vías y otros bienes públicos, y piensa que son valientes luchadores pacíficos por la libertad.

El programa, una vez implantado, no falla. Veamos: lanzan un objeto contundente y le parten el cráneo a una señora que, fatídicamente, estaba por allí cuando cruzaba un grupo de manifestantes chavistas. El objeto contundente fue lanzado contra dicho grupo de personas, lo que hace sospechar que lo arrojó alguien fanatizado en contra del gobierno, pero la versión que usted decide creer es que a la señora la mataron los colectivos chavistas. No tiene lógica por ningún lado que se le mire, pero para usted esa es la única verdad admisible. La señora queda así automáticamente sumada a la lista de víctimas del gobierno, no a la de la derecha fascista.

Matan a tiros a una muchacha en Táchira. Las experticias determinan que la mató un señor equis, pero usted –chip mediante- no quiere creer eso. Usted quiere creer que la mataron los colectivos chavistas. “¡Fueron los colectivos, fueron los colectivos!”, repite usted, en una especie de trance, un cacerolazo verbalizado, mediante el cual no oye argumentos en contrario.

En San Antonio de los Altos, un francotirador mató a un guardia nacional, joven venezolano de 28 años, con un hijo recién nacido. Usted, gracias al programa, opta por considerarla una muerte justa (tal vez sería mejor decirle “justiciera”, pero no compliquemos la cosa). Además, a la hora de hacer los balances, el guardia también figura como víctima de la represión de la dictadura contra el pueblo desarmado, no de los instintos asesinos de alguien que se dice demócrata.

En medio de la locura generalizada, un grupo de manifestantes se lanzó al río Guaire. Lo hicieron porque quisieron, pero usted –con su app mental en marcha– piensa que los gendarmes del rrrégimen los obligaron sádicamente. Como suele ocurrir con tantas otras cosas en estos tiempos, la incidencia provocó comentarios jocosos y memes. Lo mismo hubiese pasado si los protagonistas del insólito suceso hubiesen sido chavistas creyentes en las promesas que una vez hizo una funcionaria respecto a la descontaminación del río caraqueño. Pero en este caso, gracias a su posverdad intracerebral, a usted le parece que burlarse de los bañistas escatológicos es un delito de lesa humanidad. “Serán juzgados en La Haya”, dice usted indignado.

Un muchacho muy enjuto aparece desnudo frente a los equipos antimotines de la Guardia Nacional. Avanza hacia ellos caminando como si fuera una víctima del napalm gringo en Vietnam y hasta se monta en el capot de una de las unidades. Eso podría indicar que los agentes del orden público fueron tolerantes con el exhibicionista hasta un nivel casi cómico. Pero como usted tiene el software metido en el coco, lo toma como una muestra de la brutal represión de la autocracia madurista. Las versiones más acabadas dicen que los esbirros lo obligaron a desnudarse. Sería difícil explicar por qué, si fue así, esos bichos tan malos le permitieron que se quedara con los zapatos y las medias y que conservara su koala. Misterios de la ciencia, diría el profesor Lupa. Pero a usted esa tesis de que los malvados guardias obligan a la gente a desnudarse le viene de perlas como verdad indiscutible.

Le toca el turno a una señora mayor colocada frente a otra de las unidades de orden público. La GN se porta bien con ella, incluso la retiran del lugar hasta que quede fuera el radio de acción del disturbio (porque, que conste, la guardia arrojaba gases porque había un disturbio). Pero usted es una criatura amaestrada por su circuito integrado y dice que la señora fue salvajemente reprimida y que ahora está desaparecida o, tal vez, que está siendo sometida a crueles torturas en El Helicoide.

Unos jóvenes, que resultaron ser mellizos, son capturados luego de participar en el ataque e intento de quema de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura, un delito que en otros países podría acarrear cadena perpetua o decenas de años de prisión. Las autoridades muestran videos con el testimonio de uno de ellos. La oposición pacífica y democrática dice que los pobres morochitos fueron torturados salvajemente. Usted, microprocesador en acción, cree esto último. Las autoridades muestran informes médicos forenses según los cuales, los gemelos traviesos están en perfectas condiciones, no muestran signos de maltrato alguno. Pero usted, por obra de su pequeño implante, decide que miente el presidente, mienten los ministros, mienten los doctores, mienten los fiscales, mienten los funcionarios de la Defensoría… miente todo el mundo, excepto la MUD y el padre de los valientes morochos. “El del papá es un testimonio desgarrador”, dice un dirigente en tono telenovelesco que hubiese envidiado Raúl Amundaray en sus buenos tiempos. Usted también llora, de rabia y de solidaridad.

Repentinamente, en plena noche, en la zona del Valle irrumpe un grupo muy bien armado, causado muertes, terror, destrozos y saqueos. El acontecimiento no es precisamente favorable para un gobierno que se ufana de la paz en las zonas populares. Según fuentes confiables de inteligencia, parece haber sido ejecutado por bandas criminales que mantienen relaciones peligrosas con ciertos personajes de la oposición. Usted, por supuesto, no va a creer nada de eso. El filtro que tiene instalado junto a la amígdala cerebral le dice que “fueron los colectivos chavistas o, en todo caso, malandros, que también son chavistas porque todos los malandros lo son”.

La lista sería interminable, pero por hoy basta. Y, claro, el chip de la posverdad sabe también defenderse de cualquiera que intente hacerlo a usted reflexionar un poco acerca de lo que habitualmente toma como verdades y lo que se niega siquiera a considerar como una posible alternativa.

Por eso es que, en este momento, usted siente muchas ganas de descalificar esta nota. Tal vez decida pensar que la escribió un colectivo armado.

 

Venezuela: la derecha busca un baño de sangre

Ángel Guerra Cabrera - La pupila insomne

Más de 26 muertos, cientos de heridos y daños materiales estimados en 100 mil millones de bolívares es el saldo provisional de la violencia generada por el demencial clima de odio y violencia desatado por las protestas opositoras en abril.

¿Sus antecedentes inmediatos? Hace poco más de un año la contrarrevolución obtuvo mayoría en la Asamblea Nacional(AN) y se sentía más fuerte que nunca. Por primera vez desde 1998 había superado al chavismo en unos comicios. No hizo más que instalarse el órgano legislativo e inició un camino irracional hacia el golpe de Estado, que es lo suyo.  El nuevo presidente del Legislativo manifestó que en seis meses sacaría del cargo a Nicolás Maduro. Al continuar este en su puesto pasado el plazo, los legisladores oposicionistas le hicieron un juicio político en 24 horas y acordaron convocar elecciones en 30 días, decisiones para las que la AN no está facultada por la Constitución. Para no hablar de la ridícula “ausencia” del mandatario que declararon.

La AN se extralimitaba cada vez más en sus competencias y atropellaba las de otros poderes del Estado, cuando decidió juramentar a tres diputados cuya elección había sido anulada por el Consejo Nacional Electoral, que la consideró fraudulenta. Ante el reiterado atropello de la Constitución, es que el Tribunal Supremo, garante de su observancia, decide declararla en desacato y en el ínterin asumir algunas de sus funciones ante asuntos que requieren resolución urgente por interés social. Bastaría que revocara la juramentación de los tres diputados para que cesara la situación de desacato.

Pero no, prefiere acusar a Maduro de haber dado un “autogolpe”, cuando en realidad es la mayoría opositora la que mantiene una conducta golpista desde la misma instalación de la AN, que se retrotrae al golpe del 11 de a abril de 2002, del cual son cómplices todos sus cabecillas más connotados.

El autogolpe ha sido el pretexto para la nueva ola de protestas violentas, siempre apegadas, al igual las de febrero de 2014, al manual del asesor de la CIA Gene Sharp y a las directivas de la Operación Venezuela Freedom 2 del Comando Sur yanqui. En concordancia con la violencia opositora, sus exigencias son inaceptables por su carácter golpista: destituir a los jueces del Tribunal Supremo, convocar elecciones de inmediato, liberar a los presuntos presos políticos y abrir un canal “humanitario” para asistir a la población. Puro cinismo.

Es también el caso de la marcha convocada para el miércoles 26, cuyo supuesto objetivo era entregar una carta en la oficina del Defensor del Pueblo para solicitarle que –bajo descaradas amenazas- declare en falta grave a los jueces del Tribunal Supremo, requisito legal para que la AN los destituya. El objetivo real era buscar derramamiento de sangre y una vez más lo consiguieron. Tarek Williamn Saab, Defensor del Pueblo, ha dicho que la misiva fue entregada ya 15 veces por personeros opositores y desestimada por improcedente. Esta marcha, como siete anteriores que la oposición ha intentado conducir al centro de Caracas no han sido autorizadas, como ocurre en otros países, donde se impide marchar en determinadas áreas. Aquí una explicación de por qué la prohibición(http://www.albatv.org/Por-que-el-gobierno-venezolano-no.html).

Con el extremismo de derecha en el poder en Washington, la contrarrevolución tiene cuatro objetivos: asaltar el poder no importa el costo en vidas humanas y a la economía(otra Siria); impedir la recuperación económica y política de la Revolución Bolivariana en pleno curso y ocultar su hundimiento político en un momento en que el chavismo ha ganado considerable fuerza, como lo demuestran sus movilizaciones de calle en comparación con las de los adversarios.

La hostilidad de la OEA, de varios gobiernos de derecha o atemorizados y la campaña mediática sin precedente contra Venezuela han contribuido mucho a estimular la demencia opositora. Un individuo mediocre, rencoroso y de baja estofa como Almagro, ha terminado de descalificar a la OEA para tratar cualquier tema relacionado con la patria de Bolívar.

Al fin y al cabo, el organismo siempre ha sido instrumento de la política injerencista y agresiva de Washington contra los gobiernos soberanos de nuestra América.

El fin único de la oposición es derrocar el orden constitucional para volver al infierno neoliberal y a la represión masiva contra el pueblo. Mucho peor y más sangrienta que la ejercida después del caracazo.

Twitter: @aguerraguerra

 

La “oposición democrática” en Venezuela: Peor que el fascismo

Atilio Borón - Cubadebate.- La secuencia de los acontecimientos que tienen lugar en la República Bolivariana de Venezuela demuestran que la estrategia de la mal llamada “oposición democrática” es una conspiración sediciosa para destruir el orden democrático, arrasar las libertades públicas y aniquilar físicamente a las principales figuras del chavismo, comenzando por el mismísimo presidente Nicolás Maduro, su familia y su entorno inmediato. Los opositores están recorriendo metódicamente los pasos indicados por el manual desestabilizador de “no violencia estratégica” (¡sic!) del consultor de la CIA Eugene Sharp. No puede haber el menor equívoco en la interpretación de las criminales  intenciones de esa oposición y de lo que, si llegaran a triunfar, serían capaces de hacer. Si sus jefes lograsen involucrar militarmente a Estados Unidos en la crisis venezolana propiciando la intervención del Comando Sur –con la tradicional colaboración militar de los infames  peones de Washington en la región, siempre dispuestos a respaldar las aventuras de sus amos del Norte-  arrojarían una chispa que incendiaría la reseca pradera latinoamericana. Las consecuencias serían catastróficas no sólo para nuestros pueblos sino también para Estados Unidos que seguramente cosecharía, como en Girón, una nueva derrota en nuestras tierras.

Esa es la apuesta de esta oposición, canallescamente exaltada por la prensa hegemónica mundial -como antes lo hiciera con “los combatientes por la libertad” en Nicaragua y, después, en Libia e Irak- y que miente descaradamente al presentar lo que realmente está ocurriendo en Venezuela. La tentación de la derecha venezolana de internacionalizar el conflicto y atraer al músculo militar del imperio cobró nuevos bríos al conocerse las recientes declaraciones del jefe del Comando Sur, Almirante Kurt Tidd, ante la Comisión de Fuerzas Armadas del Senado de Estados Unidos, y sobre todo cuando se hizo pública la designación de Liliana Ayalde como Vice Jefa Civil del Comando Sur. Esta se desempeñó como embajadora de Estados Unidos en Paraguay en vísperas del “golpe parlamentario” contra el gobierno de Fernando Lugo, ocasión en que se movió tras bambalinas para garantizar el éxito de los golpistas. Luego de unas breves vacaciones retornó a la región para ocupar el mismo cargo pero esta vez en Brasilia, donde alentó y auspició el “derrocamiento institucional” de Dilma Rousseff. Consumada su obra regresó a Estados Unidos en busca de nuevas misiones desestabilizadoras y la encontró en el Comando Sur. En otras palabras, la número dos esa organización es mucho más peligrosa que su jefe: hija de un médico colombiano radicado en Estados Unidos, Ayalde es una temible experta en demoliciones políticas, y fue designada (¡seguramente por obra del azar!) para el cargo que hoy ocupa en Febrero del corriente año, en coincidencia con la intensificación de las protestas violentas en contra del gobierno bolivariano. Según puede leerse en el sitio web del Comando Sur su misión es “monitorear el desarrollo y refinamiento de la estrategia regional del Comando Sur y sus planes de cooperación en materia de seguridad”. Lo que la oposición “democrática” venezolana desea es precipitar una violenta “transición” al pos-chavismo, re-editando en la patria de Bolívar y de Chávez la tragedia ocurrida en Libia o Irak. Ese es su plan, el modelo que se desprende de las desaforadas e irresponsables arengas violentistas de sus líderes y lo que el Comando Sur y su tenebrosa vice jefa tienen en carpeta. Pocas designaciones podrían haber sido más oportunas que ésta para alentar a los sectores violentistas de Venezuela. Y pocas actitudes serían más suicidas del gobierno venezolano que pretender apaciguar a los violentos con concesiones de distinto tipo. Desgraciadamente ha llegado “la hora de los hornos” y sólo podrá verse la luz, como decía José Martí, si el estado aplica todo el rigor de la ley y apela a la eficacia de su fuerza para someter sin miramientos al vandalismo de la derecha y aplastar el huevo de la serpiente antes de que sea demasiado tarde.

¿Fascistas? Si, por sus métodos, similares a los empleados por las bandas armadas de Mussolini y Hitler para aterrorizar a italianos y alemanes sembrando destrucción y muerte por la nueva oleada terrorista; fascistas por su contenido político, pues su propuesta es intrínsecamente reaccionaria al pretender borrar de un plumazo, como infructuosamente se intentara en el golpe de estado del 11 de Abril del 2002, todas las conquistas populares alcanzadas desde 1999 en adelante. Fascistas también por la absoluta inmoralidad e inescrupulosidad de sus líderes, que alimentan el fuego de la violencia, incitan a sus bandas de lúmpenes y paramilitares a atentar contra la vida y la propiedad de los venezolanos y las agencias e instituciones –hospitales, escuelas, edificios públicos, etcétera- del estado y que no se arredran ante la posibilidad de sumir a Venezuela en una cruenta guerra civil o, en el improbable caso de prevalecer, convertir a ese país en un abominable protectorado norteamericano.

Dicho todo lo anterior los opositores venezolanos son peores que los fascistas en la medida en que estos conservaban, por lo menos, un cierto sentido nacional. Sus congéneres italianos y alemanes ni remotamente se arrastraron en el fango de la política internacional para ofrendar sus países a una potencia extranjera como lo hace, hundida para siempre en eterna ignominia, la derecha venezolana que alternativamente gime o aúlla para que su patria, la patria de Simón Rodríguez y Francisco de Miranda, de Simón Bolívar y Hugo Chávez, se convierta en una abyecta colonia norteamericana. Tratarlos de fascistas sería hacerles un favor. Son mucho peores y más despreciables que aquellos.

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