AVN.- Las operaciones psicológicas, empleadas como estrategias fundamentales de la guerra no convencional, ahondan en un conjunto de condiciones que someten a la población a la conflictividad, para atizar la violencia e impulsar matrices de opinión nacional e internacional en contra de gobiernos legítimamente instituidos para propiciar la ruptura del orden democrático, señaló el psicólogo social Fernando Giuliani.

El vocero del Colectivo de Psicólogos Por el Socialismo, durante su participación en el I Foro Internacional de Psicología, Violencia y Operaciones Psicológicas, en la Cancillería venezolana, refirió que Venezuela es blanco de estas estrategias por su importancia energética y geopolítica dentro del ámbito latinoamericano y caribeño, donde ha venido construyendo una revolución socialista que fomenta la integración regional.

Explicó que dentro de la "lógica" con la cual opera esta estrategia no convencional, se tiende a banalizar los efectos de la guerra psicológica que opera en las interacciones individuales y colectivas, donde existen prejuicios y estereotipos con un alto nivel para menguar la capacidad reflexiva, de manera tal que sea la misma población la que genere las condiciones para el derrocamiento.

"Se monta la matriz internacional de que en ese país se está viviendo una 'catástrofe' y que ese gobierno no puede hacerse cargo de sus funciones fundamentales", lo que alimenta la matriz de un "Estado forajido" que "reprime y viola los Derechos Humanos" para crear las condiciones para la intervención extranjera, expresó.

De acuerdo con el especialista, el discurso de quienes promueven esta guerra insiste permanentemente en que es una estrategia de resistencia, y para que esta modalidad prospere, posicionan como matriz de opinión que en el país hay una dictadura. "Eso se va repitiendo, se va armando en una narrativa, se le va dando articulación jurídica y sobre todo se va generando mucha confusión", puntualizó Giuliani.

En Latinoamérica hay una larga historia de dominación, injerencia y golpes de Estado, pero la llegada en los últimos años de gobiernos progresistas populares ha obligado en las últimas décadas a las potencias dominantes a cambiar sus estrategias, acotó.