teleSUR.- La comida subsidiada es primordial en este escenario de aumento de precios que asfixia. Más de 50 toneladas de comida fueron incendiadas en el estado de Anzoátegui el pasado jueves. Dos encapuchados entraron al centro de acopio y prendieron fuego a los alimentos de cientos de familias en Venezuela.


Dos sujetos ingresaron al depósito de alimentos de Mercal e iniciaron un incendio que duró casi una hora en el estado Anzoátegui, ubicado al noreste Venezuela.

El panorama es desolador: bultos y bultos de comida quemada. Mantequilla, pasta, carne, azúcar -derretida-, leche, arroz, por toneladas. Entre 50 y 60 en total, de las 180 que se encontraban en la noche del jueves, cuando dos personas ingresaron y prendieron fuego el depósito de Mercal que se encuentra en Lechería, frontera con Barcelona, el mayor del estado Anzoátegui. El incendio duró casi una hora. Se retiraron con el edificio en llamas y tres pintadas: “chavistas malditos”, “no más hambre”, y “viva Leopoldo”.

Se sabía que el edificio era un objetivo militar. No solamente el Mercal, sino también el Pdval y el Abasto Bicentenario, que ya había sido atacado con bombas molotov. Esta vez, con un esquema de ataque furtivo y nocturno lograron parte del objetivo que era destruir hasta el mismo galpón.

El hecho marca dos elementos. El primero es que el eje económico está en primer plano del intento de asedio hacia el Golpe de Estado. Así lo indicaba el aumento de precios sostenido -en las calles de Barcelona el kilo de harina de trigo subió de 4.500 a 9.000 en una semana, y el azúcar de 5 mil a 7 mil en tres semanas- y los ataques, tanto secuestros como trancas, a camiones de las redes de distribución de alimentos del Estado. Ante eso en Anzoátegui ya existe un plan por parte del gobierno para custodiar los camiones en el recorrido desde la entrada al estado hasta el depósito final.

El segundo elemento es la frontalidad del ataque. Hasta el momento la trama de la guerra económica se había desarrollado casi siempre en las sombras, el anonimato, la negación de su misma existencia: omnipresente hasta invisibilizar a los responsables y culpar al Gobierno y su modelo. Con esta acción la guerra emerge y se muestra como tal, necesita desabastecer a los sectores más humildes en este plan de asalto, dicen, final, que está en marcha.

-La oposición está jugando con el hambre del pueblo, ellos tienen plata, nosotros no.

Dice una señora mientras prepara bolsas de comida con lo que quedó en el Mercal. Los quince productos que serán entregados a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción cuestan 10.870 bolívares. Su precio de calle sería unos 140.000 bolívares -el sueldo mínimo es, con cesta ticket incluidos, 200.000. La comida subsidiada es primordial en este escenario de aumento de precios que asfixia. Quemar el Mercal significa atacar directamente a los sectores populares: esa comida va destinada a escuelas, centros de salud, geriátricos, misiones sociales, casas de alimentación, consejos comunales. Las clases medias altas y altas no dependen de esos alimentos.

-Anoche estaba sufriendo y lloré por esto, porque esto nos pertenece a nosotros todos.

Dice un hombre ante el barro de escombros, restos de comida, y cenizas que están en el piso del Mercal. Esa frase condensa una pregunta: ¿qué legitimidad puede reunir la derecha con una acción de este tipo? Sus voceros afirman que fue un autoatentado del gobierno -como el ataque del helicóptero al Tribunal Supremo de Justicia, y el Ministerio de Relaciones Interiores, Justicia y Paz- y se deslindan de toda responsabilidad, con el apoyo de los medios de comunicación que los acompañan en la construcción de la matriz. Aun así, ¿es posible que, más allá de su base social radicalizada, sectores mayoritarios de la población aprueben el hecho o crean que fue obra del gobierno? Pareciera que no.

La pregunta es entonces otra: ¿buscan legitimidad o avanzan en acciones de guerra frontales que saben que no reunirán consenso? En el segundo caso sería una muestra de desesperación en el intento de quebrar la correlación de fuerzas, el predominio de una línea de guerra que ha aceptado que resulta imposible sumar a los sectores populares desde la política, y que es necesario llevar a escenarios mayores de desesperación y caos que puedan generar explosiones sociales. Atacar para quitar la comida es, dentro de esa lógica, la mejor táctica.

Este asedio a la economía está superpuesto a los otros ataques. El plan es no dejar espacio de escape: si no es la comida, que sea la violencia, el miedo, los destrozos a comercios, instituciones del Estado, espacios populares, las trancas por horas, los asaltos a cuarteles militares y policiales, los muertos de cualquier signo político -siempre jóvenes-, los linchamientos y asesinatos selectivos a chavistas. Que nunca exista respiro, que la cotidianeidad sea una batalla en todos los frentes, que el chavismo recule, la base social de la derecha avance -con sus grupos de choques, malandros y paramilitares al frente- y en el mundo de las clases populares se repliegue de la política o salga a las calles ante oportunidades de saqueo.

La derecha no obtiene los resultados esperados. Su base social no logra aumentar su capacidad de movilización, una parte creciente de la población rechaza el despliegue de violencia, y el chavismo resiste. Por eso aprietan sobre la economía, apuestan a traiciones públicas -como Luisa Ortega Díaz y Miguel Rodríguez Torres-, al desprendimiento de sectores cívico-militares del chavismo, vuelven a los desplieguen de asedio sobre diferentes localidades, como Aragua y Barquisimeto esta semana, y siguen con el anuncio de conformación de un gobierno paralelo.

El tiempo es este mes. Todo el bloque reunido bajo el eje anti-Constituyente, que responde a la estrategia de los Estados Unidos, apuesta en esa dirección. Por eso el incremento de las acciones, las formas de violencia, de las muertes, de las acciones abiertas de guerra como la quema del centro de abastecimiento de Mercal y el ataque desde el helicóptero -con alta carga simbólica. Resulta difícil saber hasta dónde pueden llegar: su objetivo es claro, sus métodos son todos los que puedan utilizar según las condiciones y la escalada.

Es momento de inteligencia y unidad del chavismo, tanto para resistir la guerra que ya no se esconde, como para lograr una participación alta en las elecciones 30 de julio. Y para dar respuestas materiales -no solamente de alimentación- a problemas que se viven en los sectores populares que alejan a muchos de la política, los sumergen en la resolución de las urgencias diarias. La batalla parece ganarse con política y resolución de problemas concretos.

 

Murió joven del Frente Francisco de Miranda herido de bala en Lara

Correo del Orinoco.- La mañana de este sábado falleció Ramsés Martínez, joven militante del Frente Francisco de Miranda (FFM), quien había sido herido de bala la tarde de este viernes en la avenida Libertador de Barquisimeto, cuando intentaba con un grupo remover una barricada en el sector La Botella, informó el director estadal del FFM, José Santeliz.

Martínez recibió un disparo en la cabeza luego de quitar una barricada, colocada por grupos violentos financiados por la derecha, hecho que se produjo pasadas las seis de la tarde de este viernes en esa ciudad centro-occidental del país, sitiada este viernes por la violencia promovida por la derecha.

Martínez fue trasladado inmediatamente al Hospital Central Antonio María Pineda de Barquisimeto.

Su estado “era muy grave, su situación muy crítica, acaba de morir”, informó este sábado por vía telefónica el director estadal del FFM en Lara.

José Santeliz informó que Ramsés Martínez tenía 20 años, militaba en el Frente Francisco de Miranda desde los 16 años.

Era trabajador social, integrante de la Misión Jóvenes de la Patria Robert Serra, estudiante de la Misión Ribas.

Ramsés “era un gran trabajador, involucrado en cada una de las tareas de nuestro frente”, especialmente en su comunidad, Valle Lindo, también en la Ruezga y comunidades adyacentes.

El FFM, movimiento de jóvenes luchadores de la Revolución Bolivariana, repudió en un comunicado los hechos de violencia ocurridos este viernes en Barquisimeto y Cabudare, así como en los tres últimos meses en ambas ciudades.

Responsabilizaron al alcalde de Barquisimeto, Alfredo Ramos, de promover la violencia, y al gobernador de Lara, Henri Falcón, de ampararla, excesos que han enlutado la vida de más de una decena de habitantes de este estado del país.

Igualmente ha dejado destrucción, saqueo, quema, tala, linchamiento y heridos.

 

Sabotaje al sistema eléctrico ocurrido este sábado en el estado Zulia dejó como saldo una persona muerta

Correo del Orinoco.- “Para que el pueblo venezolano tenga una idea, el tamaño del transformador equivale a dos camiones modelo 750, juntos, uno al lado del otro. Este transformador tiene un peso aproximado de 44 toneladas”, especificó el ministro para la Energía Eléctrica.

El ministro del Poder Popular para la Energía Eléctrica, Luis Motta Dominguez, denunció que este sábado, en horas de la madrugada, fue soboteado el sistema eléctrico en el estado Zulia, que dejó como saldo una persona fallecida.

Durante un contacto informativo con Venezolana de Televisión, el funcionario detalló que el cuerpo quedó carbonizado e irreconocible, tras la explosión de un transformador de la Subestación Miranda, en Cañada Honda.

De acuerdo con las declaraciones de Motta Dominguez, el cadáver del hombre se encontraba guindado en las líneas de alta tensión. “La persona quedó totalmente carbonizada. No vayan a decir que estaba robando cables en una tanquilla”, expresó.

El funcionario precisó, en ese sentido, que el incidente dejó sin energía eléctrica al casco central de Maracaibo.

“Para que el pueblo venezolano tenga una idea, el tamaño del transformador equivale a dos camiones modelo 750, juntos, uno al lado del otro. Este transformador tiene un peso aproximado de 44 toneladas”, especificó.

Finalmente, el titular del despacho para la Energía Eléctrica estimó que la reconstrucción de la Subestación Miranda oscila por el orden de los 2 mil 500 millones de bolívares.

“Este sabotaje, dirigido por la derecha terrorista, ha traído también perdidas materiales incalculable”, puntualizó.

 

Guarimbas impiden suministro a gasolineras del este de Caracas

Correo del Orinoco.- El pasado 2 de mayo, en horas de la noche, un grupo de terroristas incendió una gandola perteneciente a Pdvsa en Cabudare,en el estado Lara.

Las estaciones cerradas y sin combustible en el este de Caracas son precisamente aquellas cercanas a las guarimbas y demás modalidades de cierre de vías por parte de los grupos violentos de la oposición.

En contraste, las estaciones de servicio ubicadas en el oeste de la capital permanecen abastecidas y funcionando en sus horarios habituales, según un reporte efectuado por personas vinculadas el mercado interno de hidrocarburos.

El cierre de vías impide el libre tránsito de las cisternas que abastecen a varias estaciones de servicio durante el día. Voceros de Fenegas, gremio que agrupa a los expendedores de combustibles, indicaron que diariamente deberían entrar a Caracas 190 cisternas, con 37.000 litros de capacidad, las cuales llevan gasolina de 91 y 95 octanos, además de diésel.

No obstante, debido a las acciones de protesta y continuas trancas, 70 cisternas no pueden llegar a su destino, dejándose de atender un promedio de 40 estaciones de servicio, la mayoría en la zona este de la ciudad. Pdvsa ha ratificado que las actividades en el llenadero de Guatire, que surte a la capital, son normales.

 

Venezuela: queman 50.000 kilos de alimentos para los más pobres

Isla mía.- Contra los más pobres es la guerra de la "oposición pacífica" de Venezuela, de ahí que no es en los barrios menos favorecidos donde se dan las protestas, algo que no hace notar la prensa corporativa internacional.

El último anuncio al respecto, es que 50.000 kilos de alimentos para los más pobres han sido quemados por los llamados grupos opositores en el estado de Anzoátegui, al este del país.

Así lo informó el ministro de Alimentación Rodolfo Marco Torres, quien explicó que esos grupos quemaron un almacén con más de 50 toneladas de alimentos dirigidos a los más pobres, en un local de un organismo estatal venezolano, de acuerdo con la reseña de LaRepublica.es.

El atentado contra los más desfavorecidos no produjo víctimas directas y los alimentos, que iban a ser distribuidos entre las comunidades con menos recursos y algunos centros educativos, eran leche en polvo, arroz, harinas, aceite, pastas y leguminosas.

El pasado 16 de junio otra sede de este organismo fue atacada, dos voluntarios resultaron heridos de bala.

La oposición de Venezuela está atacando sedes que reparten alimentos entre los más pobres, para que la prensa occidental posteriormente acuse al gobierno de la escasez de comida en ciertos territorios.

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