Eder Peña - Misión Verdad.- Suben y bajan, son las 10 pm y todavía están censando, hablando con las vecinas, explicando cómo se mejorará la distribución, porque la data debe cuadrar para que en la entrega nada se atrase ni se complique. Los muchachos pasan mensajes por el WhatsApp explicando que no pudieron visitar todos los hogares porque es mucho el rato que se lleva conversar con cada jefe de familia y es un problema convocar a asambleas porque la gente está ocupada, no va, llega tarde, se quiere ir temprano.


La vecina que trabaja en el condominio, pero no en el Comité Local de Alimentación y Producción (CLAP), apoyó con las impresiones de las planillas, en casa le brindamos una torta de casabe de un bulto que compramos barato, otro vecino ofrenda un poquito de café guayoyo, diciendo que tampoco muy fuerte para que no se trasnochen y al día siguiente estén dormidos. Así se va enfrentando la guerra, con un trabajo que no deja de garantizarle alimentos a bajo costo a las familias (interrumpimos este relato para ir a buscar unos tobos de agua en casa del líder de calle que pegó una manguera desde otro edificio). En 2018 este equipo mejoró su desempeño, con un liderazgo serio, laborioso y transparente.

A nuestro país, la FAO le daba premios por la seguridad alimentaria, pero todo acabó cuando disminuyeron los ingresos petroleros y cuando la burguesía intensificó y afinó su táctica de encarecer, contrabandear y esconder tanto los alimentos como los demás productos de consumo cotidiano. Aun así se mantienen programas sociales. Se ha optado por privilegiar a la gente y mantener constantes los incrementos salariales y programas de pensiones, se ha atendido directamente la necesidad alimentaria de la gente con producción nacional e importada. Estamos lejos de la soberanía alimentaria pero pudiera ser una de las lecciones que esta guerra nos esté dejando.

Además el CLAP ha servido de movilizador por excelencia de la política local, los enemigos lo saben, por eso no falta quien sabotee para que algunas cosas fallen y estos liderazgos queden mal. Nos pasó con un pan que pagamos hace ya unos meses, no han llegado por mucho que hemos reclamado tanto los vecinos como los miembros del comité, hay funcionarios jugando al "Lobo de Wall Street" por aquí y por allá.

Otros barrios vecinos han instalado su panadería comunal, el gobierno les ha ayudado a equiparla y han hecho cursos de buenas prácticas, eso dice una amiga que trabaja de secretaria pero ha aprendido a hacer panes y postres, está en el CLAP de su comuna y la panadería va viento en popa. A nuestro barrio aún no le ha llegado el nivel organizativo para una iniciativa así, pero se hace de todo para que la cosa camine.

Para los vecinos la comunicación es importante. Mientras el fascista Jair Bolsonaro llegó al poder mediante agresivas campañas de desinformación dirigidas directamente a los celulares de los votantes, en nuestro barrio el CLAP se utiliza con esa red para lograr la eficiencia tanto en la información como en la descarga y distribución rápida de los alimentos. En Brasil los pobres no "se volvieron" anti PT, el trabajo psicológico fue bien planeado y parecido al que hicieron contra nuestro pueblo en 2015 cuando el antichavismo ganó la Asamblea Nacional.

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Las mandarinas que nos compartieron son dulces y pequeñas, en una comunidad periurbana por allá por las montañas, los compas tienen pocos años mudados a la zona, pero con varios vecinos de ese Frente Campesino lograron armar este año que termina un plan de autosustentabilidad que va desde la siembra de tubérculos, pasa por el trabajo colaborativo y llega hasta la cría de cochinos. Esto incluye bioinsumos y semillas criollas para no envenenar la comida ni depender de tecnologías privativas, las fórmulas han sido probadas y han reportado resultados prometedores.

Es un tema serio, sobre todo en un país donde las importaciones agroalimentarias ascendieron desde 1 mil 469 millones de dólares en 2003 hasta 8 mil 122 millones en 2012, aumentando más de cinco veces su valor.

Este plan incluye la recuperación de las zonas que hayan sido impactadas con la siembra de árboles nativos de la zona, la construcción y equipamiento de sus viviendas, reciben ayuda concreta de las autoridades regionales. Se trata de planes realistas elaborados bajo el estudio serio de las condiciones que la guerra impone. Es un plan que se está reevaluando continuamente.

Si muchas comunidades desconectáramos nuestra alimentación de quienes controlan la distribución, ellos tendrían que revisar cómo fregarnos, porque de esa manera tendríamos acceso a lo que se produce sin que ellos pudieran anteponer hasta 18 intermediarios entre quien produce y quien consume. El queso es un buen ejemplo, lo han aumentado casi en un 19 mil por ciento.

Esa burguesía cazadólares viola todo acuerdo aprovechando que poseen los medios materiales y culturales para hambrearnos, así lo hacen desde hace más de 20 años pero más intenso desde 2016 cuando su boicot coincidió con bajos precios del crudo. Parte de su juego es lograr desaparecer de los análisis, que se hable sólo de los efectos o de lo que el gobierno hace o no hace, pero no de las causas estructurales de la escasez y la especulación que forman parte de la espiral hiperinflacionaria.

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Múltiples y diversos son los sistemas de intercambio solidario, iniciativas económicas que han intentado reducir la intermediación y control en la distribución de alimentos por parte de sectores económicos hamponiles. Está el plan "Pueblo a Pueblo" en el barrio San Agustín, cada semana se ve a un grupo de mujeres y hombres fajados en la distribución de hortalizas traídas desde varios pueblos productores en la zona centroccidental y andina, aunque a veces distribuyen también otros alimentos como pescado traído de la costa.

Siempre impacta la logística y el ánimo, pero la guerra no ha podido derrotar experiencias como la "Alpargata solidaria" en Caracas, la Red de Trueke en la Sierra de Falcón o el sistema "Mano a mano" de Mérida, entre otras, han escalado a niveles de organización adaptados a las necesidades apremiantes y han comprendido que no hay posibilidad de salir ilesos de esta paliza multiforme transitando solos, estas iniciativas y muchas más buscan no solo resolver el tema alimentario sino establecer nexos entre consumidores (o prosumidores) y productores organizados. Estas relaciones les encuentran y permiten replantear la vida (sí, la vida) en común teniendo en cuenta no sólo el alimento sino todo lo que culturalmente ella encierra tanto del territorio y de la historia como de los bienes y servicios que comparten quienes integran estas iniciativas.

La gente se va articulando, muchas de estas experiencias son encabezadas por mujeres, quienes son objetivo fundamental del enemigo para desvirtuar su autoestima y tiempo para vivir y dar vida, no solo desde la maternidad sino desde la organización comunal en la que son protagonistas. El asedio es diario, ellas son la mayor fortaleza de la Revolución Bolivariana y son atacadas por todos los flancos.

Una respuesta ha sido un plan que, cuando inició en 2017, permitió captar a más de 400 mil venezolanas embarazadas para que recibieran consulta médica mensual gratuita, acceso a medicamentos y complementos tradicionales vitales durante el proceso de embarazo. Además mediante el Plan Nacional de Parto Humanizado reciben recursos económicos para solventar algunos gastos de la maternidad y la gestación y alumbramiento en condiciones armónicas, donde se velan por los derechos de la madre, la familia y el nuevo ser que llega al mundo. Esto como parte de las políticas para el empoderamiento y protección de la mujer, para ello se formaron 10 mil promotoras comunales a través del Plan Chamba Juvenil.

El batallón de mujeres visitando casa por casa a las mujeres adultas y jóvenes ha ido creciendo, en situaciones difíciles como las de este año que termina se han lanzado a la calle con parte de la delegación médica cubana para registrar y velar por que tengan atención primaria. Así se ataca uno de los saldos más dramáticos de esta guerra impuesta como es la mortalidad infantil y la mortalidad materna y neonatal, además de la violencia obstétrica.

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Este no es un pueblo de comiquitas, no estamos jugando cuando decimos que queremos paz, hemos aprendido a enfrentar al monstruo de la degradación moral que se nos quiere imponer con iniciativa y creatividad. Este pueblo está siendo vapuleado pero una parte significativa ha asumido su rol histórico sin trasladar la expectativa lejos de sí mismo, no se ha sentado a esperar soluciones mágicas ni a seguir recetas.

No le estamos pidiendo al enemigo que nos dispare este u otro tipo de bala, no estamos en plan de dar lástima, menos de parecer irrompibles, estamos claros en que nuestra misión es resistir creando, es la opción más certera si no queremos entregarnos ni rendirnos.

Un aliado que nos permite ser y construir un proyecto de país es lo que necesitamos, es lo que defendemos...

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