Correo del Orinoco.- Un grupo de 19 ciudadanos extranjeros detenidos este jueves en las cercanías del Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre, de Quito, la capital del país, quedaron en libertad, tras una audiencia en la Unidad de Flagrancia de la Fiscalía General del Estado, en la capital ecuatoriana.


Eduardo Febres Cordero, presidente de la Asociación de Venezolanos en Ecuador, informó que a 15 de los liberados, todos venezolanos, «no le han sido imputado cargos», por lo que quedaron en libertad plena «sin ningún tipo de acusación».

Los otros cuatro: dos venezolanos, un cubano y un ecuatoriano se les abrió instrucción fiscal por presunta asociación ilícita y tendrán la audiencia el próximo 23 de octubre.

Según el representante de los venezolanos en Ecuador, las 19 personas detenidas, «de manera ilegal y arbitraria», son conductores de las plataformas de taxis Uber y Cabify, que se concentran en las cercanías del aeropuerto quiteño para tomar pasajeros.

Desmentido a la ministra del Interior

Con esta decisión de la Justicia, queda desmentida la publicación de la ministra del Interior de Ecuador, María Paula Romo, quien tras la detención de los migrantes, este jueves, señaló que los detenidos tenían en su poder «información sobre la movilización» del presidente, Lenín Moreno; y del vicepresidente, Otto Sonnenholzner.

Febres señaló que tras esta situación, la Asociación de Venezolanos en Ecuador emprenderá «acciones en contra de las autoridades que tomaron esta decisión (de detenerlos) de manera arbitraria».

«No se puede culpar a absolutamente a nade de terrorista solamente por una presunción», enfatizó.

La estación de servicio, donde estos extranjeros se concentran desde hace mucho tiempo para recibir el pedido de viajes por las aplicaciones de Uber y Cabify, está casi al frente de la terminal de aviación general y aviación menor del aeropuerto de Quito, que funciona para los traslados del mandatario y otros funcionarios del Gobierno.

Crisis en Ecuador

Esta situación se registró en medio de la crisis que atraviesa el país desde hace ocho días, cuando iniciaron protestas sociales contra el Gobierno, luego que el presidente Moreno anunciara una serie de medidas económicas, incluida el alza de los combustibles.

Moreno ha dicho que en las manifestaciones, las personas que han realizado actos de violencia son «individuos externos pagados y organizados«.

Mientras, el vicepresidente, Otto Sonnenholzner, aseguró sobre la captura de «ciudadanos extranjeros» que, según él, confesaron recibir «pagos de entre 40 y 50 dólares» para «generar caos» en el país.

 

Xenofobia: oligarquías enemigas de Bolívar desatan su odio contra Venezuela

Correo del Orinoco.- El 10 de septiembre de 1823, el Congreso de Perú otorgó a Simón Bolívar el título de Libertador, un año antes de que en las batallas de Junín y Ayacucho consolidaran la independencia de esa nación.

El 7 de agosto de 1819, las tropas comandadas por nuestro Padre de la Patria conquistaron la liberación definitiva de la Nueva Granada, hoy Colombia, en la Batalla de Boyacá, desconocida este año por el narcogobernante de esa nación, Iván Duque, quien de manera rastrera atribuyó aquella épica victoria a sus hoy amos estadounidenses.

En 1822, también con Simón Bolívar al frente de las tropas, en la Batalla de Pichincha se materializó la emancipación de Ecuador. Previamente, a fines de 1821, siguiendo los ideales del Gigante de América, Panamá declaró su independencia, uniéndose de inmediato a la Gran Colombia, el gran sueño integracionista tornado en pesadilla para las clases hegemónicas. En 1825, se formalizó la República de Bolívar –luego Bolivia- como nación libre y soberana y un año más tarde el Libertador le dio su primera Constitución.

Estas cinco naciones, junto a Venezuela, llevan un indisoluble lazo en sus entrañas históricas, con un nombre común, Simón Bolívar y una misma visión: la integración de nuestros pueblos, que igualmente tienen un enemigo afín, la oligarquía con su odio ancestral contra esos ideales todavía vigentes.

Como hace 200 años, esa espada libertaria de nuestro Padre continúa recorriendo los caminos de la América Latina, especialmente desde 1999, cuando nuestro comandante Hugo Chávez Frías, llevado en hombros hasta el Palacio de Miraflores por la inmensa mayoría de venezolanas y venezolanos, inició la incontenible marcha de la Revolución Bolivariana, convirtiéndola en una amenaza no solo para las clases dominantes de nuestra región, sino de todo el continente y mucho más allá.

La aversión por Bolívar jamás disimulada por esas oligarquías desde las guerras por nuestras independencias, encendió las alarmas y comenzó una contraofensiva destinada a satanizar sus ideas, enfrentar a nuestros pueblos y tratar de aislar a nuestro país, como parte de los intentos por tratar de derrocar primero a nuestro Comandante supremo y más tarde al actual Presidente legítimo y constitucional de la República.

Es en ese contexto en el cual se insertan, a no dudarlo, las acciones xenofóbicas encendidas contra nuestros compatriotas en distintos países, donde como parte del terrorismo mediático parecen olvidar que en tierras venezolanas cohabitan más de 6 millones de colombianos y cientos de miles peruanos, ecuatorianos, panameños, ciudadanos del Cono Sur, del mundo entero, quienes sin discriminación de ningún tipo han recibido abrigo en nuestro suelo, decenas de ellos obteniendo los beneficios sociales solo posibles en un proceso revolucionario como el nuestro.

Esa escalada de agresiones de la cual son víctimas venezolanas y venezolanos que por distinta causas han optado por migrar, tiene su origen en esa fobia atávica contra el bolivarianismo de la clase hegemónica, dispuesta a mantener a toda costa sus privilegios, para lo cual no vacila en emplear todos los medios a su alcance, incluyendo la manipulación, la mentira, el chantaje y el miedo.

“Enfermedad contagiosa”

Esa campaña, dirigida a inducir en otros pueblos el odio contra los nacidos en esta cuna de Bolívar y Chávez, si bien se ha exacerbado este año, tiene vieja data. Como ejemplo, en abril de 2017, en Washington, un sujeto de repulsiva moral como Julio Borges, prófugo protegido por el santanderismo narcoparaco gobernante en Colombia, expuso todas sus miserias y desdén por nuestro gentilicio:

“Venezuela es el foco de la degradación social, de todo lo que puede ser una enfermedad contagiosa para América Latina”, regurgitó desde la capital de la nación más genocida en la historia de la humanidad.

Arrojando galones de combustible en contra de quienes alguna vez fueron sus compatriotas –difícilmente pueda conservar una pizca de conciencia de patria un individuo de semejante calaña-, espetó frente a los medios que los migrantes venezolanos representan “crimen organizado, militarismo, paramilitarismo, tráfico de drogas y terrorismo”, donde lleguen.

Derrotar a Bolívar

“El imperialismo sabe bien que Simón Bolívar es un símbolo poderoso, un emblema de nuestra épica continental y a la vez un poderoso nudo integrador. Bolívar es todavía hoy un temible enemigo a derrotar. Al demonizar a la Venezuela Bolivariana, el imperialismo mediático también busca enfilar sus misiles contra el proyecto de emancipación gran continental zurcido por el Libertador”.

Así lo considera la exembajadora venezolana en Ecuador, Carol Delgado, activista e investigadora en perspectivas de género y fenómenos migratorios.

“La xenofobia es un sentimiento relativamente fácil de sembrar. Basta asociar la mega crisis capitalista hambreadora y genocida con el fantasma de una ola migratoria compulsiva para originar impresionantes reacciones irracionales de odio y revanchismo como las que hemos estado viendo… y sufriendo. Resulta inenarrablemente doloroso ver a ciudadanos de hermanos países latinoamericanos persiguiendo o linchando a sus hermanos venezolanos, justamente a sus hermanos en Bolívar. La xenofobia, en nuestro caso latinoamericano, habla de un inmenso déficit de consciencia de historia, pero también de una paupérrima consciencia de clase. La idea es dominarnos poniéndonos a matarnos unos contra otros. Buscan recolonizarnos con parecidas estrategias a las usadas durante la conquista. Como decía el Che Guevara: o luchamos todos juntos los pueblos del sur del mundo o nos irán dominando y exterminando por separado”, recalca.

“La xenofobia contra los venezolanos es un síntoma de un problema mucho más complejo. De fondo tenemos una novedosa modalidad de guerra híbrida, multiforme, mutante y difícil de comprender, dado su carácter más de orden sociocultural que estrictamente militar. Es siempre una respuesta inducida por las clases dominantes para dividir a las clases trabajadoras y, en nuestro caso, para afectar la fraternidad de los pueblos latinoamericanos. No sería exagerado decir que la operación encubierta contra Venezuela en la región es un vasto experimento con seres humanos vinculado al racismo colonial. Pareciera que estamos ante un experimento que combina guerra psicológica y siembra de un odio de clase de pobres contra pobres”, afirma.

Demonización

Delgado, quien estuvo al frente de nuestra delegación diplomática en Ecuador entre 2014 y 2018, sostiene que todo forma parte de “una operación encubierta especialmente dirigida contra los jóvenes venezolanos para hacerles creer que en Venezuela no existe futuro y que por tanto deben huir de nuestro país, presentado por los medios como una peste. Simultáneamente, este éxodo inducido con base en la oferta engañosa de una supuesta prosperidad de las naciones vecinas fue seguido de una demonización de todo lo relativo a Venezuela. Se demoniza al Presidente, al Gobierno, al Estado, al sistema político, a nuestros héroes y, por último, a todos los venezolanos a quienes se les presenta como una gran oleada de indeseables y delincuentes a los fines de construir una subhumanidad”.

“Venezuela está siendo utilizada como una cortina de humo para encubrir la profunda crisis de la región, producto del imperialismo capitalista. Se busca invisibilizar que Colombia sufre una guerra civil por 60 años, en la que el Estado comparte el control del territorio con los paramilitares y otros grupos; un Ecuador sin soberanía financiera, golpeado por la inseguridad jurídica y con un estado de excepción que está desencadenando una cruenta represión; un Perú con grave inestabilidad política, un Brasil gobernado por una dirigencia corrupta, un Trump sin honorabilidad alguna, que dice preocuparse por los venezolanos, pero pide disparar contra los migrantes y poner pozos con caimanes en la frontera con México”.

En ese marco, detalla, “paradójicamente, se castiga a las víctimas del modelo neoliberal impuesto por el propio Estados Unidos, que exige sacrificios y liberación de mercado a los países del Sur, pero garantiza para sí un esquema de subsidios y proteccionismo. Estamos viendo el despliegue de una política de avaricia, intervencionismo y ensañamiento contra todos los venezolanos”.

Resistiendo y produciendo

Carol Delgado, quien está desarrollando una investigación sobre el “racismo político”, apunta un elemento insoslayable: “Paralelamente, se invisibiliza que en medio de esta modalidad de guerra solo mata pobres seguimos resistiendo y produciendo una gran cantidad de rubros alimenticios y hemos construido ya casi 3 millones de viviendas dignas. Perversamente se encubre que la juventud venezolana es la que posee hoy el mayor grado de profesionalización de toda Suramérica, producto de una política de universalización de la educación gratuita en todos lo niveles, impulsada por el Gobierno revolucionario de Venezuela”.

En su análisis, destaca: “El fenómeno de la xenofobia reditúa la falsa idea occidental del filósofo Thomas Hobbes, según la cual el hombre es lobo del hombre. La xenofobia inducida es así siempre reflejo de una psicología de clase atravesada por el ideologema de un darwinismo social, que busca naturalizar la idea de que la sociedad es una selva, donde estarían llamados a sobrevivir únicamente los individuos más aptos”.

Todavía hay más elementos a considerar: “En el caso que nos ocupa, es obvio que esta ola xenófoba contra los venezolanos es manufacturada por el imperialismo, programada y comandada por el gran capital occidental contra el modelo de transición al socialismo en Venezuela. El objetivo es presentar una nación quebrada, inviable, ingobernable, un Estado fallido. La xenofobia se expresa sobre todo como aporofobia, que es el pavor a la pobreza, orientada a la eliminación de los pobres, que en nuestro continente representan dos tercios de la población. Detrás de esta política inducida, subyace un peligroso proyecto supremacista de genocidio de los excluidos del continente por el mismo capitalismo”.

Con ese objetivo, “gobiernos ultraderechistas de la región han llamado explícitamente a la creación de brigadas de corte fascista para perseguir a los venezolanos, quienes son maliciosamente representados como la amenaza estratégica de la clase trabajadora y excluida de esos países”.

Respuesta

Para la diplomática, la respuesta del Ejecutivo Nacional ha sido acertada ante esta modalidad de la guerra imperialista contra nuestro pueblo: “El Gobierno Bolivariano ha tenido una respuesta de gran altura. No ha escatimado esfuerzos para proteger a los venezolanos en el exterior ni a los latinoamericanos dentro de Venezuela. Casi 16 mil compatriotas han regresado gratuitamente con el Plan Vuelta a la Patria. Venezuela ha sido y sigue siendo el país más generoso del mundo con todos los migrantes que aquí han llegado. Es el modelo a seguir en hospitalidad social y garantías jurídicas sustantivas, es decir, efectivamente exigibles”.

“Venezuela tiene una larga y hermosa tradición de recepción de migrantes de todas partes del mundo. El mejor trato que puede otorgarse a un migrante no es darle un estatus de refugiado o una visa humanitaria, sino otorgarle la ciudadanía y su inclusión en todo el esquema de seguridad social, eso es lo que se ha hecho con quienes huyeron de la Segunda Guerra Mundial imperialista. Italianos, portugueses, españoles; hemos dado acogida a 5,6 millones de colombianos, víctimas de una guerra civil de casi 60 años, medio millón de peruanos, 400.000 ecuatorianos, chilenos, entre otros. Quizá lo que nos constituye y hace más genuinamente venezolanos y venezolanas, es nuestra gran generosidad y apertura a todas las culturas y nacionalidades”, concluye.

T/ Jimmy López Morillo

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