"Yo no tenía una buena información sobre Cuba. Recordaba la crisis de los misiles (de 1962). ¿Y saben una cosa ahora? Voy a regresar", agregó Maher.
"Yo también voy contigo", dijo Reggie Cervantes, el primero que le dió el Si a Michael Moore para hacer el documental que ha provocdo un escándalo político y judicial en Estados Unidos.
"El viaje fue agradable", añadió Cervantes, de 46 años, quien sufre de complicaciones pulmonares, reflejos en el esófago, infección en los ojos y múltiple estrés por la cantidad de polvo contaminado que recibió en aquella jornada trágica.
"Me sentí (en Cuba) como dentro del surrealismo. Me preguntaba ?realmente estoy aquí?, reflexionó Cervantes.
Los ocho pacientes que viajaron a Cuba se asombraron de que allí el servicio médico es gratuito y los precios de las medicinas muy sequibles para gente humilde como ellos.
John Graham, un carpintero discapacitado, contó su historia: fue a trabajar cerca del Trade World Center el día de la catástrofe, lo cogió en el lugar el segundo avión que se estrelló, trató de ayudar y ahora siente arder su esófago, y carga con una sinusitis crónica.
El desastre para este hombre no acabó con el derribo de las torres, dejó de trabajar en 2004, después rompió con su mujer y ahora no puede con sus 400 dólares de pensión ni siquiera pasarle remesa a sus hijos.
En Cuba, donde pasó cinco días, fue examinado por los médicos y recibió tratamiento y medicamentos.
Michael Moore y su productora Meghan O'Hara demandaron recientemente del gobierno del país más rico del mundo y su sistema de salud "igual tratamiento que el que reciben todos los cubanos. No los extranjeros -aclararon- sino el de la gente".
"Yo también voy contigo", dijo Reggie Cervantes, el primero que le dió el Si a Michael Moore para hacer el documental que ha provocdo un escándalo político y judicial en Estados Unidos.
"El viaje fue agradable", añadió Cervantes, de 46 años, quien sufre de complicaciones pulmonares, reflejos en el esófago, infección en los ojos y múltiple estrés por la cantidad de polvo contaminado que recibió en aquella jornada trágica.
"Me sentí (en Cuba) como dentro del surrealismo. Me preguntaba ?realmente estoy aquí?, reflexionó Cervantes.
Los ocho pacientes que viajaron a Cuba se asombraron de que allí el servicio médico es gratuito y los precios de las medicinas muy sequibles para gente humilde como ellos.
John Graham, un carpintero discapacitado, contó su historia: fue a trabajar cerca del Trade World Center el día de la catástrofe, lo cogió en el lugar el segundo avión que se estrelló, trató de ayudar y ahora siente arder su esófago, y carga con una sinusitis crónica.
El desastre para este hombre no acabó con el derribo de las torres, dejó de trabajar en 2004, después rompió con su mujer y ahora no puede con sus 400 dólares de pensión ni siquiera pasarle remesa a sus hijos.
En Cuba, donde pasó cinco días, fue examinado por los médicos y recibió tratamiento y medicamentos.
Michael Moore y su productora Meghan O'Hara demandaron recientemente del gobierno del país más rico del mundo y su sistema de salud "igual tratamiento que el que reciben todos los cubanos. No los extranjeros -aclararon- sino el de la gente".