Prensa Latina - Buenos Aires.- Intelectuales, artistas, profesionales y organizaciones políticas, sociales y de derechos humanos de distintas partes del mundo respaldan hoy la decisión soberana del gobierno venezolano de no renovar la concesión al canal privado RCTV. "Más de 300 figuras y organizaciones latinoamericanas y de otras latitudes, así como de diferentes sectores, firmaron una carta de apoyo al pueblo y gobierno de Venezuela", declaró a Prensa Latina la escritora y periodista argentina Stella Calloni, una de las promotoras del documento.


Adelantó que por la convocatoria, la lista podría ser interminable, pues el texto permanece abierto para la rúbrica de todo aquel que lo desee.

El comunicado solidario señala que "el gobierno de Venezuela tomó una decisión soberana y legítima de no renovar la concesión otorgada a Radio Caracas Televisión (RCTV) que vencía el 27 de mayo de este año".

Precisa que en un país democrático las frecuencias de radio y televisión son un bien público, cuya administración corresponde al Estado nacional.

De allí que las concesiones para explotar señales no son ni pueden ser eternas; tienen un período de tiempo, que en el caso de RCTV fue de 20 años, apunta la nota.

"La misma empresa controla otros espacios radiales, televisivos, gráficos junto a varias compañías desde hace más de 50 años y comercializa su producción de telenovelas vía Miami", añade el texto.

Puntualiza que la señal liberada será ocupada por un canal de servicio público (TVES) destinado a la educación, al rescate cultural e histórico, ampliar el pluralismo de la información y la diversidad.

Denuncia que en ese país los medios privados de comunicación controlan entre el 80 y el 93 por ciento del espacio radioeléctrico.

Ante esta situación, reitera el escrito, "rechazamos la campaña que manipula la información llamando cierre a la decisión soberana del gobierno del presidente Hugo Chávez".

Según el mensaje, aflora un plan destinado a preparar a la opinión pública para un cambio violento de la estructura institucional en Venezuela, promovido por Estados Unidos.

Por la campaña de desinformación, "llamamos a todos los pueblos amantes de la libertad, a movilizarse en solidaridad, porque si atacan a Venezuela, toda América Latina retrocederá a los tiempos más oscuros de su historia", subraya la carta.

 

 

Venezuela: mediocracia y libertad de expresión


Luis Hernández Navarro - La Jornada.- A confesión de parte, relevo de pruebas. El 11 de abril de 2002, unos cuantos días después del fallido golpe de Estado contra Hugo Chávez, el vicealmirante Víctor Ramírez Pérez, uno de los organizadores de la conspiración, declaró a la cadena Venevisión: "nosotros contábamos con un arma mortal: los medios". No mintió. Los medios de comunicación desempeñaron un papel fundamental en la aventura golpista. Y lo siguieron teniendo después, al alentar el paro petrolero de 2002-2003 y el referendo revocatorio para tratar de destituir al presidente electo en 2004.

Ante una oposición partidaria pulverizada, enfrentada entre sí y con pésima reputación, los medios de comunicación, principalmente los electrónicos, han asumido el papel de organización ideológica dirigente de la coalición antichavista, esto es, de suprapartido político. Los dueños de los consorcios informativos y de entretenimiento, sus creativos y publicistas elaboran plataformas políticas y campañas, construyen el discurso para enfrentar al presidente, movilizan a la población en su contra y escogen a los líderes opositores.

Son ellos quienes deciden cuáles personajes aparecen ante la opinión pública como los representantes opositores. Basta con que sus noticieros y mesas de análisis político los presenten como tales, bloqueando el acceso a la televisión y la radio de quienes resultan inconvenientes, aun si pertenecen a sus mismas filas.

Las grandes cadenas de televisión y sus audiencias han sustituido así la clásica relación entre partidos, afiliados y votantes, creando un nuevo modelo de representación política, no sólo al margen de las instituciones, sino en su contra. Se han convertido en una verdadera mediocracia, que rebasa, con mucho, el papel tradicionalmente asignado al cuarto poder.

Parte de su estrategia consiste en fabricar con falsas apariencias una Venezuela mediática existente en las pantallas de televisión y en los programas de radio, sin conexión con la Venezuela real. Inventan un país virtual al gusto de los miedos y fantasías de su auditorio, cubriendo mentiras con el ropaje del discurso de la verdad.

Cualquiera que haya visto la televisión opositora en tierra venezolana puede constatar la enorme distancia que hay entre la realidad que se vive todos los días en las calles y los contenidos que esos medios divulgan.

No es exageración. Durante mi último viaje a ese país vi en uno de esos programas a una mujer indignada, diciendo que su nación era una dictadura, que allí no había democracia ni libertad de expresión. La entrevistada acusó a Hugo Chávez de ser un agente del castro-comunismo, peor que Adolfo Hitler, un gorila al que había que sacar de cualquier manera del Palacio de Miraflores para liberar a la patria. Por supuesto, ni esa persona ni el canal de televisión sufrieron ninguna represalia por lo que ella dijo.

Este enfrentamiento entre la mediocracia y la revolución bolivariana no siempre existió. El triunfo electoral de Hugo Chávez en 1998 estuvo estrechamente ligado a la profunda descomposición y descrédito que vivían tanto la clase política como las instituciones gubernamentales. En el proceso de demolición de las mediaciones políticas tradicionales y de crítica a las administraciones ineficientes desempeñó un papel nada despreciable Marcel Granier, director general de RCTV (Radio Caracas Televisión).

Cuando en 1995, después de salir de la cárcel, Hugo Chávez comenzó a hacer política abierta, la relación entre varios de los barones de los medios y el teniente coronel era cordial y amistosa. El director de El Nacional lo hospedó en su casa, al tiempo que prensa, radio y televisión no escatimaron abrirle espacios. Esta luna de miel terminó, sin embargo, a raíz del proceso de transformación impulsado por el mandatario. La abolición de poderes acordada por la Asamblea Constituyente, la instauración de la quinta república, la reforma agraria y la redistribución de la renta petrolera hacia la población más necesitada provocaron el rompimiento.

Con amargura y desesperación, la mediocracia descubrió que el mandatario no era un guiñol que pudiera manejar. Y comenzó a disparar contra él descargas de artillería, construyendo la caricatura de Hugo Chávez que se difunde por todo el mundo. En lugar de recular, el presidente dobló la apuesta. Dotado de una eficaz capacidad para comunicarse directamente con los sectores populares, denunció el papel faccioso que jugaban los medios. Simultáneamente emprendió reformas legales para democratizar el acceso a la información y fomentó la creación de medios de comunicación alternativos no marginales.

La confrontación subió de tono. Convencidos de que Venezuela es de ellos, los consorcios informativos tomaron como bandera para proteger sus intereses particulares la libertad de expresión y el derecho a la información. Su vocación oligárquica se envolvió con el ropaje de las reivindicaciones universales.

La última batalla de esta guerra -que no la final- ha sido la decisión gubernamental de no renovar la concesión a RCTV. Se trata de una medida soberana que nada tiene que ver con la libertad de expresión. La televisora puede seguir transmitiendo a través de cable y satélite. Sus integrantes pueden seguir diciendo lo que quieran, dentro del marco legal existente. El consorcio claramente ha incumplido con las normas básicas del interés público. El espectro radioeléctrico es un bien gestionado por el Estado. Es competencia del gobierno renovar o no la concesión que regula su uso. La concesión llegó a su término. RCTV se quedó sin ella. Punto.

No hay que hacerse bolas. Confundir los intereses particulares de la mediocracia con la libertad de expresión y el derecho a la información es una trampa. La información es un bien público, no una mercancía. Los dueños de las televisoras y las radiodifusoras no son la libertad de expresión; son, tan sólo, propietarios de los medios.

 

 

La marcha de los señoritos: una demostración clara de la madurez de la democracia venezolana

Dozthor Zurlent - Rebelión.- Mientras en Alemania crean una muralla de 10 kilómetros para defender a los miembros del G8, de los jóvenes que protestan; al resto de la humanidad la dejan desamparada de las medidas tomadas por las siete potencias que controlan la tecnología y el sistema financiero internacional.

Paralelamente en la República Bolivariana de Venezuela, el 28 de mayo, cientos de señoritos de las universidades elitescas del país, salían a la calle a demandar libertad y el derecho a protestar; quemaron carros, interrumpieron el tráfico, y ocasionaron heridos y desmanes y hasta la muerte de una señora que no pudo recibir atención médica porque el libre tránsito estaba obstruido.

Y entonces, volvieron a salir al siguiente día a protestar por el derecho a protestar y la libertad, y volvieron a salir al siguiente día, menos el Sábado porque ese día le tocó al pueblo humilde tomarse las calles de la ciudad y no había ni un callejoncito libre en las áreas más populosas de la ciudad donde ellos pudieran ir a protestar, además que "cuando sale el gato se recogen los ratones".

Pero salieron a protestar al día siguiente, y al otro y anuncian otra marcha en lo que los señoritos llaman la estrategia de desestabilización a largo plazo contra el gobierno. Y es aquí donde cabe aclarar cuál es la estrategia de la oposición golpista y el último fin de los señoritos.

Ya entrando el último trimestre del año 2006, justo cuando se iban a celebrar las elecciones presidenciales se produjo el primer alzón de los precios de los productos básicos, se disparó el dólar paralelo a alrededor de Bs. 4000 por dólar y comenzaron a desaparecer el azúcar, el pollo y la carne de los mercados. En esta misma coyuntura se produjo un aumento sustancial de las rentas de los apartamentos en la ciudad de Caracas. La idea era generar descontento para las elecciones, pero Chávez ganó las elecciones de todas maneras con amplio margen.

No habían terminado de pasar la celebración y la euforia, cuando las corporaciones comenzaron a incrementar las medidas antipopulares, la leche pasó a convertirse en un artículo de lujo encabezando los artículos de consumo masivo en peligro de extinción, y se incrementó el precio de todos los artículos de consumo, los precios de la vivienda se duplicaron y en algunos casos se triplicaron, y lo mismo pasó con la rentas de los alquileres de las viviendas, de tal manera que de pronto los venezolanos, aún los profesionales, no tenemos suficiente dinero ni para pagar por el sitio donde queremos vivir.

Estas medidas suponían crear descontento en la población y usar entonces a estos sectores descontentos como punta de lanza contra el gobierno revolucionario. Y claro que crearon descontento, pero la mayoría del pueblo sabe que los que están subiendo los alimentos y manipulando la moneda y los precios de la vivienda son precisamente los sectores de oposición al gobierno.

Debo aclarar en este punto que todas estas medidas económicas no se tomaban en un ambiente en frío sino que había una constante campaña en los medios de comunicación corporativo culpando al gobierno de ser incapaz de establecer medidas económicas que hicieran bajar los precios de los alimentos, que además el gobierno no le pagaba lo suficiente a los productores y por eso no aparecían los productos que habían desaparecido del mercado e incitando al pueblo a salir a la calle a protestar. No funcionó, la gente no salió a la calle.

Llegó entonces el anuncio de que no se le iba a renovar la concesión a RCTV para seguir transmitiendo por señal abierta. Entonces los medios desarrollaron una campaña de sensibilización de la clase media y de identificación de ésta con la corporación productora de programas de televisión. Llegaron miles de correos con presentaciones de diapositivas mostrando fotos de artistas de RCTV, muchos que incluso habían sido dejados en el abandono después de muchos años de trabajo en una estación que tenía más de cincuenta años de funcionamiento, se empezó a hablar de Renny Ottolina, otra vez, en fin, se generó toda una falsa sensación de nostalgia sobre un medio que no sólo malpagaba a sus empleados sino que a los actores los había usado de tal manera que su programación destacaba por la chabacanería, el abuso infantil y a la mujer, la pornografía, la desinformación y la manipulación mediática de eventos diarios nacionales e internacionales.
Total que el cese de la concesión a un antro del entretenimiento malsano, pudo hacer lo que la subida de precios de elementos vitales no pudo, la oposición aceptó el llamado a la protesta. Comenzaron nuevamente los cacerolazos en los vecindarios de clase media, y comenzaron las marchas en la calle. Pero ¿quiénes comenzaron a marchar en este marco de protestas de la oposición bajo el llamado de Globovisión y del "abuelo Monster" Antonio Ledesma, entre otros dirigentes de la oposición, aunque ahora dicen que lo hicieron ellos solitos por iniciativa propia? Los señoritos.

¿Qué hacen los privilegiados estudiantes de las universidades elitescas del país marchando en las calles de las principales ciudades del país? Según su versión marchando por la libertad y contra la dictadura. La realidad es que forman parte de un plan de provocación que busca crear muertos y heridos para crearse el papel de victimas y derrocar el gobierno más democrático de América (incluyendo a los Estados Unidos) que precisamente les da la libertad de protestar y de decir lo que quieran—mientras al mismo tiempo ganan espacio en las calles y hacen visible internacionalmente la protesta. Por supuesto las corporaciones mediáticas internacionales los presentarán como héroes, mientras Condoleeza Rice, en un aria sin alma, pide el envío de observadores de la OEA a Venezuela (sus observadores por supuesto), en una clara demostración de quien realmente dirige la orquesta.

Mientras tanto los señoritos siguen marchando, a la Defensoría del Pueblo, un día, al Tribunal Supremo, el otro, a la Fiscalía, tratando de provocar porque estas oficinas están ubicadas en zonas de Caracas donde transitan los trabajadores, los estudiantes humildes. Si la policía llegara a tocar a estos "niños y niñas de familia", blanquitos, pelo liso, entonces los medios corporativos de comunicación internacional reflejarían esto como una muestra irrefutable de que el gobierno viola los derechos humanos. Pero al visitar estas instancias, y como el pueblo se resguarda y no los ataca, lo que hacen es contradecirse, porque son precisamente instancias como la Defensoría del Pueblo las que han sido creadas por este gobierno revolucionario, y al ser recibidos por la Defensoría y por las diferentes instancias del Estado dejan claramente establecido que vivimos en democracia y validan a las instancias del Estado que ellos pretenden derribar.

Como pueblo, y como pueblo en el gobierno debemos ser pacientes con estos señoritos, dejarlos que vayan a todas las instancias del Estado, ya casi asistieron a todas ellas. ¿Después qué? ¿Adónde más van a ir? Mientras tanto van aprendiendo que esta es una democracia madura, que este es un pueblo noble y maduro, que cuando quiera va a retomar las calles, y debemos estar pendientes de retomarlas pronto; abandonadas por unos señoritos que a lo mejor van a estar viendo RCTV, sólo que esta vez por cable, mientras se comen una hamburguesa o un hotdog, y uno le pregunta a otro ¿Zamo, vistes que el hermano de tu novia estaba usando zapatos que no eran de marca y estudia en la Bolivariana? Uuuy.

 

Venezuela, la CIA y las revoluciones de colores

Félix López - Rebelión.- Cerca de medio centenar de jóvenes estudiantes posaban este domingo frente a las cámaras de la televisora Globovisión, en la capital venezolana. Todos bien vestidos y glamourosos, pero sentados en el asfalto, cubriendo sus bocas con cintas adhesivas y sus manos con unos guantes quirúrgicos blancos. A una señal, levantaban sus brazos y agitaban palmas al viento, mientras la periodista narraba que "esta protesta pacífica, cívica, podría ser interpretada en cualquier parte del mundo, porque se refiere al lenguaje común de la libertad y la no violencia".

A juzgar por lo que dice CNN desde Caracas, pareciera que el mundo se va a caer en Venezuela tras la decisión soberana del gobierno de ese país de no extender la concesión a la televisora golpista RCTV. Si fuera como dice la cadena estadounidense, la foto sería de opositores a esa medida, pero no, se trata de los miles de chavistas que salieron el fin de semana a defender la Revolución bolivariana y rechazar lo que ya se ha denunciado como el golpe continuado.
 
Contado así, un televidente desentendido, desinformado o manipulado en París, Madrid, Brasilia o New York terminaría por solidarizarse con la protesta estudiantil. Pero si le decimos solo tres verdades, de seguro su percepción sobre esta puesta en escena cambiaría de inmediato: 1) Globovisión es un canal de TV fascista, que asume los roles de un partido político de oposición. 2) Existen pruebas irrefutables de la participación de la CIA tras las manifestaciones de los últimos días en Caracas. 3) Si se les retiran las cintas adhesivas de las bocas y se les coloca el micrófono para que se expresen, descubriremos que los estudiantes no tienen argumentos propios para sostener sus demandas.

Es obvio que estamos en presencia de un nuevo intento de golpe de Estado, o de lo que el avezado político José Vicente Rangel ha calificado como "el golpe continuado". En su reciente denuncia del pasado sábado, luego de la impresionante marcha que coloreó las calles de Caracas, el presidente Hugo Chávez advirtió con claridad que "los agentes al servicio de Washington están tratando de hacer aquí una de esas llamadas revoluciones de colores entre comillas (... ). En Ucrania, por ejemplo, le funcionó y no le funcionó, porque lo que hay en Ucrania ahora es una situación de ingobernabilidad. Esa estrategia de la Casa Blanca, de los llamados golpes suaves, o revoluciones de colores, como quieran llamarla en algunas partes, ha funcionado relativamente, pero aquí la vamos a pulverizar...

"Los símbolos —señaló Chávez— son los mismos: las camisas negras, la bandera al revés. Ustedes no ven incluso ese show para el que usan algunos muchachos, que cuando llega la prensa, sobre todo los medios internacionales, salen corriendo y se arrodillan delante de una policía que no les está haciendo nada, se arrodillan y levantan las manos. Es un show preparado para que la foto esa recorra el mundo. De esa manera fue que ellos pudieron levantar algunas crisis en países cuyos gobiernos no se subordinaban a Washington; aquí están tratando de hacerlo, utilizando algunos medios de comunicación, jugando con el sentimiento de algunos venezolanos, con la sensiblería barata."

"OTPOR" COMO CLAVE DEL GOLPE

Fue la soberana decisión venezolana de no renovar la concesión para el uso del espectro radio-eléctrico a la televisora RCTV (Radio Caracas Televisión), la excusa para que la contrarrevolución activara su nuevo plan desestabilizador, un eslabón más del "golpe continuado", que comenzó en el lejano abril del 2002. Primero fue el conflicto mediático bajo el falso argumento de "defender la libertad de expresión". Le siguieron las "repentinas" manifestaciones estudiantiles y por último la incorporación de periodistas y conocidos actores de los medios privados, que en histriónico papel de plañideras, intentan sensibilizar a los venezolanos, para sacarlos a las calles contra Chávez.

La estrategia empleada no ha logrado pasar por debajo del tapete: utilizaron el liderazgo opositor en universidades públicas y privadas (recordemos de quién ha sido privilegio histórico la Educación Superior en Venezuela), y lanzaron a los estudiantes a la calle, cuidando que no aparecieran ligados a los desprestigiados y cada vez más escuálidos partidos de la oposición. Pero se les escapó de las manos un detalle revelador: en una de las marchas a favor de RCTV fue visto (y fotografiado) el mismísimo Bowen Rosten, director de la CIA para América Latina, en compañía de otros agentes. Su visita a Caracas y la presencia junto a los opositores no es casual. Por estos días circulan en el país panfletos, correos masivos y hasta pintas en las calles con la palabra "OTPOR", que en serbio significa RESISTENCIA.

Para entender el origen de "OTPOR" es importante recordar que fue Gene Sharp, de Albert Einstein Institution, en Estados Unidos, quien investigó hace varias décadas sobre la posibilidad de derrocar gobiernos a través de formas "no violentas", método de golpes de estado disimulados aplicados por la CIA a partir de 1989 en varios países de la Europa del Este. Su experimento más "exitoso" fue probablemente el que se empleó en Serbia contra Slobodan Milosevic, convirtiéndose Gene Sharp y su equipo en un instrumento mimado de la estrategia imperial expansionista.

Pues bien, este ilustre Gene Sharp sirvió de consejero de la oposición venezolana durante el Referendo Revocatorio; dirigió a la organización anexionista Súmate, durante las marchas de agosto del 2004 y fue el instigador de una técnica que había funcionado en otros confines del mundo: lanzar acusaciones de fraude electoral y desestabilizar el país. Esta vez el guión está claro: la dirigencia opositora pasó a segundo plano; una televisora (Globovisión) asumió la conducción política de la oposición; los estudiantes hacen de "vanguardia" en la calle; la protesta se presenta insistentemente como "pacífica" y "no violenta"; y el argumento principal es que "el cierre de RCTV es un gravísimo atentado a la libertad de expresión y la democracia venezolana".

A todas luces hay una dramatización del hecho político; el refuerzo emocional a la protesta estudiantil se produce a través de la "victimización" de unos artistas y periodistas, que inundan las pantallas de lágrimas, nostalgias e imágenes conmovedoras. El país, según la nueva estrategia para "tumbar a Chávez" es una gran telenovela, un culebrón por entregas, que todos los días se acerca a la línea del peligro. Se busca escalar esta situación hasta que se produzcan, eventualmente, algunos hechos sangrientos que justifiquen el rechazo internacional contra el Gobierno bolivariano. Mientras eso ocurre a lo interno, tres ex presidentes panameños (Mireya Moscoso, Guillermo Endara y Ernesto Pérez-Balladares) hacen un intenso lobby para lograr una condena a Venezuela en la Asamblea General de la OEA, que tiene lugar esta semana en la capital panameña, y así lograr el aislamiento continental de Chávez y su Revolución roja.

SOBERANÍA INNEGOCIABLE

El 28 de diciembre del 2006, el presidente Hugo Chávez anunció la decisión del Estado de no renovar la licencia al consorcio de empresas 1BC (operador del canal RCTV, entre otros medios). Esa decisión soberana fue criticada de inmediato por Estados Unidos. Sin demora, el legislador republicano Connie Mack (feroz anticubano) instó a Bush a que "tome verdaderas medidas para frenar esta creciente amenaza en nuestro patio", y sugirió comenzar a dirigir señales televisivas a Venezuela, tal como lo hacen las mal llamadas Radio y TV Martí.

Durante cinco meses, el debate sobre RCTV se tiñó de una estrategia mediática que el colega Ernesto Navarro, periodista de TELESUR, identifica como los mitos y los hechos: "Se ha querido demostrar que el Gobierno no renovó la concesión a RCTV por sus críticas hacia el presidente Chávez. La verdad es que el 80 % de los canales de TV abierta de Venezuela y emisoras de radio pertenece al sector privado, lo mismo ocurre con 118 periódicos de cobertura regional y nacional; todos ellos disfrutan de la libertad de reportar, analizar y expresar opiniones sin interferencias. La mayoría expresa de manera estridente su oposición al Gobierno y lo hacen sin ninguna amenaza o consecuencia. Ningún periódico, canal de televisión o emisora de radio ha sido cerrado por su visión política o por hacer oposición al presidente Chávez. Igualmente, ningún periodista ha sido puesto en prisión o castigado por hacer su trabajo".

Para quienes no conocen la verdad o no quieren reconocerla a conveniencia, algunos datos de interés sobre la perlita RCTV: en 1976 fue cerrada durante tres días por el Gobierno de Carlos Andrés Pérez. ¿Motivos? Difundir noticias falsas y tendenciosas. En 1980, el Gobierno de Luis Herrera Campins ordenó el cierre durante 36 horas por "programación sensacionalista, cuadro sombrío y relato de hecho poco edificante". En 1981, el mismo Gobierno la cerró 24 horas por transmitir escenas consideradas "pornográficas". En 1984, fue amonestada por ridiculizar "en forma humillante" al presidente Herrera Campins y su esposa. En 1991, la Corte Suprema de Justicia ordenó suspender un programa... Todos estos hechos ocurrieron antes de la elección del Presidente Chávez, pero nadie salió a la calle en defensa de RCTV y de los intereses transnacionales que la representan.

Lo que se defiende hoy por una minoría no es el derecho a la libertad de expresarse, sino los intereses de una oligarquía. Tratan de mantener a toda costa la "Doctrina Granier", según la cual cuando un grupo económico accede a una concesión del espectro, por sus favores al Gobierno de turno, esa concesión es para toda la vida, y su no renovación por parte de un gobierno democrático, que no negocia su soberanía, es "un atentado a la libertad".

Este domingo, durante una entrevista en el programa televisivo que conduce el ex vicepresidente José Vicente Rangel, el respetado periodista y director del diario Últimas Noticias, Eleazar Díaz Rangel, aseguró que "no hay ningún país en América Latina en donde sea posible ejercer el periodismo, tanto de información como de opinión, como en Venezuela". No obstante, Díaz Rangel aseveró también que lo que mueve las líneas informativas en prensa, radio y televisión no es la verdad, como debería ocurrir en el ejercicio del periodismo profesional, sino intereses políticos empresariales: "Lo fundamental no es informar la verdad, sino estar al servicio de la política".

LOS HILOS EXTERNOS DE LA CONSPIRACIÓN

No es para nada casual, que mientras la CIA organizaba la salida de los estudiantes a la calle en Caracas, varios importantes periódicos de América Latina se encadenaran en la publicación de un encartado (dossier especial) contra el Presidente Chávez. Es evidente que el plan imperialista previó una estrategia internacional que ha logrado involucrar a unos cuantos incautos o flojos. "Con la opinión pública internacional manipulada todo es más fácil", según la estrategia de Gene Sharp, el estratega de las revoluciones de colores.

En la puesta en escena, una vez más, la cadena CNN ha jugado su papel desinformador. Al enviar a Caracas a Harris Whitbeck (conocido corresponsal para América Latina y en países en conflicto, quien ya durante los días previos y en medio del golpe de Carmona "el breve", en abril del 2002 reflejó parcialmente los acontecimientos, distorcionando los hechos en contra de la Revolución Bolivariana), la directiva del canal aseguró encender un bombillo rojo en su tele audiencia: "si está Whitbeck es porque Venezuela está en guerra". De manera aleatoria, han colocado en su página web una encuesta que pregunta a los cibernautas: "¿Ha sido dañada la democracia venezolana por la decisión del gobierno de cerrar un canal privado de TV?". Y utilizan los resultados como datos "científicos" que prueban el camino dictatorial de Chávez.

A esta hora, mientras usted lee este diario, puede que las imágenes de la real puesta en escena contada en el primer párrafo, esté dando la vuelta al mundo, como prueba de la "crueldad" de un Gobierno que ha ordenado a la policía salir a la calle desarmada y cuidar la integridad de los estudiantes; que ha convertido a Venezuela en el país de mayor cantidad de medios alternativos y comunitarios de América Latina y el Caribe, democratizando así el uso del espectro radioeléctrico; que soportó un golpe de Estado orquestado por las televisoras privadas, sin cerrar una sola de ellas y sin llevar a la cárcel a los responsables.

A todas luces, los estrategas de las revoluciones de colores eligieron mal el motivo para poner en marcha el plan macabro. La mentira, amén de la recia campaña internacional, se apagará como mismo se apagó la señal de RCTV, una televisora que se creyó partido político, que sembró de antivalores a la sociedad venezolana, que llamó al magnicidio y abrió sus espacios a la mediocridad, la banalidad y la pornografía. No es por algo así que un pueblo decide cambiar el color de su Revolución. En Venezuela hay rojo para rato.

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