Artículo escrito en 2006, diez años después de la aprobación de la citada ley, de 12 de marzo de 1996

Josu Montalbán - Cubainformación.- Me preguntaba recientemente un amigo por qué hablo tanto de Cuba, porqué escribo tanto sobre Cuba, en definitiva, porqué me preocupa tanto Cuba sin ser cubano. Y yo le respondí que en el mundo deshumanizado en que vivimos, Cuba sigue teniendo la dimensión humana. Tiene los valores indudables de un pueblo que defiende su identidad con dignidad, que no tiene miedo a la miseria y se defiende, no de ella, sino de quienes se la ocasionan.

Además, le respondí, Cuba está habitada por cubanos y cubanas que quieren seguir siéndolo sin tutelas externas. Cuba, como me decían mi amigo Alfonso, es un país en guerra, y todos los análisis que se hagan sobre su sistema político y social se hacen como si se tratara de un país tranquilo. Es cierto que la guerra no es sangrienta, que no hay un frente de batalla y que no hay guerreros que se maten unos a otros, pero desde que la Revolución triunfara, en 1959, el bloqueo al que ha sido sometida por parte de EEUU hace que la posibilidad de una guerra real esté siempre presente. A mí, un observador alejado aunque no neutral del conflicto, me asedia una incertidumbre: ¿porqué EEUU se atreve a invadir Afganistán e Irak, amenaza a Siria e Irán, y no ha hecho lo mismo con Cuba, que está mucho más a su alcance?

Los cubanos han sufrido el bloqueo por parte de EEUU durante los últimos 47 años. Desde el triunfo de la Revolución los sucesivos gobiernos de EEUU, -republicanos o demócratas, tanto da-, han venido aplicando diferentes medidas de bloqueo que los diferentes presidentes ejercían desde su propia responsabilidad, hasta que la Ley Helms-Burton, firmada por Clinton el 12 de Marzo de 1996, convirtió el bloqueo en una ley administrada desde el propio Parlamento. Diez años después, comprobado el fracaso de su aplicación, conviene pararse a pensar por qué Cuba resiste, y resisten los cubanos, por qué el pueblo cubano sigue gozando de la alta consideración de tanta gente, y por qué su gobierno, aún siendo criticado, sigue siendo respetado por la mayoría de los gobiernos del planeta. Probablemente la razón que subyace en la no invasión de Cuba por parte de EEUU tiene que ver con la identificación que se sigue haciendo y divulgando del régimen cubano como comunista por el hecho de que se alineara en su momento con la URSS. Sin embargo, no es un diagnóstico ajustado a la realidad de los acontecimientos.

Cuando Cuba se desembarazó del dominio español, se encontró en las garras de EEUU. Cuando inició su última guerra contra España, el alma de la liberación de Cuba, José Martí, preconizaba una guerra corta, que produjera pocas víctimas, buscando la reconciliación. En el fondo estaba convencido de que ya entonces, aunque fuera una colonia política de España, era una colonia económica de EEUU. Como un precursor, Martí comprendió que lo que se jugaba en Cuba era, más allá de la propia suerte de los cubanos, el mismo equilibrio del Mundo. Por eso en el último instante, debilitada España, intervino EEUU para reconocer que Cuba debía ser un país libre e independiente. Así se produjo la derrota definitiva del ejército español, y el ejército norteamericano ocupó la isla de Cuba. El General cubano Máximo Gómez escribió en su Diario: “Tristes se han ido ellos (los españoles) y tristes hemos quedado nosotros porque un poder extranjero los ha sustituido. Yo soñaba con la paz con España, yo esperaba despedir con respeto a los valientes soldados españoles; pero la palabra, Paz y Libertad, no debía inspirar más que amor y fraternidad, en la mañana de la concordia entre los encarnizados combatientes de la víspera. Pero los americanos han amargado con su tutela impuesta por la fuerza, la alegría de los cubanos vencedores; y no supieron endulzar la pena de los vencidos”.

Después fueron seis décadas de dominación de EEUU hasta que en 1959 triunfó la Revolución y, al hacerlo, desencadenó la furia de EEUU. De entonces data el brutal bloqueo económico que, según las estimaciones del gobierno cubano, han supuesto la pérdida de 82.000 millones de dólares. Son las sucesivas acciones del bloqueo las que echan a Cuba en brazos de la URSS, a pesar de que las intenciones de los líderes de la Revolución no fueran esas. De ese modo pretendía EEUU justificar una intervención militar directa sobre la isla.

Cuando se produjo el colapso de la URSS, entre 1989 y 1991, -que significó una pérdida de subsidios y tecnología para le economía cubana-, los dirigentes cubanos tuvieron que articular un sistema de captación de nuevos inversores a los que debían garantizar beneficios. Se inicia así un proceso de apertura económica de emergencia que, a su vez, provoca medidas por parte de EEUU para intensificar el bloqueo. Según algunos analistas la pseudoapertura cubana “acrecienta la brecha social y económica entre la clase trabajadora cubana y los burócratas del régimen, (...), pero sólo a la clase trabajadora cubana le compete ajustar cuentas con sus gobernantes, sin la imposición de las prioridades mezquinas del imperialismo estadounidense, ni las de los ricos derechistas cubanos exiliados en Miami” (Héctor Reyes).

Volvamos al bloqueo, más en concreto a la Ley Helms-Burton que cumple diez años. Tiene su raíz muy alejada en el tiempo. Responde a un informe elaborado en abril de 1960, presentado por el subsecretario adjunto para Asuntos Interamericanos Lester D. Mallory. Dicho documento secreto fue desclasificado en los años noventa y contenía afirmaciones rotundas: “La mayoría de los cubanos apoya a Castro,..., no existe una oposición efectiva,..., el único medio previsible para enajenar el apoyo interno es a través del desencanto y el desaliento basados en la insatisfación y las dificultades económicas,..., debe utilizarse cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba, negarle dinero y suministros a Cuba, para disminuir los salarios reales y monetarios a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno”. Este fue el germen y la inspiración de los sucesivos gobernantes de EEUU que han venido aplicando sucesivas medidas de bloqueo: Ley de Ajuste Cubano firmada por Jonson en 1966, Ley Torricelli firmada por Bush padre en el 92 y la Ley Helms-Burton firmada por Clinton en el 96, que da la vuelta de tuerca definitiva a la Ley Torricelli. Pasados diez años, Cuba resiste, y no sólo eso, sino que está inmunizada para soportarlo casi todo.

La Ley Helms-Burton puso la responsabilidad y la administración del bloqueo en el Congreso de EEUU, de tal modo que ya el bloqueo no se puede levantar si el Congreso no lo aprueba. Fuentes solventes ubican la responsabilidad de la Ley en los 900.000 cubanos que viven en Florida, principalmente en la elite que es responsable del entramado agrupado alrededor de la Fundación Cubano-Americana y del Consejo para la Libertad de Cuba. La misma información les achaca introducir en la Ley un apartado que fija que el bloqueo no podrá ser levantado hasta que el Presidente de EEUU confirme al Congreso que todas las propiedades que tenían esas gentes en Cuba sean devueltas a sus antiguos dueños.

Probablemente se trata de la Ley más conocida internacionalmente, por ser la más nombrada, aunque pocos se hayan parado a leerla con detalle. De todas las prohibiciones contenidas en esta Ley de bloqueo hay ocho que son claves:

1ª  Cuba no puede exportar ningún producto a EEUU. Teniendo en cuenta la cercanía geográfica resulta evidente que se la priva del principal mercado. Ni la alta producción de níquel, ni azúcar, ni ron, ni tabaco, ni el Ateromixol, que es según la Universidad de Harvard la mejor droga anticolesterol actual que se produce en Cuba.

2ª  Cuba no puede importar de EEUU otras mercancías que no sean productos agrícolas, aunque con importantes restricciones.

3ª  Cuba no puede recibir turismo de EEUU. Según algunos cálculos presentados por el gobierno cubano, si hubiera recibido solo el 15% de los once millones de estadounidenses que visitaron el Caribe en el año 2004, habría embolsado más de mil millones de dólares.

4ª  Cuba no puede utilizar el dólar en sus transacciones con el exterior. Esto unido al hecho de que el Banco Interamericano de Desarrollo, del que forman parte 34 países de América, no hace préstamos a Cuba, aunque sí los haga por valor de más de nueve mil millones de dólares anuales a otros países de América Latina.

5ª  Cuba no tiene acceso a créditos de organismos financieros internacionales. Como por ejemplo el Banco Mundial, toda vez que para prestar a un país necesita contar con el aval del Fondo Monetario Internacional, el cual requiere para avalar el 85% de los votos de sus miembros. Como quiera que EEUU cuenta con un 17,5% de los votos en base a su aportación, lo utiliza como un poder de veto para impedir que Cuba pueda beneficiarse. En palabras de Perez Roque, Ministro cubano, “el Banco Mundial, aunque se dice mundial, trata a Cuba como si no estuviera en este Mundo”.

6ª  Las empresas radicadas en EEUU no pueden venderle a Cuba (Ley Torricelli). Ni tampoco pueden hacerlo las empresas de cualquier otro lugar del mundo cuando el producto tenga más del 10% de componente norteamericano. Existe toda una maquinaria burocrática en EEUU para hacer cumplir estas leyes, promoviendo expedientes, aplicando sanciones y proponiendo intervenciones económicas para que el capital norteamericano se haga con, al menos, el 10% de los productos que abastecen a Cuba en cada momento.

7ª  Los barcos de terceros países no pueden arribar a puertos de EEUU si han entrado antes en un puerto cubano y no han pasado seis meses desde entonces. La labor disuasoria de esta medida es espectacular, por lo que las empresas navieras rara vez incluyen puertos cubanos en sus itinerarios.

8ª  La ley persigue con especial ahinco “internacionalizar el bloqueo”, incluyendo muy sibilinamente sacar a Cuba de Naciones Unidas. A pesar de que esta situación haya sido denunciada con fuerza por Kofi Annan y se haya conseguido la condena casi unánime del bloqueo en la ONU por un amplio margen de 179 a 3.


Esta Ley ha tenido su continuación o complemento en un documento firmado por el actual presidente de EEUU, Bush, muy exhaustivo (482 páginas), en el que está expuesto lo que hará EEUU con Cuba una vez que sea derrocado el régimen de la Revolución y ellos tengan el control del país. El documento no puede ser banalizado porque se engarza bien con el texto y lenguaje utilizados en la Ley Helms-Burton.

Y bien, ¿qué han traido de nuevo los diez años de aplicación de la Ley? El nuevo triunfo del pueblo cubano. La ley ha fracasado porque no ha conseguido ni uno solo de sus objetivos formales. Es probable que haya empobrecido a Cuba, pero ha dignificado, más si cabía, al pueblo cubano que resiste con alegría, mostrando más sonrisas que llanto. EEUU ha ofrecido ha ofrecido a los cubanos una libertad de barro para supeditarlos después a su dominio y sus caprichos. El ministro cubano Pérez Roque responde un un artículo: “La libertad cuesta muy cara...Hay que resignarse a vivir sin ella o decidirse a comprarla por su precio, que es lo que nosotros (los cubanos) hacemos. Y creo que es la manera más digna de asegurar el futuro de nuestros hijos y nietos y con nuestra resistencia hacemos un aporte también al equilibrio del mundo y a la construcción de un mundo con todos y para el bien de todos”

Cuba resiste. A pesar de todo los cubanos resisten. Desde aquí, tan lejos, solo es posible abordar la realidad cubana con cautela e información. En su obra “La Resistencia”, Ernesto Sabato escribe una reflexión que bien puede servir de colofón a este artículo: “Los hombres encuentran en las mismas crisis la fuerza para su superación. Así lo han mostrado tantos hombres y mujeres que, con el único recurso de la tenacidad y el valor, lucharon y vencieron a las sangrientas tiranías de nuestro continente. El ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer...Lo primordial es defender, como lo han hecho heroicamente los pueblos ocupados, la tradición que nos dice cuánto de sagrado tiene el hombre. No permitir que se nos desperdicie la gracia de los pequeños momentos de libertad que podemos gozar: una mesa compartida con gente que queremos, unas criaturas a las que demos amparo, una caminata entre los árboles, la gratitud de un abrazo. Un acto de arrojo como saltar de una casa en llamas. Estos no son hechos racionales, pero no es importante que lo sean, nos salvaremos por los afectos. El mundo nada puede contra un hombre que cante en la miseria”.

Estoy igualmente convencido de que Cuba y los cubanos son pobres que de que son dignos. Resisten ante la adversidad y saben cantar en la pobreza.
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