Por Roberto Pérez Betancourt - AIN.- Las recientes amenazas proferidas por George W. Bush contra Cuba en la ONU, y su anuncio de que este miércoles dictará nuevas represalias, prueban la histérica frustración del mandatario de EE.UU. en su obsesiva política anticubana, en tránsito final de su mandato sin retorno a la Casa Blanca.

Para observadores de diversas tendencias, la historia de resistencia del pueblo caribeño en casi 50 años de poder revolucionario constituye aval que garantiza nuevas victorias frente a cualquier nuevo intento de socavar su estabilidad política y social.


El resultado de los comicios para elegir delegados a las 169 asambleas municipales del Poder Popular realizadas el domingo último en la Isla, mostró abrumador respaldo del pueblo a su sistema, cuando más del 95 por ciento de los electores acudieron a las urnas, de acuerdo con cifras oficiales preliminares, informadas en conferencia de prensa.

Cabe destacar que en Cuba el voto no es obligatorio, como sucede en algunas naciones del área, lo que acentúa la espontaneidad con que hombres y mujeres mayores de 16 años expresaron su respaldo al sistema político establecido en la mayor de las Antillas.

La prensa internacional y el cuerpo diplomático acreditados en el país fueron testigos de esa verdad.

Tal es también el consenso de expertos que avizoran otra derrota del gobierno de Estados Unidos cuando el 30 de octubre la Asamblea General de Naciones Unidas una vez más conozca el proyecto de resolución sobre la necesidad de poner fin al bloqueo genocida que el Imperio mantiene contra la ínsula.

Como ha sucedido en los últimos 15 años, observadores enfatizan que la mayoría de los países volverá a pronunciarse abrumadoramente por condenar esa guerra económica extraterritorial.

Es cierto que la voluntad del mundo ha sido ignorada a través de los años por las administraciones norteamericanas, prueba fehaciente de su desprecio hacia la comunidad de naciones, a las cuales ahora amenaza W. Bush con desatar un conflicto mundial atómico.

Ese demencial acto pasaría por ataques contra Irán, semejantes a los efectuados contra los pueblos de Iraq y Afganistán, en abierto chantaje, que de ninguna forma será aceptado por los seres humanos que pueblan nuestro planeta, como ha alertado en sus más recientes Reflexiones el Comandante en Jefe Fidel Castro.

El Presidente cubano emitió recientes declaraciones en las que denunció la obsesión del mandatario estadounidense con Cuba, enumeró arbitrarias medidas represivas que este ha implementado contra el país antillano, lo instó a eliminarlas, y recordó que los cubanos no negocian su soberanía.

También la historia ha demostrado que la posición enunciada por Fidel no se asienta en conceptos retóricos, sino en colectiva actitud vertical, sostenida ante cada amenaza y agresión armada, o de otro tipo, lanzada por cualquiera de las 10 administraciones que han desfilado por la Casa Blanca desde que la Isla proclamó su definitiva independencia en 1959.

La verdad es que W. Bush y la derecha fundamentalista que lo sentó en la Oficina Oval, subestiman verdades como que hoy el 76 por ciento de los norteamericanos desaprueba su gestión ejecutiva, y el tan cacareado respaldo que dice tener entre los pobladores de Miami solo alcanza un raquítico 11 por ciento.

Son datos de encuestas reportadas por instituciones especializadas en los propios Estados Unidos. En ese contexto, W. Bush grita nuevas mentiras contra Cuba y con aire de cinismo demencial profiere nuevas amenazas.

Reconozcamos que W. Bush está apurado. Cada día se acorta su mandato presidencial espurio. Sin dejar de comprender el peligro real que representa un loco presidente, como ha sido a lo largo de casi medio siglo de batalla, en Cuba nadie tiembla.

Contra Cuba
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