Roberto Pérez Betancourt - AIN.- Las sucesivas vueltas de rosca aplicadas por el presidente George W. Bush al bloqueo económico, comercial y financiero que los gobiernos norteamericanos aplican a la Isla desde hace casi 50 años han fallado en su intención estratégica de destruir la revolución, pero sus efectos genocidas siguen haciéndose sentir en las familias cubanas.

A la suma de restricciones impuestas, prácticamente desde 1959, la actual administración Bush añadió nuevos planes y presupuestos multimillonarios destinados a desestabilizar a la pequeña nación antillana y pagar a mercenarios que operan desde dentro y fuera de Cuba, así como a perseguir a norteamericanos y cubanos residentes en EE.UU., que desean viajar al verde caimán.


En el colmo de su injerencismo, el plan de W. Bush excluyó del concepto de familia a primos, tíos, sobrinos y otros parientes que siempre formaron parte del tronco hogareño latinoamericano, e incluso limitó los viajes de madres, padres, hijos y abuelos residentes en EE.UU. a cada tres años, previa solicitud y autorización con restricciones monetarias.

Solo aquellos cubanos incluidos en el limitado concepto de familia de W. pueden recibir remesas en dólares provenientes de Estados Unidos, --solo 300 USD cada tres meses—mientras que los restantes familiares y amigos no están autorizados a enviar ningún tipo de ayuda a otros familiares y amigos.

Como resultante de esas acciones arbitrarias, disminuyeron en más del 50 por ciento los viajes a la Isla de cubanos residentes en EE.UU., mientras que el de norteamericanos, que antes estaban autorizados, bajó en 45 por ciento, según cómputos oficiales.

El llamado Grupo de Apoyo a la Democracia (GAD), engendro creado por el Gobierno de W. Bush para intentar acciones encaminadas a derrocar a la Revolución cubana, ha sido uno de los más beneficiados directamente con millones de dólares, buena parte de los cuales se quedan en grupúsculos de mafiosos contrarrevolucionarios activos en el sur de la Florida.

Otra parte del dinero se emplea en financiar transmisiones radiales y televisadas, subversivas, pagar nóminas de charlatanes que difaman y difunden el veneno orientado a través de varios canales extranjeros de comunicación, y en avituallar a grupúsculos dentro de Cuba, que cumplen órdenes de la Oficina de Intereses de EE.UU., bajo la eufemística fachada de "disidentes políticos".
Cabe añadir que buena parte de los "donativos" que recibe el GAD se canalizan a través de la Agencia para el Desarrollo Internacional de EE.UU. (USAID), que cuenta con un presupuesto de 15 millones de dólares para su programa de "asistencia a Cuba".

Creado en 1994 con el fin de ofrecer "apoyo logístico" a los "disidentes cubanos y sus familiares", el GAD ha enviado alimentos, medicinas, dinero y sobre todo gran cantidad de propaganda contrarrevolucionaria, cientos de radios de onda corta controlada y otras vituallas para ejecutar las misiones asignadas, como abiertamente informara el diario El Nuevo Herald digital, de Miami, el 13 de mayo de 2005.

Numerosas instituciones han sido creadas para usufructuar el resto de los 29 millones de dólares adicionales otorgados este año por W. Bush para la desestabilización de Cuba.

Obviamente, la industria de la contrarrevolución sigue rindiendo ganancias a patrocinadores, ejecutantes y voceros de las variadas acciones contra Cuba, desde clásicos sabotajes hasta tráfico de influencias en los parlamentos de EE.UU. y de otras naciones, así como entre ejecutivos de transnacionales plegados a las leyes extraterritoriales que prohíben vínculos con la Isla.

La respuesta abrumadoramente mayoritaria de la comunidad internacional de naciones a tanta perfidia, anualmente ha sido una condena contundente al bloqueo genocida contra Cuba en la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Por más que persista en estrangular a la familia cubana, a pesar de las heridas profundas que continúa infligiéndole la política hostil del gobierno norteamericano, ese pueblo ha dado pruebas de su vocación libertaria y no arría su bandera soberana, enarbolada definitivamente el primero de enero de 1959.

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