“En esa vasta colección de materiales filtrados no hay prácticamente revelaciones importantes, las informaciones y opiniones confidenciales que han salido a la luz eran ya sabidas o presumibles por cualquier observador de la actualidad política más o menos informado”, afirma el Premio Nobel.
“Lo que prevalece en ellas es sobre todo una chismografía destinada a saciar esa frivolidad que, bajo el respetable membrete de transparencia, es en verdad el entronizado derecho de todos a saberlo todo: que no haya secretos y reservas que puedan contrariar la curiosidad de alguien… caiga quien caiga y perdamos en el camino lo que perdamos. Ese supuesto ‘derecho’ es parte de la actual imbecilización social”, aseguró el escritor que se cuida muy bien de no rozar ni con un adjetivo a Estados Unidos, que ha sufrido la peor crisis diplomática de su historia ante las revelaciones y se ha empeñado en emprendido una guerra contra el popular sitio y contra su vocero, Julian Assange.
Según Vargas Llosa, lo que hace Wikileaks ”(es) satisfacer esa curiosidad morbosa y malsana”.