Autoridades especializadas en la supervisión y control de las transmisiones subversivas registraron un promedio semanal de 2178 horas de agresión radial y televisiva, con el empleo de 24 estaciones radiales y televisivas, 30 frecuencias, 4 satélites y un avión que realiza alrededor de 21 salidas mensuales especialmente para invadir el espectro radioeléctrico cubano con una señal televisiva del gobierno norteamericano, con guión original de la Mafia de Miami y el Departamento de Estado.
Cuba ha denunciado reiteradamente que estas transmisiones además de su contenido político hostil, provocan interferencias a emisoras locales.
Tres de esas estaciones son propiedad del gobierno de EE.UU. y el resto actúa con su venia. Siguiendo patrones de los años 60 del siglo pasado, desde esas emisoras no se ha dejado de incitar al derrocamiento de la Revolución, se sigue estimulando la emigración ilegal, mientras connotados terroristas y legisladores anticubanos no escatiman adjetivos virulentos insistiendo en acciones violentas como única alternativa.
Pese a los cuestionamientos y exhortaciones de entidades especializadas como la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) y la Junta del Reglamento de Radiocomunicaciones por las acciones de Washington violatorias de acuerdos multilaterales, y de voces que se erigen dentro de la alta política estadounidense para protestar por el despilfarro a costa del contribuyente, con resultados nulos, la danza de los millones no cesa.
Para alimentar estos medios de comunicación y la red global de descrédito contra Cuba, en el 2010 proliferaron las campañas difamatorias fabricadas en Norteamérica y Europa, que acudieron a los recursos más sucios y tenebrosos para intentar satanizar a la isla, con el concurso de mercenarios que buscando visas, “premios”, dólares o euros cumplieron rigurosamente las órdenes de sus amos.
Mientras los enemigos de Cuba en EEUU hacen todo lo posible por obstaculizar la normal comunicación entre nuestros pueblos, y cuanto intento del país por abrir o ampliar los canales de acceso a la información internacional por Internet y otras vías, de forma civilizada y natural, como el resto del mundo, la receta que se le aplica a este país soberano es el despilfarro tecnológico con transmisiones subversivas que se siguen estrellando contra la inteligencia y la cultura de un pueblo que se ha inmunizado de las mentiras a lo largo de cinco décadas defendiéndose con la verdad.
