Albedrío - César Montes.- Por primera vez en el juicio a Posada Carriles aparecen entre los cargos acusatorios el de terrorismo. Se abre la posibilidad de que sea juzgado por los crímenes que cometió en Centroamérica y no sólo por lo que hizo en Cuba. En Texas se podrá medir hasta dónde Obama y su Gobierno quieren abandonar la política obscena de agresiones contra los pueblos latinoamericanos de los anteriores.


Los sicarios guatemaltecos, y sobre todo el salvadoreño Chávez Abarca, presos desde 1997 en Cuba, confesaron haber sido reclutados por Posada Carriles desde inicios de la década de los 90. Desde entonces instaló un aparato de apoyo al terrorismo que aún existe en Guatemala y que provee de pasaportes a los salvadoreños y de otras nacionalidades que podían así viajar a Venezuela o Cuba para cometer atentados con explosivos y armas contra ciudadanos inocentes. El financiamiento para esas actividades lo proveía la FNCA.

Posada y sus sicarios actuaron durante la operación Irán-Contras contra los pueblos de Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Honduras, época en la que, operando desde escuadrones de la muerte, tuvieron cárceles clandestinas donde torturaban y asesinaban a centroamericanos, muchos de los cuales eran luchadores sociales en sindicatos o defensores de los derechos humanos.

Hay el peligro de que las presiones políticas de los congresistas cubano-americanos y su dinero influyan en que se le procese sólo por una simpleza como el haberle mentido a las organizaciones migratorias norteamericanas. Tal barbarismo jurídico podría ocurrir si los cabildeos y presiones de organizaciones de ultraderecha como el Tea party, los conservadores en el gobierno, ganen la batalla y privilegien la impunidad.

Luis Posada Carriles es un hijo de p..., pero es “nuestro hijo de p...” dirían Bush padre e hijo y lo han protegido como un agente de la CIA especialista en operaciones encubiertas.

Ese engendro de las guerras sucias es una obsolescencia, un animal antediluviano, el último de los dinosaurios de la época de la doctrina de Seguridad Nacional ya superada. Sólo con su encarcelamiento por crímenes de lesa humanidad podría garantizar una Latinoamérica más tranquila y en paz.

El juicio al terrorista más connotado del Continente es una medida de la voluntad del actual Gobierno norteamericano de continuar con la doble moral o modificar radicalmente su posición frente a la impunidad.

Debemos agradecerle a WikiLeaks el habernos enterado de que los mismos norteamericanos reconocen que los mal llamados “opositores políticos” en Cuba viven de los dólares y por los dólares que les envían. Son mercenarios y no opositores ideológicos.

Esperamos que algún cable de WikiLeaks nos confirme que en Guatemala y El Salvador siguen funcionando las células de apoyo al terrorismo anticubano, antivenezolano y antilatinoamericano. El pasado represivo y genocida se niega a desaparecer porque aún cuenta con fuertes apoyos institucionales en Norteamérica.

 

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