Noel Manzanares Blanco - Kaos en la Red.- Acabo de leer un despacho de la norteamericana AP con el título “Nuevas normas ampliarían turismo estadounidense a la isla” que informa que el gobierno de Barack Obama ampliará el acceso a Cuba, “que ya es uno de los destinos favoritos de turistas de otros países”, y agrega:

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“Dentro de meses o acaso semanas, miles de estadounidenses podrían estar meneando las caderas en los clubes nocturnos tropicales y saboreando los famosos puros, sin tener que pasar subrepticiamente por un tercer país y correr el riesgo de provocar la ira del Tesoro”.

“Pero no serán exclusivamente días de playa y noches de salsa. Los visitantes estadounidenses deberán sudar en paseos a establecimientos agrarios o conferencias sobre historia para justificar los viajes, ya que la intención, de acuerdo con Washington, es que ambos pueblos se conozcan mejor”.

Luego el reporte de AP consigna que los llamados contactos de persona a persona fueron aprobados en 1999 por el entonces presidente Bill Clinton, pero desaparecieron en el 2004 por su sucesor George W. Bush.

Además, la Agencia gringa da cuenta de la gritería de los representantes de la terrorista-mafia-gusano-yanqui con asiento en la Florida, al anotar: “Algunas voces conocidas en el Congreso ya están haciendo sonar la alarma”.

Pero, la esencia del asunto es la que continúa: “Si es para salsa y mojitos, no. Eso no cumple con los criterios de un viaje con propósitos serios”, dijo una fuente del Departamento de Estado que habló bajo la condición de anonimato —según AP.

En el orden personal, asumí este despacho como reflejo de las buenas/malas nuevas respecto a Cuba por la Administración Obama. Grosso modo, explico:

Aplaudo que las personas norteamericanas puedan venir a mi Patria sin los tropiezos que tienen que pasar hoy día. Así comprobarán por sus propios ajos que no somos tan buenos como queremos y debemos ser, pero muchísimo menos tan malos como nos caricaturiza el “Norte revuelto y brutal” y comparsa.
Sin embargo, el quid del asunto está en cómo tratan de reactivar el Carril II: el Lobo vestido de Caperucita Roja. ¡A otro pueblo con ese cuento!