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Lorenzo Gonzalo* / Foto: Virgilio Ponce - Cubainformación / Hermes / Martianos.- Las noticias sobre los ajustes que el gobierno cubano está haciendo para encausar la economía sin perder su orientación social, nos llegan todos los días.


Desde que se celebrara el famoso Congreso del PCC, hemos visto un interés de las autoridades cubanas y grandes ilusiones en una población que espera soluciones en breve. Sin embargo, como dice Pedro Campos, investigador y analista del Centro de Estudios sobre Estados Unidos en La Habana, Cuba, mientras la burocracia no sea controlada democráticamente por la ciudadanía y no a la inversa, no habrá soluciones mágicas.

Para evitar confusiones, el oficialismo cubano utiliza la palabra ajustes económicos en lugar de reformas. Es un problema semántico, que en el fondo intenta decir que no se está transformando el concepto de Estado social.

El gobierno cubano, las instituciones del país y su población en general, buscan soluciones para hacer funcionar la economía, venciendo obstáculos ideológicos del pasado. Lamentablemente existe cierto rubor en admitir, que las proyecciones de ese pasado eran fallidas y las culpas en gran medida son achacadas a las políticas injerencistas de Estados Unidos, cuando en realidad fueron el resultado de las violaciones de leyes económicas fundamentales y de inadecuadas estructuras políticas e institucionales sometidas a férreos dogmas que impedían una clara visión de la realidad. No hay dudas que aún existe temor en reconocer que la economía es una y la misma, para cualquier ideología o concepto que tengamos. El cambio comienza con la transformación de las instituciones y con un manejo adecuado de la democracia dentro del cuerpo social. Pero más allá de esas dificultades creadas a veces por las decisiones políticas, sometidas aún a los estilos de mando surgidos durante la creación de las repúblicas, la realidad es que el pueblo cubano lucha actualmente con denuedo, para hallar soluciones de cómo administrar, ese conjunto de leyes concomitantes a los mecanismos económicos.

Se implementan políticas de crédito, mercado y se intentan desatar los nudos que limitan una proliferación de la vivienda, de forma que su desarrollo crezca aparejadamente con las posibilidades generales de la economía. En este último punto hay más temores que racionalidad y presenta tantos tabúes, como sucede en la aplicación de reglas en el campo migratorio de forma que, ética y moralmente, se corresponda con dicho fenómeno y con la incidencia que el mismo ejerce sobre la economía de nuestra época, especialmente para los países subdesarrollados y en desarrollo.

La necesidad de que la vivienda no se convierta en una mercancía más, contribuyendo así a complicar las dificultades de la producción tal como ocurre en los estados liberales, es una traba inmensa para integrar ese sector de la economía. La problemática requerirá de expertos económicos imbuidos del espíritu social que acompaña estos ajustes, pero conscientes a su vez de que esta rama es una integrante más del proceso macro económico, imposible de aislar totalmente de sus leyes y reglamentos naturales fundamentales.

Limitando el uso y disposición de la vivienda, si bien parece proteger a las personas, también es cierto que aplicada con semejante frialdad, no podrá generar una dinámica capaz de contribuir a su propio crecimiento, incidiendo además en otras áreas del crecimiento. Del desarrollo de este sector dependen en gran medida aspectos tales como la  iniciativa, la inventiva y una multiplicación del trabajo. De igual manera que el Estado no puede controlar y dirigir lo que la población debe comer, calzar y vestir, desconociendo ciertos espacios del mercado, de igual modo la vivienda requiere de consideraciones semejantes, porque esta no es ajena al proceso de la producción. El mercado es ese punto abstracto y a la vez concreto donde se produce el fenómeno de dar y recibir. Encontrar el punto de inflexión que corresponde a la vivienda dentro de esa dinámica, será fundamental para resolver un requerimiento esencial, entre otras cosas, a la vida y formación de familias sólidas.

Las medidas económicas son las noticias que vemos en los periódicos. Casi siempre las presentan de una manera distorsionada, pero siendo tan obvias, no tienen otra opción que mencionarlas. Las noticias de las cuales pocas veces o nunca hablan, son las relacionadas con el debate que tiene lugar en Cuba y la preocupación a nivel institucional, académico e informativo, respecto a la burocracia y la corrupción que ha caracterizado a un amplio sector de la misma. Sobre todo en lo relacionado con la economía en general, aunque también a niveles tales como la medicina y la educación

Estos son asuntos que la prensa debe destacar y en los cuales debe opinar constructivamente. Cuba nunca ha sido renuente a escuchar  y aplicar medidas que favorezcan el mejoramiento de su sociedad.

Otro asunto que también debe resaltarse, es que aparejado con este esfuerzo de Cuba, aún continúan los intentos para dificultar esas gestiones y esa lucha de la ciudadanía cubana por parte de personas y grupos poderosos, especialmente en Estados Unidos.

Los Congresistas de origen cubano y también Senadores, realizan labores de componendas políticas, haciendo uso de los vericuetos existentes en esa democracia estadounidense, castrada por intereses económicos y grupos de influencia. La última de las aberrantes gestiones de estos señores, están encaminadas a prohibir los viajes de los cubanos para visitar y ayudar a sus familias cuando les plazca o cuando lo requieran.

A pesar que el gobierno de Obama no ha dado ningún paso novedoso con miras a mejorar las relaciones bilaterales con Cuba y mucho menos que de algún modo, ayuden a cambiar el sentido que Cuba le da a su emigración, sobre todo a quienes viajan a Estados Unidos, es cierto que dicho gobierno ha puesto en vigor viejas regulaciones de los años noventa. Estas regulaciones han facilitado los contactos familiares. Los Congresistas y Senadores mencionados, desde que entendieron que Cuba se encamina consistentemente a organizar su Estado, el gobierno y muchas de sus bases institucionales, basándose en las experiencias acumuladas por la humanidad, durante más de cien años en busca de una sociedad justa, se han dado a la tarea de atajar esos esfuerzos, recurriendo a actos de esa naturaleza.

Los cubanos de Miami, en especial aquellos cientos de miles que viajan anualmente a la Isla, deben tener presente que solamente ellos pueden impedir que triunfen bajezas como esas.

En estos días más de un centenar de vehículos protestaron frente a la oficina del Congresista Díaz Balart. Es importante que la voz ciudadana se haga escuchar y eso solamente es posible gritando. Caravanas de autos, firmas y llamadas telefónicas son los métodos que la democracia estadounidense tiene. No son los mejores, pero sí los únicos. Por consiguiente, si las personas quieren viajar y hacer con sus vidas lo que quieran en ese sentido, deben utilizar los procedimientos establecidos.

Es de esperar que estos cubanos emigrados, protesten y reclamen de una vez y por todas, sus derechos como inmigrantes.

*Lorenzo Gonzalo, periodista cubano residente en los EE.UU. y subdirector de Radio Miami  

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