Por Miguel Fernández, periodista cubano residente en Miami – Cubainformación.- Quedan apenas 16 días para que el cantautor cubano Pablo Milanés se presente en el anfiteatro “American Airlines Arena” de Miami, y los ánimos siguen caldeándose en la ciudad floridana, donde grupos a favor y en contra de la visita del legendario trovador bayamés, se pronuncian en los medios de comunicación, en las calles, y en el cotidiano de cada emigrado cubano.


La visita de Pablo Milanés a Miami, ciudad considerada por muchos como el bastión del anticastrismo cubano, es parte de una gira que el músico realizará por Estados Unidos, que incluye actuaciones en las ciudades de Washington, Nueva York, Boston, Oakland y en la isla de Puerto Rico, y está patrocinada por el empresario Hugo Cancio, presidente de Fuego Entertainment y Cuba Business Development Group Inc.

Definida por sus promotores como "histórica", la gira comenzará el 26 de agosto en Washington y al día siguiente estará presentándose en Miami. El 8 de septiembre cantará en la ciudad de Los Ángeles, el 10, en Nueva York, posteriormente se presentará en Boston, Oakland, y culminará en el Teatro Bellas Artes de San Juan, Puerto Rico, el 17 de septiembre.

Una vez más, las pasiones se han desatado en las calles de Miami, y los intolerantes representantes del llamado “exilio histórico” cubano, descargan toneladas de odio e improperios, inundan las ondas radiales con diatribas y ataques contra el cantor isleño, y exacerban –en eso son expertos- la división de los cubanos de un lado y otro del Estrecho de la Florida, acusando al creador de temas antológicos como “Yolanda”, “Para vivir” y “El breve espacio en que no estás”, de ser, -y cito solo una de las imputaciones para no ser bienvenido-  un “agente ideológico del castro-comunismo”

Pero si fuera solo la acostumbrada algarabía, a la que nos tienen acostumbrados en estas cinco décadas de enconado enfrentamiento ideológico, no existirían grandes preocupaciones. Lo terrible es como una minoría extremista y fanática, pretende imponer sus preceptos sobre sus conciudadanos e incluso, sin sentir el más mínimo respeto por otros grupos étnicos, incluidos los naturales de estas cálidas tierras del sur norteamericano. Exigen a gritos cancelar el concierto de Milanés, solo porque a ellos les da la gana y muy a pesar de los intereses del resto de sus congéneres.

El condado Miami-Dade, -según el censo realizado en Estados Unidos en 2010- tiene actualmente alrededor de dos millones, 496,435 habitantes, y de ellos, 856,007 son cubanos, algo así como el 35 % de la población general del condado. De ese grupo, los autollamados “intransigentes” –dígase los reductos y descendientes de la antigua dictadura de Fulgencio Batista, los traidores a la Revolución Cubana de 1959, los disidentes y otros incorporados- no sobrepasa el 20 % de la población total de la ciudad.

Ese grupo, que no excede las 500 mil personas, supone que puede decidir inconsultamente sobre el destino del resto, y exigen a los políticos, reclaman a los empresarios e insultan a todo el que se le oponga, aunque sea el mismísimo presidente de los Estados Unidos. Una minoría que no respeta, y que olvida, siguiendo sus propias palabras, que viven en un país “libre y democrático” y donde cada cual tiene derecho a tomar decisiones por sí mismo.

Es sencillo percatarse, que un poco más de 300 mil cubanos que también viven en Miami y se niegan a romper los nexos con su tierra y con su cultura, tienen que aceptar como válido las exigencias de los “exiliados históricos”, so pena de ser acusados públicamente de “defensores del comunismo”, “infiltrados de Castro” o soportar  la atorrante solicitud, casi en términos de amenaza, de “que se vayan a vivir a Cuba”.

Este grupo que se siente dueño de los predios miamenses, no toma en cuenta que en esta ciudad viven además 766,675 hispanos de otras nacionalidades, e incluso, sobreviven a tal aberración, alrededor de 873,753 norteamericanos que disfrutan de los encantos multiculturales de la comunidad hispana en el sur de los Estados Unidos.

Sencillamente amigos míos, 500 mil extremistas tratando de decidir que pueden y que no pueden hacer un millón, 996, 435 habitantes –sean cubanos o no- que supuestamente, deben bajar la cabeza, ante el llamado “dolor del exilio”. Huelga cualquier otro comentario.

Año tras año, durante más de cinco décadas, estos “venerables” señores cacarean la llamada falta de democracia en Cuba, el totalitarismo de estado y la dictadura. A veces no me queda duda que su mejor manera de expresarlo, es aplicando esos mismos términos en la comunidad a donde fueron a parar, y que cada día se nutre de emigrados cubanos que están lejos de ese diferendo político que es, además, un jugoso negocio de dólares contantes y sonantes para muchos de estos “intransigentes anticomunistas” y “anticastristas” que tratan de dirigir la vida de la comunidad desde la opción del terror y el odio.

Bajo esa perspectiva, el cantautor Pablo Milanés visitará Miami, como parte de un intercambio cultural entre Cuba y Estados Unidos, dirigido a buscar una distensión entre ambas naciones, inmersas en un diferendo ideológico que dura más de medio siglo. Un intercambio cultural que es rechazado de la manera más visceral, por este reducto de fanáticos y oportunistas en Miami, con el insensato argumento de que solo se está produciendo de Cuba hacia las tierras del Norte.

Estos “paladines de la libertad” –con chequera abierta a los dineros que entrega anualmente el Congreso de Estados Unidos para subvertir el orden en Cuba- y que apoyan fervientemente cualquier medida unilateral que aplaste por hambre al pueblo cubano, manipulan a diario el tema, e incitan a que sus alabarderos radiales, su triada de congresistas federales –dos descendientes de la sangrienta tiranía batistiana y otro que siente odio desmedido por la tierra de sus ancestros- busquen romper el cordón de paz que la Administración de Barack Obama y el Gobierno cubano están tratando de consolidar.

Todos los días, acerca del tema, se cacarea en Miami que los artistas de acá no pueden ir a Cuba, pero no dicen que durante este periodo, el público cubano ha podido disfrutar de la presencia de la orquesta de Jazz de Chico O’Farrill, la compañía de Ballet de Nueva York (NYCB) y las figuras George Balanchine, Jerome Robbins, y Christopher Wheeldon, de  los destacados actores Benicio del Toro, Robert Duvall, Bill Murray, James Caan, Michael Douglas, Sean Penn, la orquesta The Harvard-Radcliffe, y el trompetista Wynton Marsalis y su orquesta Jazz at Lincoln Center de Nueva York. También han visitado la isla el compositor Andrew Schloss, el grupo de rap Intikana, y una comitiva de artistas circenses, invitados al Festival Circuba 2011, entre otras tantas personalidades.

A pesar de los pesares, Pablito Milanés se presentará en la ciudad que está gobernada por el odio,… perdón, quise decir Miami, el próximo 27 de agosto. Nada impedirá que miles de emigrados cubanos se congreguen, junto a otros latinoamericanos e incluso, muchos gringos curiosos de la buena música caribeña, en el “American Airlines Arena” para disfrutar de muchas canciones que ya son parte de la memoria musical cubana, a pesar de los protestones a sueldo, de los cartuchos y los que expondrán una vez más, su hígado retorcido y su odio hacia la tierra que alguna vez los vio nacer.

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