Primero, el anuncio por parte de Wikileaks de que el bloqueo financiero al que le han sometido importantes entidades financieras cumpliendo indicaciones estadounidenses -Visa, MasterCard, Bank of America y PayPal- ha cumplido su objetivo y es altamente probable que el sitio que ha denunciado las suciedades, manchadas de abundante sangre, en la actuación del Pentágono y el Departamento de Estado tenga que cesar su actividad. Segundo, la condena universal en Naciones Unidas -por veinte veces consecutivas- del cerco económico de Washington contra Cuba.
El diario español El País, al comentar la victoria de EE.UU. sobre la organización que lidera Julian Assange, dice no sin cierto placer: “David no ha podido contra Goliat” y se pregunta si el exitoso cerco fue un gesto de solidaridad de las corporaciones financieras con la administración Obama o consecuencia del anuncio realizado por Assange de revelar datos de las cuentas bancarias de 2000 personalidades relevantes. Lo cierto es que semejante noticia presenta casi como imposible cualquier intento de desafiar el poderío de norteamericano, aun cuando se cuente con la simpatía de gran parte de la humanidad y el apoyo temporal de influyentes medios de comunicación.
Del otro lado, el hecho de que una vez más en Naciones Unidas una mayoría aplastante de naciones, frente al voto solitario de Estados Unidos y su aliado incondicional Israel, condene el bloqueo económico, comercial y financiero con el cual Washington ha intentado doblegar a Cuba durante más de cincuenta años demuestra que hay Davids en este mundo que sí pueden contra el Goliat de las barras y las estrellas.
En su réplica al discurso con que el canciller cubano presentó su informe ante la Asamblea General de la ONU, el representante norteamericano dijo que Cuba buscaba con este reclamo “confundir y ocultar”, como si 186 países fueran lo suficientemente tontos para dejarse manipular por una pequeña nación sometida a enormes presiones de Estados Unidos y la “solidaridad” con ellas de las grandes corporaciones, a cambio de no ser sancionadas con onerosas multas. Más allá de la aplastante respuesta del representante antillano -que reveló entre otras cosas el pasado dedicado a la confusión y ocultamiento del “diplomático” norteño- la noticia difundida veinticuatro horas antes por Julian Assange demuestra quién necesita ocultar y qué. (Publicado en CubAhora)