Por Lorenzo Gonzalo* / Foto Virgilio Ponce-Martianos-Hermes-Cubainformación.- Las personas que viajamos a diversos países con regularidad y nos gusta observarlo todo, podemos decir que somos testigos durante esos viajes de un innumerable desfile de pequeños grupos que protestan contra diferentes sucesos que tienen lugar en su entorno.


Salvo que algunas de ellas sean de cierta magnitud y envuelvan un tema que por sus características, pudieran tener connotación nacional, los medios de información no los reflejan, simplemente porque no son representativos. Como tampoco reflejan aquellos movimientos que perduran o alcanzan determinada magnitud y que puedan desafiar la esencia de sus respectivos Estados. Esto último ha sido el caso del movimiento mundial bautizado con el nombre “indignados”. Otra de las formas adoptadas para reflejar la protesta de este movimiento, es manipulándolo para presentar su lado negativo y enfrentarlo a la opinión pública.
En Cuba, de donde acabamos de llegar, no vemos en sus calles ninguna protesta que no sea la del común denominador de la ciudadanía, incluyendo oficialistas y oficiosos, respecto a la crisis que se profundizó luego de la desapareció la URSS y que las dificultades creadas por el incremento del Bloqueo estadounidense han ayudado a sostener, a pesar de la voluntad de los medios oficiales para resolverlas.
Excepto lo mencionado y las jocosas expresiones de cinismo popular respecto a la situación que vive la sociedad cubana y en referencia a algunas de las promesas no realizadas por el gobierno para superarlas, no se observan en sus calles altercados, ni siquiera en los comentarios de la gente común, que puedan indicar una inconformidad de magnitud nacional.
Tal parece que las fuerzas enemigas, revanchistas unas y por principios otras, conociendo de las nuevas esperanzas derivadas del proceso de ajustes emprendido por el gobierno cubano, que no son más que reformas profundas para organizar dentro de la mayor racionalidad y sin prejuicios ideológicos un Estado Socialista, han redoblado sus esfuerzos para desacreditar a la Isla.
Dentro de ese escenario se mueven un número de organizaciones dadas a luz en Estados Unidos, con lugar de nacimiento en Miami, que se debaten para repartirse el presupuesto millonario que el Departamento de Estado de Estados Unidos asigna para actividades conducentes a la “democratización de Cuba”.
Estos presupuestos del Departamento de Estado, existen para varias decenas de países, la mayoría de ellos aliados. La diferencia estriba, en que su aplicación para estos últimos se hace en coordinación con los gobiernos e instituciones oficialmente reconocidas en esas naciones y solamente sirven para afianzar el poder de gobiernos nada “democráticos”. En cambio, en Cuba esos mismos fondos se utilizan para conspirar contra la estabilidad del Estado.
En esa ciudad de Miami, cuna del anti progreso de los pueblos latinoamericanos y del Caribe, se reunieron recientemente en la Casa Bacardí un grupo de organizaciones que abogan por el derrocamiento del gobierno cubano. Es importante destacar que sus planteamientos proponen la desaparición del actual gobierno y no un proceso de democratización o de cambios basados en la aplicación de normas democráticas, con la debida participación de los cubanos.
En el centro de estas gestiones realizadas por dichas organizaciones, prevalece una rivalidad respecto al dinero que Washington reparte para derrocar al gobierno cubano.
Por ejemplo la tradicional Fundación Nacional Cubano Americana no tiene un control sobre esos fondos como en el pasado. El DDC (Directorio Democráticos Cubano) ha capitalizado gran parte del financiamiento, junto a otras organizaciones que sostienen posiciones muy radicales. Entre estas últimas están la de un expreso contrarrevolucionario y un antiguo miembro de las fuerzas armadas cubanas que al principio del triunfo insurrecto adquirió grados de comandante rebelde. El periódico El Nuevo Herald otorgó a estos grupos una gran cobertura recientemente.
Por otro lado están los grupos existentes en Cuba, entre quienes se destaca uno dedicado a “denunciar” la violación de los derechos humanos y otro integrado por las esposas de algunos ex presos, quienes fueron juzgados y condenados por confabularse con funcionarios estadounidenses de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en Cuba, con miras a desestabilizar el Estado.
Es un ajiaco, salcocho, cocido o sancochado, pero en lugar de ser mezcla cultural de alimentos, es una compuesto venenoso dirigido a agravar los problemas de Cuba y no a solucionarlos. La movida de estos grupos, desde las minúsculas decenas que los componen en Cuba, teniendo a su disposición la prensa internacional más poderosa, hasta quienes han llegado a conformar un “establishment” político en Washington con su enclave en Miami, están organizados para complicar los problemas de la Isla y no para buscar soluciones viables.
Existe una gran ofensiva últimamente encaminada a desacreditar al gobierno de Cuba, la cual está motivada por la ambición de poner la mano sobre los millones de dólares provenientes de los impuestos ciudadanos que Washington pone a disposición de esos grupos, con lo cual dicha ofensiva se multiplica, porque cada uno de ellos quiere demostrar al FINANCISTA que los administra, cuál es el mejor. Esta ofensiva la pretenden sustentar sobre la base de una “ola represiva en Cuba”, cuya realidad solamente existe en esa prensa poco escrupulosa sin ninguna ética periodística.
Seamos honestos, la persecución y el descrédito no es contra unas decenas de personas en Cuba que tienen agendas muy particulares y exclusivas para criticar la situación política de la nación, sino contra la Isla, contra su gobierno y sobre todo contra su sociedad y sus ciudadanos, acusados todos los meses impunemente por esa misma prensa, de vagos, prostitutas y gente de miseria.
Visiten Cuba y comparen su realidad con los artículos que aparecen habitualmente en los periódicos internacionales de España y el resto de Europa, con los de Miami y con aquellos otros que en Estados Unidos se suman a esas tareas poco periodísticas.
Comparen una cosa y otra y verán cuánto ha aumentado la represión, pero no en Cuba, sino en contra de Cuba.


* Lorenzo Gonzalo periodista cubanos residente en EE.UU. y subdirector de Radio Miami



 

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