Fernando Ravsberg - BBC Mundo.- Estados Unidos se queja porque el sistema bancario de Cuba no es trasparente y eso habría permitido que unos cubanos -refugiados de "la persecución comunista"- estafen al sistema de salud y saquen el dinero a través de un banco extranjero que también opera en la isla.

 


 

Es sorprendente que Washington le pida a Cuba trasparencia bancaria a pocos días de sancionar a un banco holandés por hacer negocios con La Habana. Antes ya habían castigado a otro suizo y, si no recuerdo mal, también a uno de la lejana Australia.

Pero parece que andar persiguiendo los negocios de la isla por todo el mundo los agota y quieren simplificar las cosas: el Banco Central de Cuba debe trasparentar todas sus actividades para que a ellos les resulte más sencillo castigar a los socios financieros de la isla.

Mal vista esa propuesta de trasparencia bancaria puede parecer hasta tonta, sin embargo, vista desde el optimismo -mucho optimismo- podría ser el primer paso hacia un acuerdo de colaboración bilateral en la lucha contra el lavado de dinero.

Si las autoridades estadounidenses están tan interesadas en perseguir ese delito tienen la opción de comprometerse a cesar la persecución financiera mundial de Cuba y, entonces sí, solicitar a este país que siga las normas internacionales de trasparencia bancaria.

Claro que La Habana se lo va a pensar muy bien, no sea que les ocurra como cuando comunicaron al FBI sobre las acciones violentas que se fraguaban en el exilio de Miami y al final sirvió para que capturaran a los agentes cubanos que consiguieron la información.

Sus juicios estuvieron tan viciados que Gabriela Knaul, relatora de la ONU sobre la independencia de jueces y abogados, acaba de expresar a Washington su preocupación por el proceso judicial contra los 5 cubanos encarcelados en EE.UU. por conspiración para cometer espionaje.

La ingenuidad de Cuba con el FBI los llevó a la cárcel. Cuatro de ellos aún permanecen en prisión y el quinto está en libertad vigilada en Miami.

Y parece que no habrá cambios en su situación legal, La Casa Blanca rechaza la oferta cubana de liberar a los 5 a cambio de Alan Gross.

Washington asegura que ellos son espías y Alan solo es un inocente "contratista". Es verdad que trabajaba por "contrato" pero al servicio del gobierno de EE.UU. y contrabandeando a Cuba equipos de comunicación tan sofisticados que algunos solo los usa la CIA y el Pentágono.

En la negociación para liberar a Gross EE.UU. apostó todo el tiempo a "caballo ganador" porque conocían de antemano cada intención cubana. Sin embargo, desde hace unos meses perdieron sus ojos y oídos y la reacción parece ser dar palos de ciego.

Un buen ejemplo son las declaraciones de la Secretaria de Estado Hilary Clinton, anunciando que intensificará el programa de desarrollo de comunicaciones clandestinas en Cuba, lo cual es un golpe a las esperanzas de una salida humanitaria para Gross y su familia.

Para evitar más estadounidenses presos, ahora intentarán extender internet a partir de equipos que se venden en las tiendas cubanas. Es difícil que tengan éxito, salvo que sus objetivos reales sean que La Habana limite más el uso de las nuevas tecnologías y reprima a la ciberoposición.

Porque hay una evidente contradicción entre una Hilary Clinton que pretende promover internet en la isla y su colegas del Departamento del Tesoro, que ordenan a Google prohibir a todos los cubanos el uso de algunas de sus herramientas.

Y no hay la menor duda, Christine Chen, gerente de Comunicaciones Globales y Asuntos Públicos de Google lo dejó muy claro: "tenemos que cumplir con las políticas del Departamento del Tesoro (...) no se puede usar Google Analytics en los países sometidos a embargos".

Washington carga así las armas de los inmovilistas de esta orilla. La censura de Google y los millones de dólares regalados por Hilary a la ciberdisidencia son la justificación perfecta para que algunos propongan nuevas restricciones "que nos permitan enfrentar esta agresión imperialista".

Ahora les resultará mucho más sencillo justificar la censura y la existencia misma del Ministerio del Silencio, limitar el acceso de los ciudadanos a internet, mantener en secreto el destino del cable submarino y declarar hostil a todo el que no les sea incondicional en la red.

Cuando llegué a la isla, Victorio Copa -un colega muy cubano a pesar del nombre- me dio un sabio consejo: "si quieres entender lo que sucede en Cuba estudia sus relaciones con EE.UU. porque casi nada de lo que ocurre es ajeno a ese conflicto centenario".

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