Jorge Ángel Hernández - Ogunguerrero.- Cada vez que Yoani Sánchez reseña eventos que ocurren a su alrededor, me recuerda a La película de los Muppets (The muppet movie, 1979), dirigida por James Frawley. La escena que aviva mi memoria es aquella en la que los protagonistas salen a buscar noticias de interés y se entretienen detrás de una gallina mientras unos asaltantes roban a sus espaldas un banco sin que ellos se percaten.
Desde el punto de vista de la lógica de los caracteres, parece normal la conducta de estos muppets, fuera del suceso sensacionalista, que es el que el espectador capta como interesante. Camilla, la gallina, se convierte en sujeto de deseo para Gonzo. Pero la risa se produce por distanciamiento entre el receptor y el sujeto risible. Para la bloguera, a diferencia de para los magistrales títeres de Jim Henson, el cariz de las reseñas se justifica solo en cuanto se corresponden, disciplinadamente, con los intereses de los Medios y Organizaciones que sufragan sus esfuerzos.
Su reseña de la entrada del buque «Ana Cecilia» a La Habana, procedente de los Estados Unidos, lo demuestra. La columnista del Diario El País llama la atención sobre el hecho de que no escuchara, a su alrededor, “ni una sola” consigna antiimperialista. Las esperaba, al parecer. ¿Nos imaginamos, dado el caso (los hipotéticos casos de Yoani Sánchez son en general difíciles de representar), qué escribirá si se hubiesen escuchado esas consignas?
¿Por qué debían lanzarse consignas antiimperialistas ante un acto de ayuda humanitaria? Si se trata de un servicio de entrega entre ciudadanos, y familiares, ¿por qué debía nadie incomodarse? Las consignas, o mejor enfocado, los hechos concretos, deben realizarse, sí, ante actitudes de plattismo flagrante como los que practica la bloguera a diario en su país. Su servilismo imperialista sí merece consignas, repudio y acciones concretas que la enfrenten.
Ilena Ros-Lehtinen, sin embargo, sí emitió furibundas consignas anticubanas bajo argumentaciones legalistas de la extraterritorial y violatoria ley Helms-Burton. Pero a ese hecho Yoani apenas le dedica la mención, sin el más mínimo matiz de crítica. Ni el más leve roce con el fundamentalismo de oficio que ejercen los sectores injerencistas de la política estadounidense; ¡ni pensarlo siquiera! Sí aprovecha, como lo propone el manual, para arremeter contra las medidas de gravamen de impuestos a la importación de productos alimentarios y enseres al país. Y aunque reconoce que esos productos gravados entran a Cuba para el comercio, no para asistencia humanitaria ni como donaciones, no pierde su predeterminada oportunidad de fustigarla.
En la nota relativa al primer viaje del buque de la International Port Corporation (IPC), divulgada por la agencia EFE y reproducida por numerosos Medios de Prensa, se habla de flexibilización del embargo, y nunca, ni por asomo, de la conducta de Cuba. ¿Cómo se ajustan estas actitudes en la conciencia social de la multipremiada bloguera?
The Yoani daily movie tiene sus escenas marcadas. Es más esquemática que un perro de Pavlov, un político maccartista, un teórico ortodoxo del realismo socialista, o una de esas tramas de acción industrializadas por el cine. Si el barco boga, recibirá palos por ello, y si no boga, también. Y así mismo el Diario que la acoge, para el cual debería operar un mínimo de rubor, una vez que se comparen los escandalosos gravámenes que ahora mismo se aplican sobre los productos y servicios en España, y la ridícula noticia que su columnista reseña.
