Arturo del Villar - Cubainformación.- El pasado 5 de octubre fue juzgado en Bayamo (Cuba) el joven español Ángel Carromero, dirigente de las Nuevas Generaciones del partido que se dice Popular en España. Se le acusa de homicidio involuntario, por conducir a velocidad excesiva por una carretera en obras. Este Angelito no podía conducir en España, por haber infringido las normas legales vigentes reiteradamente, pero en Cuba alquiló un automóvil en el que acomodó a un sueco a su lado, y a dos contrarrevolucionarios notorios en el asiento trasero. El pasado 22 de julio chocó contra un árbol y provocó la muerte de los dos contras, que no habían tomado la precaución de abrocharse los cinturones de seguridad: era su costumbre de incumplir las leyes cubanas e internacionales.


Angelito Carromero reconoció su culpa en el juicio, al provocar el accidente con su irresponsabilidad, y lamentó el dolor causado a los familiares de las víctimas, dos contrarrevolucionarios que en el primer territorio libre de América alentaban una insurrección contra los dirigentes elegidos por el pueblo democráticamente. La Revolución Cubana es demasiado comprensiva con sus opositores, porque les permite insultarla continuamente, a sabiendas de que son agentes provocadores pagados por la CIA para volver a hacer de Cuba el prostíbulo de los millonarios gringos, como lo fue hasta el triunfo de las guerrillas populares revolucionarias.

El partido que se autoproclama Popular protesta desde el 22 de julio contra la detención de su insensato dirigente juvenil, pero no ha explicado todavía qué hacía en la isla, y por qué conducía un automóvil en el que viajaba con un sueco y los dos contrarrevolucionarios. ¿Para qué se habían reunido los cuatro? ¿Adónde iban? ¿Qué maquinaciones comparten los dirigentes del partido presuntamente Popular y los sicarios de la CIA en Cuba?

El partido no lo cuenta, y a ningún político o periodista se le ha ocurrido preguntarlo. Nunca lo harán. Los medios de comunicación españoles pertenecen todos a empresas ultraderechistas al servicio del imperialismo gringo, por lo que todos reaccionan de la misma forma a la hora de desinformar sobre Cuba.

Un libro prostituido

Cuatro días después de la celebración del juicio, pendiente de sentencia todavía, el 9 de octubre, se ha presentado en la ultraconservadora Universidad Tomás Moro, en Madrid, un libro titulado Prisionero en Cuba. Su autor es Javier Algarra, director de los servicios informativos en Intereconomía Televisión, perteneciente al grupo empresarial más retrógrado existente en España, que ya es decir, pero con evidente razón, porque resulta insuperable en su fanatismo sectario. El grupo estaba hundido en la miseria, aunque en los últimos años se ha recuperado, a pesar de la pésima situación general de la economía española. ¿Cómo lo habrá conseguido? ¿De dónde le habrá llovido el dinero? ¿Será un milagro realizado por su amigo el dictador del supuesto Estado Vaticano? ¿O vendrá de otro sitio?

No he leído ni voy a leer ese indudable panfleto contrarrevolucionario. Sé que cuenta a su manera la historia de Sebastián Martínez, director general de una cadena de hoteles, al que se detuvo en 2010 en Cuba, acusado de promover la prostitución infantil en sus establecimientos. Juzgado y condenado a ocho años de cárcel, solamente cumplió seis meses, porque la Revolución lo amnistió y permitió que regresara a España.

La Revolución Cubana es demasiado comprensiva con sus opositores, como ya he dicho, y también con los canallas que destruyen al pueblo, mediante la incitación a la prostitución o al tráfico de drogas entre los jóvenes. La CIA quiere aniquilar a la Revolución que está animando a las naciones americanas a liberarse de la tutela imperialista gringa. No lo consiguió con las armas, al fracasar estrepitosamente la invasión de Playa Girón, de modo que lo intenta por otros medios, como el ilegal bloqueo y la cuidada falsificación informativa llevada a cabo por sus agencias de comunicación.

Cristiano y delincuente

Al acto de presentación del libelo contrarrevolucionario asistió la plana mayor de la intolerancia retrógrada española, con una representación de la gusanería cubana implantada en Madrid. Me pregunto perplejo, conociendo y padeciendo la situación económica desquiciada que sufrimos, cómo es posible que en Madrid se mantenga una boyante Fundación Hispano Cubana, que edita una gruesa y por lo mismo carísima Revista Hispano Cubana. ¿De dónde obtienen las subvenciones estos activos contrarrevolucionarios, mientras se cierran instituciones y publicaciones a mansalva?

Lo que me irrita es que en el acto de presentación interviniera Regis Iglesias, portavoz del Movimiento Cristiano de Liberación, al que pertenecían los dos muertos en el coche conducido por el Angelito popular. Regurgitó un cántico en alabanza de los dos difuntos, considerados por él unos héroes (¿por qué acción heroica?), y tuvo la desvergüenza de afirmar, por supuesto sin aportar ninguna prueba ni testimonio, que el Angelito “está acusado injustamente de un delito que no cometió”, palabras textuales. ¡Pero si él mismo ha reconocido su culpabilidad! ¡Si él conducía el automóvil a excesiva velocidad por una carretera en obras desconocida por él, y los ocupantes desdeñaron abrocharse el cinturón de seguridad! ¿Quién supone Iglesias que cometió el delito? ¿El alquilador del automóvil?

La histeria con la que se tratan en España los asuntos de Cuba resulta tan ridícula que mueve a la risa. Pero eso de publicar un libro sobre un delincuente dedicado a un negocio tan repugnante como es el propiciar la prostitución infantil, debiera llamar la atención a las conciencias cristianas. Lo advirtió Jesucristo, según los tres evangelios sinópticos: “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar” (Mateo, 18:6, y paralelos).

Es una blasfemia farisaica que represente a un Movimiento Cristiano el defensor de un promotor de la prostitución infantil. Se vale de la circunstancia de apellidarse Iglesias. Así, cualquiera.

ARTURO DEL VILLAR

PRESIDENTE DEL COLECTIVO REPUBLICANO TERCER MILENIO

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