En el intento por matar de hambre a los cubanos, el gobierno de EE.UU. prohíbe a sus ciudadanos hacer turismo en la Isla, aunque esa decisión es violatoria de la propia constitución norteamericana…


Raúl Menchaca López - Cubahora.- El macabro fin último del bloqueo es hacernos rendir por hambre y para ello nada mejor que tratar de cortar todas las fuentes de ingresos de divisas al país, aunque para eso Estados Unidos viole su propia constitución e impida a sus ciudadanos visitar las playas cubanas.

Durante los últimos 50 años, los estadounidenses no pueden viajar a Cuba a hacer turismo, e incluso, los viajes académicos o de intercambio profesional, tan publicitados por la Casa Blanca a la hora de anunciarlos, tienen que ser estrictamente aprobados por el Departamento del Tesoro.

Esa es la razón por la que el turismo, que se ha convertido en la locomotora de la economía nacional, ha sido uno de los sectores más golpeados por ese apretado cerco, que desde marzo de 2011 hasta marzo de este año, costó al país más de 2 000 millones de dólares.

Las grandes cadenas hoteleras norteamericanas, como Sheraton, Hilton, Marriot y Holiday Inn, que están entre las diez mejores del mundo, tienen prohibido acercarse al pujante mercado cubano.

Por eso acá no hay presencia de inversores norteamericanos en el dinámico sector turístico, a pesar de que muchos han manifestado su interés por establecerse en Cuba, que forma parte de la región caribeña, donde tienen una importante presencia y fuerte inversión.

Según la propia Asociación de Agencias de Viajes de América, en una declaración ante la Comisión de Comercio Internacional, de no existir la prohibición de viajes de ciudadanos norteamericanos a Cuba, en un corto plazo podrían visitar la isla 1,3 millones de turistas de estancia y medio millón de pasajeros de cruceros.

Empresas turísticas estadounidenses y otras vinculadas al transporte aéreo estiman que, de eliminarse las restricciones, en unos pocos años la cifra de visitantes a Cuba procedentes de Estados Unidos superaría los 5 millones anuales.

El grupo hotelero Gaviota calculó que de no existir esas restricciones de viaje de norteamericanos a Cuba, con una ocupación hotelera media, del 83 por ciento, en el año anterior se hubieran percibido ingresos cercanos a los 260 millones de dólares.

Pero la cosa va mucho más allá, pues la Oficina de Control de Activos Extranjeros  (OFAC por siglas en inglés) del Departamento del Tesoro continúa impidiendo las transacciones comerciales a La Habana derivadas de la oferta turística cubana, incluidos los servicios ofrecidos a través de Internet, entre los cuales están las reservaciones, compra de pasajes, alojamiento, arrendamiento de aviones y operaciones relativas al turismo de crucero y náutico.

Hace dos años, la OFAC prohibió a la empresa GDS SABRE continuar prestando servicios globales de distribución de reservas de habitaciones a hoteles cubanos administrados por cadenas extranjeras.

Las empresas turísticas cubanas tampoco pueden anunciarse en los sistemas de servicios en la red, como Google, Yahoo y MSN, por ser todos estadounidenses.

En pleno verano cubano, en agosto del pasado año, la compañía de viajes de lujo Abercrombie & Kent suspendió su programa de viajes a Cuba, anunciado el mes antes, luego de que la OFAC publicara un anuncio en el que aclaró que los viajes turísticos a la isla no estaban permitidos como parte de la política “pueblo a pueblo”.

Y como si fuera poco, el bloqueo imposibilita la compra de equipos, piezas, partes y agregados en el mercado de Estados Unidos y en sus filiales y sucursales en otros países, así como de tecnología y servicios de marcas norteamericanas que son conocidas por los turistas.

Esas trabas encarecen el suministro a la industria turística cubana, al hacer más altos los precios, aumentar los inventarios, incrementar los fletes y elevar las tasas de interés por créditos.

Esa obsesión por aislar a Cuba llega al punto de obligar a las líneas aéreas canadienses a entregar a las autoridades de Estados Unidos, con 72 horas de antelación, la información sobre los pasajeros en vuelos que cruzan el territorio norteamericano hacia Cuba.

Ese nuevo control es utilizado por la OFAC para descubrir a los ciudadanos estadounidenses que viajen a Cuba sin permiso y aplicarles la correspondiente sanción que puede ser desde multas hasta penas de cárcel.

A pesar de esos problemas, Cuba se apresta a recibir este año casi 3 millones de vacacionistas que pueden disfrutar de un turismo sano y de la hospitalidad de un pueblo abierto y alegre, pero las playas cubanas siguen prohibidas para los norteamericanos… por su propio gobierno.

Bloqueo EE.UU. contra Cuba: Playas prohibidas para norteamericanos

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