Cuba Hoy.- La historia del terrorismo de Estados Unidos contra Cuba colmó su punto más horrendo con el crimen de Barbados, el 6 de octubre de 1976, en el que 73 personas inocentes perdieron la vida. Ese día terroristas de la peor cepa, respaldados por el gobierno norteamericano, hicieron estallar en pleno vuelo el avión CUT 1201, de Cubana que cayó al mar en las costas de Barbados.


En la aeronave viajaban 11 jóvenes guyaneses, que venían a Cuba para estudiar medicina, cinco funcionarios de la República Popular Democrática de Corea y 57 cubanos, entre ellos 16 esgrimistas, algunos en edad juvenil, junto a sus entrenadores, técnicos y responsables. Veintiún años era el promedio de edad de los 16 atletas que perecieron en ese acto de inmunda barbarie.

Los principales responsables salieron impunes, Posada Carriles se "fugó" de la cárcel y Bosch fue absuelto no porque se probara su inocencia sino debido a que el tribunal, "adujo detalles administrativos" acerca de la traducción del inglés al español para desestimarla.

Bosch falleció en Miami sin arrepentirse de sus actos y Posada Carriles camina libremente por las calles de esa ciudad impune y amparado por el gobierno estadounidense y la mafia cubano-norteamericana, entidades que niegan el reclamo venezolano para hacer justicia.

A 38 años de un crimen que continúa impune: Monumento a las víctimas de Barbados

 Ismael Francisco - Cubadebate.- Este 6 de octubre se cumple el 38 aniversario de la voladura del vuelo 455 de Cubana de Aviación, que se dirigía desde la isla de Barbados a la de Jamaica -con destino en la capital cubana de La Habana.

Fue destruido en un atentado terrorista que tuvo lugar el 6 de octubre de 1976. Las 73 personas a bordo de la aeronave, un Douglas DC-8 de fabricación estadounidense, resultaron muertas en el hasta entonces peor ataque de este tipo en el hemisferio occidental.

La evidencia posterior implicó a varios individuos con vínculos con la CIA, además de algunos miembros de la policía secreta venezolana de aquel entonces (la denominada Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención, DISIP). Uno de ellos, Luis Posada Carriles, vive en Miami bajo la protección el gobierno de los Estados Unidos.

Documentos de la CIA recién desclasificados en 2005 indican que esa agencia estadounidense “tenía inteligencia concreta de avanzada, tan temprano como junio de 1976, sobre planes de grupos terroristas cubanos exiliados, de atacar con una bomba un avión de línea de Cubana”.

Estas imágenes fueron captadas por nuestro reportero Ismael Francisco en la localidad barbadense de Saint James, donde fue erigido un monumento para honrar la memoria de las personas que murieron en el atentado, el cual fue visitado en dos ocasiones por el líder cubano Fidel Castro. El Comandante asistía en el 2005 a una Cumbre del CARICOM que exigió que Posada Carriles “sea llevado a la justicia para traer un cierre a este flagrante incidente que causó tanto dolor a los pueblos de la región”.

Aquellos “negritos”, señor Bosch, eran mis compañeros de curso

Orlando Bosch, solía molestarse con quien le señalara que habían sido seres humanos los inmolados.

Pedro Antonio García - Granma.- Como ya relaté en otra ocasión, a Nancy Uran­ga la conocí en mis tiempos de estudiante-deportista. Yo estaba en ajedrez y gozaba de más inmerecida fama que de talento real. Ella era ya la indiscutida mejor esgrimista de mi generación. Tras asistir a una reunión convocada por la FEU con los deportistas de las distintas facultades (en aquella épo­ca, con ese rango, Ciencias Médicas, la Cujae, Agro­nomía y el Pedagógico pertenecían a la Universidad de La Habana), coincidimos en la larga cola del comedor compañeros de ajedrez, voleibol, atle­tismo y esgrima.

Entre bostezos de hambre y aburrimiento, alguien que miraba lascivamente a una estudiante de Ma­te­máticas de ojos claros y cuerpo es­cultural, se lamentó de que la mujer cubana, por regla, perdía la figura después del parto. Varias muchachas lo embistieron como miuras enfurecidas y se generalizó la discusión. Un vo­leibolista, al ver que Nancy no to­maba partido en el debate, para provocarla le dijo que ella también iba a perder la línea después de ser madre. La entonces estudiante de Bio­logía, a quien algunos llamábamos “la pinareña pe­ligrosa”, por la acometividad y arrojo que desplegaba en sus combates esgrimísticos, le replicó: “No les voy a dar ese gusto, no me pondré gorda”.

Pasó el tiempo. Supe por el periódico Granma que Nancy encabezaba el equipo femenino de esgrima al Centroamericano de ese deporte en Venezuela. Muchas veces se ha di­cho que aquel era un equipo juvenil, aunque en la terminología actual se le hubiera denominado un sub-23. Nan­­cy tenía o andaba cerca de cumplir los 22 años. Inés Luaces, una zurdita muy ágil a pesar de estar a veces algo pasadita de peso, que cursaba Estomatología en la Uni­versidad de La Habana (UH) tenía 21. Virgen Fe­li­zola, con 17 años, es­taba todavía en el pre y quería estudiar Ar­qui­tectura, co­mo Ricardo Cabrera (23), quien sa­bía compartir el tiempo entre esa carrera y los entrenamientos de espada.

A Milagros Peláez apenas la conocí. Irene Forbes, esgrimista graduada de Periodismo, solía decir de ella: “Había sencillamente que quererla, porque repartía amor a manos llenas”. Milagros era novia del floretista Leonardo Mac­Kenzie. En los recuerdos de Irene, “era usual verlos en el entrenamiento llevar a cabo determinados trabajos en pareja, o juntos frente al plastrón perfeccionando la dirección de sus pun­stas”. Ella fue subcampeona en el individual en los Centroamericanos de Venezuela, so­lo superada por Nancy. Él, oro en el por equipos.

El resto del equipo era igualmente joven. Por citar solo unos ejemplos, José Ramón Arencibia (23 años) soñaba con dedicarse al periodismo y la literatura. José Fernández (20) y Enrique Fi­gueredo (19), a la ingeniería, el primero, Eléc­trica, el segundo, Civil. Cándido Muñoz, Carlos Leyva y Juan Duany contaban con 20, 19 y 18 años respectivamente.

En el Centroamericano de esgrima de Ve­nezuela arrasaron con todas las medallas de oro. De todos es conocido lo que sucedió después, al regreso a Cuba: el sabotaje al avión en que viajaban. No hubo sobrevivientes. Años después, una amiga de Nancy me contó que la pinareña había viajado a la patria de Bolívar con varias semanas de embarazo.

Nunca he entendido, nunca entenderé que pueda pretenderse el derrocamiento de una Revolución con el asesinato de 73 civiles, entre ellos jóvenes estudiantes que empezaban a vivir. Pero para el señor Posada Carriles, este fue “el golpe más duro propinado al régimen de Castro”. Por su parte, el otro autor intelectual del crimen terrorista, Orlando Bosch, solía molestarse con quien le señalara que habían sido seres humanos los inmolados: “Todo el que glorifique a Castro merece la muerte… No sé por qué sienten pena por esos negritos”.

Tampoco entenderé que párrocos miamenses, temerosos de Dios, una popular animadora de televisión, cantantes y músicos famosos, re­cuer­den con nostalgia y se sientan emocionados por haber departido o desfilado de brazos por la vía pública con sujetos como Bosch y Posada, a quienes increíblemente llaman “com­batientes de la libertad”.

¿Cuánto tiempo más se debe esperar por la justicia?

Ángel Rodríguez Álvarez - AIN.- A 38 años del atentado terrorista que el seis de octubre de 1976 derribó en pleno vuelo el avión cubano con 73 personas a bordo, frente a las costas de Barbados, el trágico episodio adquiere cada día más actualidad y es obligada referencia en medios internacionales.

La explicación es sencilla: los autores confesos y probados del horrible crimen, Orlando Bosch Avila, hasta su reciente fallecimiento, y Luís Posada Carriles, no han sido sancionados, y este último sigue disfrutando de la protección del gobierno de los Estados Unidos, quien se ha valido de incontables subterfugios técnicos para impedir el castigo merecido.

Bosch fue absuelto en 1998 en amañado juicio por un tribunal venezolano, regresó a EE.UU., donde era considerado prófugo de la justicia, y luego de ser perdonado por sus viejas andanzas terroristas y autorizado a permanecer en el país por el presidente George H. Bush ( padre ), quedó libre y recibió cómoda residencia en Miami, hasta su muerte.

En esa ciudad se le considera un héroe por la mafia cubano-americana e iba a la televisión, donde hacía impudoroso alarde de sus asesinatos y profería amenazas de todo tipo contra el pueblo cubano, a pesar de lo cual no resultó molestado por las autoridades.

Posada, por su parte, deviene igualmente beneficiario, primero del ex presidente Bush (hijo), quien obvió su propia afirmación: de quien protege a un terrorista es tan culpable de terrorismo como este. Y en la actualidad sigue residiendo en Miami, donde es un ciudadano “ respetado ” en amplios círculos políticos.

Solo la simpatía o los compromisos, o ambos, en las altas esferas oficiales, explica la conducta de los Bush y el actual mandatario, que ha llegado a comprometer la credibilidad de la cruzada internacional contra el terrorismo iniciada tras el derribo de las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001.

El peligroso terrorista, como se sabe, ingresó secretamente en territorio norteamericano en marzo de 2005, después de ser escandalosamente amnistiado por Mireya Moscoso, presidenta de Panamá, al termino de su mandato. Sólo después de las denuncias formulada por el Comandante en Jefe Fidel Castro, fue detenido y sometido a dilatado proceso administrativo como presunto inmigrante ilegal.

Durante todo este tiempo Washington no ha formulado cargos contra Posada, a pesar de que este ha ofrecido numerosos testimonios públicos de sus actividades criminales y de ser reclamado por la justicia venezolana.

Basta con leer su libro Por los Caminos del Guerrero y la entrevista concedida a la periodista Maria Luisa Bardach, publicada el 12 y 13 de julio de 1998, en la cual reconoce con absoluto cinismo, su participación en el atentado del avión de Cubana de Aviación y en las acciones contra instalaciones turísticas habaneras, donde perdió la vida el joven italiano Fabio Di Celmo.

“ Como pueden ver – dijo sarcástico a la Bardach - el FBI y la CIA no me molestan, y yo soy neutral con ellos. Siempre que los puedo ayudar, lo hago.”

Con tales antecedentes, por supuesto, Posada se convirtió con su regreso a Estados Unidos, en una “papa caliente ” para Bush, lo cual obligó a una dilatada maniobra para poder liberarlo tras una fachada de legalidad.

Primero se negaron a extraditarlo a Venezuela con el insostenible pretexto de que allí sería torturado. El segundo momento fue solicitar a varios países que lo aceptaran como deportado, en la seguridad de no encontrar receptores, con lo cual quedaba la alternativa legal de juzgarlo por sus crímenes o liberarlo.

¡ Crimen perfecto ! De este modo la “ papa se enfría ”, y aquí no ha pasado nada, el mentor del criminal seguirá hablando de su cruzada antiterrorista y amenazando a diestra y siniestra a quienes en esta lucha no estén con él.

Nadie debe esperar reposo en esta batalla, pues cada día es más claro que la solución de este caso, como en de Los Cinco, pasa por las gargantas de los hombres y mujeres de todos los continentes y también por las calles y plazas de las ciudades norteamericanas.

Contra Cuba
Cubadebate Un jurado declaró hoy culpable al senador de Estados Unidos Bob Menéndez de los 16 cargos que enfrentó en el juicio federal por corrupción que sacó a la luz cómo el político “puso su p...
Lo último
Isabel Rubio, razones para la libertad
Marilys Suárez Moreno - Revista Mujeres.- Dicen que fue una mujer de armas tomar y su historia de vida no deja dudas sobre la también llamada Capitana de Vuelta Abajo. Ferviente seguidora de los planes insurreccionales de José Ma...
Ver / Leer más
La Columna
La Revista