“Los norteamericanos posponen a la utilidad el sentimiento. —Nosotros posponemos al sentimiento la utilidad”.

José Martí

Por Nyls Gustavo Ponce Seoane*/Martianos-Hermes-Cubainformación.-


 

I

Ante las nuevas relaciones de Cuba y los Estados Unidos.

Los tiempos están cambiando en Cuba. Deben cambiar más. Más  aún que pronto va a existir, después de tantos años, un mayor acercamiento de todo tipo con el vecino del Norte, Es natural, lógico e inevitable. Tarde o temprano tenía que ocurrir.

La mayoría de los cubanos que nos hemos mantenido en Cuba estamos contentos. Supongo que una gran parte de los que viven afuera, también lo estén. Razones hay. Pero por sobre todas, ha sido un logro. ¿O acaso no lo es haber soportado durante más de medio siglo la carga y presión de un descomunal gigante, a la que se sumaron otros?

Con la impudicia y descortesía irrespetuosas que caracterizan  a este Velican, su máximo representante político oficial del momento declara que la nueva política hacia Cuba es solo un cambio de táctica para lograr  los fines que siempre han sostenido con la cercana, pequeña e inconveniente para ellos Isla.

Es por esto que, los que hemos sobrevivido y llegado hasta aquí, y podamos, debemos volver a recordar algunos detalles de la idiosincrasia  de aquellos con quienes  vamos a volver a tratar ahora.

No es ni debe ser recordar por recordar. Ni recordar para volver a vivir”, como se dice. Es recordar para dar a conocer y explicar a los más jóvenes el porqué de sus acciones en y contra de la cubana tierra.

Es recordar para advertir y alertar, dentro de la alegría que nos embarga, ante un conocido tan poderoso que históricamente nos ha pretendido e intentado mancillar nuestra dignidad, soberanía, independencia y libertad.

II

Con licencia para matar ó crónica de una violencia heredara.

La historia de los EE.UU. demuestra, como pocos, la naturaleza no consecuente, contradictoria,  entre su ideología (pensamiento) y su quehacer (acción).

Antes de su surgimiento, a partir de los peregrinos puritanos del Mayflower, creyentes en el deber del cumplimiento con la moralidad de Dios ante todo; y desde su Independencia hasta nuestros días, se puede decir que sus fundamentos ideológicos-filosóficos mayoritarios son los de la religión cristiana que, de una u otra forma, fueron plasmados en sus documentos rectores iníciales.

Así, en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, el 4 de julio de 1776, se manifiesta como evidente,  “que todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; y que, por lo tanto, los representantes de los Estados Unidos de América  acudían y apelaban al Juez Supremo del mundo para hacerle testigo de la rectitud de sus intenciones” y finaliza diciendo que en apoyo a esta Declaración, con la absoluta confianza de la Divina Providencia empeñaban sus vidas, sus haciendas y fortunas y su sagrado honor.

Sin embargo, desde sus mismos inicios, establecieron otros conceptos que, aunque con las mejores intenciones, en la práctica han atentado y  atentan, en principio, contra estos derechos establecidos por el Creador según ellos.

La cuestión radica en que pocos han sido y son los requisitos para hacerse de un arma por parte de sus ciudadanos. Para ello, jurídicamente, se han apoyado en la llamada Segunda Enmienda, que forma parte de la Carta de Derechos (1791) de su Constitución (1787), y donde se establece “el derecho del pueblo a tener y poseer armas no debe ser violado”. Ella no fue más que un resto del derecho anglosajón (ya prohibido y limitado en Inglaterra), exportado a los EE.UU. y que se expresaba como “el derecho del pueblo  a portar y tener armas, no será infringido”, pero que en su interpretación medieval  significaba el derecho de defender a su Rey.

Con el objetivo de garantizar al ciudadano su defensa en caso que el Estado se extralimitase, se implantó el derecho de todo individuo a tener  y usar armas con fines de defensa, deportivos, venatorios, de escolta privada o de cualquier otro tipo para la supervivencia y  que se mantiene hasta nuestros días ya que fue ratificada por la Corte Suprema de los EE.UU. el 28 de junio de 2010.

Sin embargo, como “el camino del infierno está preñado de buenas intenciones” está enmienda lo que estableció  en la práctica fue una licencia para matar que ha  potenciado y forjado  una mentalidad que, consciente o inconscientemente, es proclive a la creación de un estado de violencia individual y colectiva que, de hecho se estableció y se ha manifestado  en ese país, lo  que ha sido bien reflejado por sus medios y su séptimo arte.

Se creó pues una mentalidad  que condujo  a la desconfianza, el terror y hasta el odio, ya que las armas, bajo este principio individual, ¿para qué han sido utilizadas, individual o colectivamente  por los mal llamados americanos?

Quizás pues,  esta Segunda Enmienda haya sido el núcleo duro a partir del cual antaño se apoyaron y contribuyó como  móvil para iniciar la conquista de  territorios vecinos: del llamado “oeste americano”, el del norte de México y pretender otras tierras y riquezas naturales en su provecho, disfrute y bienestar, como el del archipiélago cubano. Principio este que hogaño se ha mantenido con el mismo fin, solo que ahora desarrollado (globalizado) a nivel mundial con diferentes argumentos y justificaciones y poder continuar sus fechorías bajo un manto de benefactor y no de culpabilidad.

¿No contradice esto las mejores intenciones de la filosofía y la moral cristianas que establece en los mandamientos del Dios-Creador el NO MENTIRÁS  y el NO MATARÁS?

Entonces, desde sus mismos orígenes se observa una doble y contradictoria  moralidad entre el creer y el hacer, sobre todo de los políticos estadounidenses. Simplemente se estableció allí un rasgo falso de moralismo, de doble moral, de amor cristiano  y odio verdaderamente infernal que ha continuado hasta  el presente y hecho más manifiesto en las acciones violentas de su vida cotidiana, últimamente acrecentado por el resurgimiento de un racismo feroz  Lo preocupante es que no sabemos si aún no ha llegado a su máximo clímax.

Y, ¿por qué y de qué preocuparnos los cubanos? Pretensiones incluidas o aparte, fue innegable la influencia de los “americanos” en Cuba. El ser humano tiende a imitar y no hemos estado ni estamos exentos de ello, Hubo en Cuba varias imitaciones del “american way of life”, por lo que viene a mi mente las luchas callejeras de las pandillas gansteriles que reinaron en La Habana durante mi infancia. En aquella época se hablaba de gánsteres y pandillas, no de mafias, padrinos o cárteles. La tranquilidad pública, ciudadana ha sido un logro de estos años de sacrificio y duro bregar. No seamos ingenuos, ¡no la perdamos! Se debe tener cuidado con ciertos cantos de sirena que ya se entonan en estos momentos.

III

In God we trust. But, in which God?

Otro aspecto radical a reflexionar y señalar sobre esa doble moral  en la historia de ese país es su  “motto”, o lema que los motiva guiando su conducta.

Es el In God we trust” (“en Dios confiamos), que como vimos, ya confiaban en Él desde la misma Declaración de Independencia,

Se debe señalar que la primera versión de esta frase ya se puede encontrar en la estrofa final del poema Star-Spangled Banner (la bandera tachonada de estrellas), escrito en 1814  (después adoptado como himno nacional), donde se dice:

And this will be our motto: In God is our trust

(Y este será nuestro lema: En Dios está nuestra confianza).

La expresión en su actual forma, como lema nacional oficial, fue aceptada por el Congreso de E.E.U.U. en 1956 y convertida en Ley por el Presidente Eisenhower en ese propio año.

No obstante, ley aparte, mucho antes que la misma se dictara, ese lema se podía ver, desde el año 1864 en  las leyendas grabadas de las monedas y billetes estadounidenses. Era el lugar más común de la vida diaria norteamericana donde se podía ver, hasta que se elevó al rango de “motto oficial” incluso por encima del “E Pluribus Unum” (“de muchos, uno”), que se consignó en el Acta de 1782.

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Dada las peculiaridades y características de ese país donde, hasta las elecciones, a las que llaman democráticas, son “bussines” y se invierte por un candidato para luego, si triunfa, recuperar la inversión y obtener dividendos; donde el que da, manda; y el que recibe, obedece, bien se puede preguntar, ¿qué democracia es esa?, obteniéndose por respuesta que es la de, por y para los magnates inversionistas.

Y ahora nos quieren venir encima con sus democráticas inversiones. Al parecer  eso se intenta neutralizar diversificando las nacionalidades de las inversiones extranjeras en Cuba. No olvidemos que han comprado fábricas en el exterior donde nos abastecíamos de productos, incluso médicos, y que por su “embargo contra Cuba” tuvimos que cesar de comprar. Han sido hasta crueles con esto. Y, ¿quién ó qué les impide comprar  en un futuro, inversiones de otros hechas en Cuba?

En un país donde hasta el “time is money” y donde ese Money pasa por sobre lo humano, identificándola con lo divino, se puede decir que el lema, grabado en monedas y billetes, convertido en ley, simbólicamente representa que lo que tienen por verdadero Dios es al dinero.

Y quizás allí tampoco sea casualidad que la palabra Trust sea la misma que se emplee para designar a un consorcio industrial comercial o una asociación financiera  de compañías y empresas que tratan de monopolizar el mercado de los productos que producen. Todo queda en el ámbito de los negocios.

El sinónimo de  Trust  es Cártel. Por asociación mediática, de tanta propaganda hecha, viene a la mente el Cártel de la droga. Por lo tanto ¿no se podría interpretar  su lema como que  “En Dios y con Dios nos asociamos en Trusts o Cártels?

¡Qué lejos está de ellos el verdadero Dios originario de los cristianos y su sentido ideológico! Dios este que han trocado por el Dios-dinero. Con el “In God we trust”  intentan hacer creer que Dios está solo de su lado o que es lo mismo, que el dinero lo está.

Empero, no por gusto Cristo expulsó a los mercaderes del Templo-

IV

La honda de Martí

Toda ésta, su filosofía vulgar-cotidiana, que tiene como fundamento un neoliberalismo basado en intereses monetarios-mercantiles y posesión de bienes materiales;  y armas (para defenderlos), surgido allí mismo (The Chicago´s Boys), ha llegado hasta nuestros días en un sistema social concupiscente, desenfrenado en el consumismo, donde predomina el entretenimiento-chatarra superfluo para manipular las mentes de las personas por las élites económicas, donde no se tienen en cuenta los verdaderos valores humanos de receptividad, contra la violencia y por la paz.

Y esa filosofía materialista vulgar-cotidiana, muy lejos de la cristiana que dicen profesar, es la que ha impactado a las nuevas generaciones de aquel país, conduciéndolas a un estado de enajenación que los hace provocar actos de violencia de todo tipo, tanto dentro del seno de dicha sociedad, como fuera de la misma. Han contaminado al mundo con ella.

- “Viví en el monstruo y le conozco las entrañas, y mi honda es la de David”, no en vano nos advirtió José Martí, después de  haber vivido tres lustros  entre ellos, con su Dios del dinero y la violencia.  El Dios de la utilidad.

*Nyls Gustavo Ponce Seoane, geólogo cubano, miembro del Instituto de Geología y Paleontología.

Enviado por el autor a: Martianos-Hermes-Cubainformación

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