Randy Alonso Falcón - Cubadebate.- Cuba era destino privilegiado del turismo norteamericano en la década del 50. Acaparaba más del 20% de los visitantes estadounidenses al Caribe (1). La cifra de estadounidenses que entonces veraneaba fundamentalmente en La Habana y Varadero, representaba más del 85% de los turistas que llegaban cada año a nuestro país (2).


Pero el 16 de enero de 1961 la historia dio un giro dramático. Como parte del creciente enfrentamiento a la Revolución Cubana, el Gobierno norteamericano prohíbe el libre viaje de sus ciudadanos a Cuba. Ese día, el Departamento de Estado emitió una Nota en la que afirma que los viajes de los estadounidenses a Cuba eran “contrarios a la política exterior de Estados Unidos y… por otra parte, desfavorables a los intereses nacionales” (3) y establece que “los ciudadanos norteamericanos que deseen viajar a Cuba deben, hasta nuevo aviso, obtener pasaportes con autorización especial del Departamento de Estado para realizar el viaje” (4).

State Department Press Release No. 24, Jan. 16, 1961, 44 Dept.State Bull. 178: 

“The Department of State announced on January 16 that, in view of the U.S. Government’s 

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inability, following the break in diplomatic relations between the United States and Cuba, to extend normal protective services to Americans visiting Cuba, U.S. citizens desiring to go to Cuba must until further notice obtain passports specifically endorsed by the Department of State for such travel. All outstanding passports, except those of U.S. citizens remaining in Cuba, are being declared invalid for travel to Cuba unless specifically endorsed for such travel.” 

“The Department contemplates that exceptions to these regulations will be granted to persons whose travel may be regarded as being in the best interests of the United States, such as newsmen or businessmen with previously established business interest.” 

“Permanent resident aliens cannot travel to Cuba unless special permission is obtained for this purpose through the U.S. Immigration and Naturalization Service.”

 “Federal regulations are being amended to put these requirements into effect.” 

“These actions have been taken in conformity with the Department’s normal practice of limiting travel to those countries with which the United States does not maintain diplomatic relations.” 

Más 50 años después, el aviso aún no ha llegado. Con períodos de flexibilidades y otros de duras restricciones, la prohibición establecida entonces a los ciudadanos norteamericanos para venir libremente a Cuba sigue vigente hasta nuestros días.

Sin dinero no hay viajes

Tras la oficialización ejecutiva del bloqueo económico y comercial contra Cuba en febrero de 1962, el veto a los norteamericanos para viajar a Cuba se reafirmó con las Regulaciones para el Control de las Activos Cubanos (Cuban Assets Control Regulations) emitidas por la OFAC el 9 de julio de 1963, las que establecían la prohibición de realizar cualquier transacción financiera con Cuba, incluyendo, por supuesto, el pago a aerolíneas, hoteles y servicios extrahoteleros.

Veranear en Varadero, ver el espectáculo de Tropicana o desandar La Habana como antaño, se convirtió en un imposible para los estadounidenses. Pese a que un fallo de la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos de 1967 (5) afirmaba que el viaje sin un pasaporte específicamente autorizado (como estableció la Nota del Departamento de Estado en el 61) no constituía un delito de acuerdo con la legislación aplicable, las Regulaciones de la OFAC, promulgadas en consonancia con la ley de Comercio con el Enemigo de 1917, sí establecían que el uso del dólar en Cuba por ciudadanos norteamericanos era ilegal y podrían ser enjuiciados por ello. Durante décadas, este elemento funcionó como el principal medio para restringir los viajes de EE.UU a Cuba y vulnerar la libertad de viajar que establece la ley norteamericana.

De Carter a Bush: Puntos Extremos 

Por más de 15 años el cierre fue total, hasta que en Marzo de 1977 la administración Carter eludió las prohibiciones emitiendo licencias generales de viaje para visitar Cuba y permitiendo los vuelos directos entre las dos naciones. Aunque el mayor porciento de viajeros entonces fueron cubanos residentes en EE.UU.

Pero la calma duró apenas cinco años, en abril de 1982, el gobierno de Reagan reimpuso las restricciones a los viajes de turismo o negocio a Cuba, aunque permitió aún las visitas con licencia general de ciertas categorías de personas como periodistas, cineastas, investigadores, funcionarios gubernamentales y las visitas familiares.

La Corte Suprema en junio de 1984 se contradijo en esencia, y sentenció 5-4 en el caso Reagan vs Ward (un pleito contra la limitación de viajes a Cuba) que el ejecutivo tenía el derecho de imponer restricciones de viajes por razones de Seguridad Nacional (6)

El gobierno de dos períodos de Bill Clinton osciló entre las flexibilidades y las restricciones al derecho de viajar. Si bien durante sus 8 años de mandato se mantuvo incólume la prohibición de hacer turismo en el archipiélago cubano, que entonces comenzaba a desarrollar aceleradamente su industria turística, esa administración comenzó a emitir en 1993 licencias específicas para actividades “claramente” educacionales y religiosas y para “actividades de reconocidas organizaciones de Derechos Humanos” (7)

Llegó 1994 y, tras la crisis migratoria post 5 de agosto, la administración Clinton prohibió las licencias generales para visitas familiares y sólo autorizó las de carácter humanitario, a la vez que también pasó de licencias generales a específicas los viajes de los investigadores.

En Octubre de 1995 hay algunas nuevas flexibilidades con el objetivo de “promover la democracia y el libre flujo de ideas”; pero en marzo de 1996, Clinton firma la punitiva Ley Helms – Burton, que pone en manos del Congreso la política de bloqueo y establece que su terminación, incluyendo las restricciones de viajes, dependerán de que Cuba cumpla ciertos requisitos “democráticos” predeterminados por esa legislación.

Un nuevo y ligero cambio se produce en 1998, cuando el Presidente Clinton anuncia el 20 de marzo la reconcesión de licencias para vuelos chárter hacia Cuba y el 2 de julio la OFAC concede estas licencias a 9 compañías charteadoras para operar vuelos desde Miami a La Habana. En enero de 1999 se autorizó expandir los vuelos chárter a Cuba desde otras ciudades norteamericanas.

La política pueblo a pueblo, con la que el sector imperante entonces de la clase política norteamericana pretendía conquistar los corazones cubanos, llevó a la OFAC a anunciar, el 13 de mayo de 1999, el retorno de las licencias generales para los investigadores y la expedición de licencias específicas para un mayor rango de actividades educacionales, religiosas, deportivas y otras.

Con la llegada de W. Bush, las acciones para reforzar prohibiciones de viajes a Cuba fueron obsesivas. Tan pronto en su mandato como el 13 de julio de 2001, el presidente anunció que había solicitado al Departamento del Tesoro fortalecer y expandir las capacidades de la OFAC para prevenir los “excesivos y no licenciados viajes” a Cuba.

Vinieron después los incrementos de la aplicación y los montos de las multas por viajar a Cuba, el establecimiento de un estrechísimo y singular concepto de familia para autorizar viajes de cubanoamericanos ahora 1 vez cada 3 años, las restricciones a las remesas y a los gastos posibles en los viajes a Cuba, la eliminación de varias licencias generales y específicas para viajar, entre otras acciones recomendadas por la llamada “Comisión para una Cuba libre”.

El Congreso toma la llave 

Con la aprobación, en octubre de 2000, de la Ley de Reforma de las Sanciones Comerciales y Ampliación de las Exportaciones (Trade Sanctions Reform and Export Enhancement Act of 2000) por un Congreso de mayoría republicana, y su firma posterior por el Presidente Clinton, el legislativo ponía bajo su control los viajes turísticos a Cuba.

Dicha ley establece una provisión en la sección 7209(b) que prohíbe expresamente los viajes y las transacciones financieras asociadas con fines turísticos y circunscribe la autoridad del ejecutivo a la posibilidad de emitir licencias generales o específicas dentro de las 12 categorías de viajeros permitidos. Para ampliar las categorías de viaje o liberarlos totalmente tendría que ser enmendada, derogada o cambiada la ley por el Congreso de los Estados Unidos.

Es este uno de los cuatro aspectos del bloqueo que el Presidente Obama no puede modificar con una decisión ejecutiva, por ser una potestad del Congreso.

Para muchos en la sociedad norteamericana es inconcebible que se les prohíba viajar a la cercana Cuba, cuando si lo pueden hacer a Irán, Corea del Norte, China u otras naciones, con los que Estados Unidos sostiene tensas relaciones. Una  encuesta sobre el tema realizada por The Washington Post/ABC News, después de los anuncios del 17 de diciembre de 2014, arrojó que el 74% de la `población está a favor de viajar a Cuba sin restricciones.

La oposición en el Congreso ha crecido en los últimos 15 años.

Desde 1999 hasta hoy, congresistas como Christopher Dodd, Byron Dorgan, Patrick Leahy, Jeff Flake, Charles Rangel, José Serrano, Bárbara Lee, Jim McDermott, Jeffrey Moran, Bill Delahunt, entre otros, han presentado diversas iniciativas para acabar total o parcialmente con las restricciones de viajes a Cuba; pero no han podido prosperar por falta de suficiente apoyo o por maniobras dilatorias del liderazgo del Congreso.
Durante el primer período de W. Bush, las dos cámaras votaron por restaurar los viajes a Cuba, pero la amenaza de veto presidencial diluyó el esfuerzo.

Tras los pronunciamientos de ambos gobiernos en favor de buscar normalizar las relaciones, se han presentado en el Capitolio varias propuestas relativas directamente al tema de los viajes, o  que lo incluyen dentro de un paquete más amplio de decisiones sobre Cuba. Desde enero pasado, Jeff Flake, Patrick Leahy y otros cinco legisladores de ambos partidos, presentaron un proyecto de ley para poner fin a todas las restricciones legales que prohíben a los norteamericanos viajar a Cuba. La propuesta ha encontrado más de medio centenar de adhesores en el Senado; sin embargo su proyecto homólogo en la Cámara de Representantes, presentado por el republicano Mark Sanford no ha encontrado apoyo mayoritario.

Ridículo Paroxismo

Según las sanciones del bloqueo, el ciudadano norteamericano que se atreva a visitar Cuba sin permiso puede sufrir multas de hasta 65 mil dólares y/o penas de cárcel.

Bochornosos casos de penalidades se han dado a lo largo de estos años como las aplicadas al afinador de piano que viajaba a Cuba a ayudar a poner apunto los pianos de las escuelas de arte, a la anciana Joan Slote cuyo delito fue recorrer Cuba en bicicleta o la maestra que vino a la isla a traer las cenizas de sus padres, cual había sido el deseo de sus progenitores. Más de 900 personas han sido sancionadas por la OFAC desde 2003 por violaciones a las regulaciones de viajes; casi 800 de ellas entre los años 2004 y 2005, en plena ofensiva anticubana de W. Bush. (9)

También varias empresas han sido penalizadas por traer turistas a Cuba. Desde el 2003 han recibido penalidades relativas a viajes más de 20 compañías norteamericanas y de países como México, Argentina, Jamaica y Tailandia. Uno de los casos más recientes extendió los tentáculos hasta Holanda, pues en el 2014 el Departamento del Tesoro sancionó con una multa de 5,9 millones de dólares a la firma neerlandesa CWTBV por transportar a Cuba a casi 45 mil personas, después de que esa empresa recibiera en 2006 capital de origen estadounidense y estaba sujeta por lo tanto a las leyes del bloqueo. (10)

Flexibilidades de viaje, pero de turismo nada

Precisamente un 16 de enero, el pasado año, entraron en vigor las nuevas regulaciones en materia de viaje anunciadas el día antes por los Departamentos de Estado y del Tesoro, en consonancia con las decisiones del Presidente Obama de diciembre 2014. Se implantaron desde entonces Licencias Generales para las 12 categorías de viaje que permite la ley y otras licencias específicas para determinados tipos de viaje.

Se calcula que unos 145 mil estadounidenses vinieron a Cuba desde entonces; ninguno de ellos en calidad de turista(10). Tal cifra de visitantes estadounidenses es apenas el 5% de todos los extranjeros que vinieron a Cuba el pasado año. Recordar que en la década del 50 eran más del 85% de los que nos visitaban cada año. Hay quienes calculan que al menos millón y medio de estadounidenses podrían hacer turismo anualmente en Cuba si se les permitiera.

Ciertamente,  Obama barrió con las severas restricciones en materia de viaje implantadas por la administración Bush y no puede sobrepasar el poder congresional para autorizar los viajes turísticos a Cuba; pero si pudiera avanzar en nuevas acciones como autorizar a empresas cubanas a operar agencias de viajes en Estados Unidos y que Cuba pueda tener su buró de información sobre viajes en Estados Unidos, eliminar el valor de los productos que los viajeros pueden importar desde Cuba. 

Cincuenta años después persiste el absurdo. Los norteamericanos tienen un gigantesco muro levantado en sus narices que no les permite ver in situ las realidades y la riqueza natural y cultural de Cuba. Ya desde 1963, el fiscal general Robert Kennedy le había dicho a su gobierno:“Creo que sería inteligente eliminar las restricciones a los viajes a Cuba”. Ahora, nueve Gobernadores le escribieron una misiva al Congreso que reza: “…el comercio bilateral y los viajes de los ciudadanos de ambas naciones podrían generar una relación más armoniosa entre los EE.UU y Cuba, mientras que proporcionaría nuevas oportunidades para los intereses de EE.UU, que podrían beneficiarse económicamente de la mejoría de las relaciones” (11) ¿Escuchará finalmente el Capitolio el reclamo mayoritario de la sociedad norteamericana?

Las doce categorías autorizadas para viajar a Cuba desde Estados Unidos 

  • Visitas familiares a cubanos, funcionarios del gobierno de Estados Unidos ra­dicados en Cuba o estudiantes/profesores autorizados a estar en Cuba.
  • Negocios oficiales del gobierno de Estados Unidos, gobiernos extranjeros u organizaciones intergubernamentales.
  • Actividad periodística.
  • Investigación profesional y reuniones profesionales.
  •  Actividades educacionales.
  • Actividades religiosas.
  • Actos públicos, clínicas, talleres, competiciones atléticas y de otro tipo y ex­hi­bi­ciones.
  • Actividades de apoyo al pueblo cu­bano.
  • Proyectos humanitarios.
  • Actividades de fundaciones privadas o instituciones de investigación o educativas.
  •  Exportación, importación o transmisión de información o materiales informativos.
  • Viajes relacionados con las exportaciones o reexportaciones autorizadas.
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