Cada diez años los consumidores de la industria ronera en el mundo, sus anfitriones y los grandes magnates de este comercio, degustan cierta guerra de marcas... El Havana Club forma parte de la propiedad intelectual cubana. (Abel Padrón Padilla / ACN)Dorisbel Guillén Cruz - Cubahora.- Cada diez años los consumidores de la industria ronera en el mundo, sus anfitriones y los grandes magnates de este comercio, degustan, cual férvido trago, cierta guerra de marcas. Desde la década del noventa hasta la actualidad la empresa cubana Cubaexport y la firma estadounidense Bacardí reeditan nuevas temporadas del litigio entre giraldillas y murciélagos; y como las ventas de la casa cubana suman seguidores el conflicto vain crescendo en este contexto internacional. Ahora bien… ¿Qué sustenta este melodrama de marcas? ¿Cuáles razones esgrimen sus protagonistas estadounidenses, por cierto, personajes de lujo para el mercado mundial?


 

OMC: Organización Mundial del Comercio. Organización internacional que se ocupa de las normas que rigen el comercio entre los países. El objetivo es ayudar a los productores de bienes y servicios, los exportadores y los importadores a llevar adelante sus actividades. Su sede se encuentra en Ginebra, Suiza. Fue creada por las negociaciones de la Ronda Uruguay (1986-94). Hasta el 30 de noviembre de 2015, sus miembros la conformaban 162 países.

CUBAEXPORT: Empresa Cubana Exportadora de Alimentos y Productos Varios. Empresa comercial cuyo objetivo consiste en promover y desarrollar las exportaciones de alimentos y productos varios en el Comercio Internacional, contando con más de 45 años de negocios. Ha dirigido sus exportaciones hacia: Europa, Japón, Canadá y América Latina fundamentalmente. Fue creada en 1965 en el MINCEX.

Resulta que el apellido Bacardí pertenece a una familia de Santiago de Cuba emigrada a los Estados Unidos, cuyos miembros y descendientes se adjudican la exclusividad del ron Havana Club; sin embargo, la Organización Mundial de Comercio y recientemente la Oficina de Marcas y Patentes de Estados Unidos, cuentan esta historia desde otro punto de vista. Así, Cubaexport activó el registro que estipulan las leyes del comercio cada diez años y que en el 2006 le impidió cumplir una rígida ley de embargo financiero a la Isla.

Según se comenta, la victoria del auténtico Havana Club cubano resultó un trago amargo para la Bacardí y su ron de igual nombre destilado en Puerto Rico. Aunque han pasado dos décadas desde que emplazó a la cubano-francesa Havana Club International (de la que forma parte la gigante francesa Pernod), aún los magantes se empeñan en validar su legendario murciélago sobre el cadáver de una hidalga giraldilla habanera. Mucho ha llovido sobre los blasones de esta guerra, pero las consignas de los murciélagos permanecen incólumes y sus armas resultan las mismas exacciones de poder.

Aferrada a su papel protagónico en una saga romántico-burguesa, Bacardí formuló una petición oficial a la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, en inglés) en la que pide revocar lalicencia que ofrece a Cuba los derechos de Havana Club en EE.UU.Según los legitimadores del murciélago, esta posición carece de “justificación legal” ya que les resulta “contradictoria” con lo asumido por esa misma dependencia del Departamento del Tesoro en 2006.

Este acto que someramente hace justicia a Cuba, la compañía lo asume como una agresión a lo “legalmente justificable”, entiéndanse un ataque económico sin cuartel al modo de empresa estatal socialista vigente en la Isla, y más lejos aún, a la economía cubana. Con argumentos tan insustanciales y pasados de época, como que el Havana Club usa propiedades de Bacardí —creada en Cuba en 1862 y hoy con sede en Bermudas— y que estas fueron nacionalizadas por Cuba en 1960; la compañía exige a la OFAC la revocación a Cubaexport de dicha licencia, con efecto retroactivo incluso.

Ahora bien, cierto es que consideraciones “especiales” a estos y otros emigrados cubanos, les permiten… y fortalecen sus alas, para llegar tan lejos en su insulso pregón: ¡“justificación legal”!

POWERFULL BAT

La empresa Bacardí tiene vínculos directos con organizaciones de la extrema derecha cubano-americana de Miami, aborda un documental basado en el libro del periodista colombiano Hernando Calvo Ospina: “Ron Bacardí: La guerra oculta”. El audiovisual, premiado en varios festivales y que lleva por título: “The Secret Of The Bat: Bacardi Between Rum And Revolution”; aborda los desembolsos financieros de esta compañía en favor de la poderosa Fundación Nacional Cubano Americana y sus numerosos ataques terroristas en Cuba.

Poco asombra que en favor de los poderosos —Bacardí entre estos— fueran blandidos escudos como la Sección 211 de la Ley Ómnibus de Asignaciones Presupuestarias de 1999. “Introducida como enmienda el 21 de octubre de 1998, esta legislación es parte de una maniobra de los sectores más reaccionarios de la ultraderecha anticubana para que no sean reconocidos en los EE.UU. los derechos sobre marcas y nombres comerciales relacionados con intereses cubanos.”

Replica el sitio digital Cubadebate la esencia de esta ley con el asertivo epíteto de “Otro engendro legislativo”. Y esta definición podría incluir, la Ley para la Democracia Cubana o Ley Torricelli y en su amplia magnitud, la Ley para la Libertad y la Solidaridad Democrática Cubana, conocida como Ley Helms-Burton.; hilos de la decadente red que compone el bloqueo económico a Cuba y que sustentan por estos días el alegato Bacardí.

Estas regulaciones prohibieron a la mayor de Las Antillas vender su ron en el mercado norteamericano; la Helms-Burton impone sanciones a posibles inversores de terceros países en territorio cubano. Así la marca Havana Club no había podido ser comercializada en territorio estadounidense desde los años 60, aunque había sido registrada en EE.UU. en 1974 por la empresa estatal cubana Cubaexport.

Amparados en estas influencias y después de intentos fallidos como Little Havana, Old Havana, Havana Select y Havana Clipper; Bacardí sacó al mercado de EE.UU. un nuevo ron, fabricado en Puerto Rico, con la marca Havana Club, una falsificación que, hasta la fecha, no ha sido permitida en ningún otro país del mundo. Bacardí tienen su sede central en el paraíso fiscal de las Islas Bermudas.

Tan inclinada hacia el lado de los poderoso se presenta la Helms-Burton, que se habla de “Helms-Bacardi Protection Atack”, en honor a la fuerte participación de la compañía que valiéndose de estas influencias reformula razones en detrimento del sello cubano. El monopolio Bacardí ataca, sobre todo, a la productora francesa Pernod Ricard; segunda destiladora más grande del mundo que en su calidad de socio (Havana Club Holding, S.A) ha ubicado este producto entre las más renombradas marcas.

HIDALGAS GIRALDILLAS

El 13 abril 1999, la Corte de Nueva York falló en beneficio de Bacardí y la abogada Lynne Besresford, de la United StatesPatent and Trademark Office, USPTO escribió, “la nueva Ley muestra claramente el mensaje que los Estados Unidos quieren enviar al mundo (nosotros estamos ciertamente lejos de promocionar en la gente la protección de las propiedades internacionales)” .

Bajo el título “Bacardí, un mal trago” el área de Sensibilización de Euskadi-Cuba (una organización de Amistad y Cooperación entre Euskadi y Cuba) analiza esta situación:

“Las acciones de Bacardí (amparadas por un Tribunal norteamericano) han puesto en peligro a más de 400 compañías estadounidenses que tienen registradas marcas en Cuba. Se suponía que la Convención Inter-Americana de Marcas garantizaba el reconocimiento recíproco entre los dos países.

La propiedad intelectual en la forma de software, películas y registro de inscripción se ha convertido en los últimos años en eje principal de las exportaciones en los Estados Unidos, país que acaba de violar sus obligaciones de proteger la propiedad intelectual de otra nación”.

La reacción a la enmienda de Bacardí, según alertó Lynne y replica www.euskadicuba.org, pudo interpretarse como una abrogación de sus derechos bajo la Convención Inter-Americana de Marcas de 1931 de expedientar y mantener una marca en los Estados Unidos y en represalia dejar de reconocer entre otras a la Hilton, Coca-Cola o Palmolive.

Sin embargo, esta particular manera de repartir justicia en el mundo fue repelida en territorio cubano, donde durante estos años continúan vigentes los productos que alguna vez llegan de manos norteamericanas. Así que quizás obviar lo “justificablemente legal”, o lo bacardísticamente justo; puede que resulte una moderna respuesta a un litigio que estremeció la economía cubana, pero pone en peligro la seguridad de empresas radicadas en los EE.UU. y más aún, la credibilidad en leyes que amparan sus negocios.

ENTRE COPAS…CONFESIONES DE UNA GUERRA SIN FIN

Podrán ellos, los poderosos, cambiar la historia del Habana Club cubano por la saga protagonizada del español Don Facundo Bacardí Masso y su hermano. La trama, sensacional y épica, evocará un antiguo almacén habitado por murciélagos que dio origen a la insignia del Ron Bacardí. Podrán, henchir panfletos de elogios a una familia y decir que logró posicionar el ron nacional en las más diversas barras del mundo. Pero estarán contando solo una historia de mucha, extremada ficción.

Si quienes escriban la novela épica de Bacardí y Havana Club no hablaran de propiedad intelectual y patrimonio de un estado, tampoco pudieran recitar la leyenda del Bacardí. Si incluso apostara la historia a la fuerza del mercado y no al surgimiento de un “brebaje” que ha acompañado por siempre la identidad cultural de Cuba, si obviaran que fue una fórmula de caña y melaza la que dio origen al ron de esta tierra...

Aun así resulta imposible dar crédito al mito Bacardí, pues la marca originaria Havana Club conque equiparan su propuesta de ron, nunca perteneció a dicha familia, sino a la sociedad José Arechabala, S.A. (JASA), surgió en Cárdenas, Matanzas y no en Santiago de Cuba, donde radicaba el prodigioso almacén.

A partir del año 1959, la Revolución Cubana comenzó a escribir páginas que, como la nacionalización de empresas, intentaron poner fin a sus relatos de esencia burgués. Mas… fijos al papel de protagonistas —con todo el enriquecimiento que esto implica—, tanto los Bacardí como la familia Arechabala y la mayor parte de los grandes propietarios cubanos rechazaron cualquier tipo de negociación sobre indemnizaciones compensatorias, y emigraron a Norteamérica. Mientras esperaban por la intervención militar que derrotara al nuevo gobierno decidieron desde allí continuar robusteciendo su caudal.

Confirman varias fuentes que fue en el año 1997 cuando Bacardi contactó con los herederos de la familia Arechabala y acordaron que desde entonces Bacardí litigaría en su beneficio por la marca Havana Club. Hoy se aferran a esta novela rosa sin basamento legal y medio siglo después de su surgimiento, los consumidores del ron cubano asisten a un litigio que se renueva por temporadas.

Obvian otros detalles. Por ejemplo, que el Havana Club forma parte de la propiedad intelectual cubana. Sus primeros dueños emigraron, pero aquí subsisten toneles, cañaverales y el secreto de la fórmula Havana Club.

El ron de la Isla es cotizado en el continente europeo, América Latina y medio mundo más. Puede que en una barra de mexicanos, portugueses, españoles o cualquier otro ambiente en que prime el gusto por bebidas fuertes, hoy las copas tintinen tragos de Havana Club. Puede incluso que a la vuelta de diez años la poderosa compañía Bacardí recupere su corona en el mercado estadounidense pero…

Sol ardiente, compases de contradanza y los rezagos de una guerra antiesclavista, acompañan por siempre esta bebida. Cien por ciento cubano será el sabor de teatros lujosos, la mezcla de patrones criollos con íconos de belleza importados de España y el acento triste de nuestros campos de caña… esos que aún aquilatan su azúcar para concebir el mejor presente que le es pedido a quienes visitan la isla: Una auténtica botella de ron cubano marca Havana Club.

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