Rosa Miriam Elizalde, Ismael Francisco - Cubadebate.- Kevin Darrow, dueño de un pequeño restaurante en Pasadena, llegó a La Habana este martes 24 de mayo. Vino con una licencia general que le permite el intercambio “pueblo a pueblo” y con la emoción de alguien que desembarca en un país exótico, ahora de moda en Estados Unidos. En el Aeropuerto, a punto de abordar un ómnibus que lo llevará al Hotel Melía Cohiba, reconoce a Cubadebate que es molesto ir fuera de casa sin poder utilizar ni cheques de viajero ni tarjera de crédito, y por tanto, con todo el efectivo encima.


“¿Sabe por qué ocurre eso?”, le pregunto. “No, solo me dijeron que tenía que ser en efectivo, porque no funcionan aquí las tarjetas de crédito”. Ha escuchado hablar del “embargo” (bloqueo para los cubanos), pero no tiene claro cómo una cosa se relaciona con la otra. Tampoco sabía que el Presidente Barack Obama había autorizado en marzo el uso del dólar en las transacciones entre los dos países, ni que los cubanos pueden realizar transferencias de fondos en esa moneda desde cuentas ubicadas fuera de Estados Unidos, que lleguen a Cuba y que tengan como destino final bancos situados fuera del territorio estadounidense (las llamadas transacciones “U-turn”).

No lo conoce Kevin Darrow y al parecer, tampoco se han dado por enterados los bancos estadounidenses. Como Cubadebate recordaba recientemente, la Isla no ha podido realizar ninguna operación bancaria en dólares desde la entrada en vigor de la medida el 17 de marzo de 2016, hasta hoy. Y como se sabe, la mayoría de las operaciones en dólares transitan a través de bancos estadounidenses y por tanto, la prohibición de tales transacciones ha afectado gravemente a la economía del país.

En vísperas de la visita del Presidente Barack Obama a La Habana, un día después de hacerse efectivo el permiso de operar con esta moneda, el Canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla aseguró que Cuba dejará de aplicar el gravamen de 10% al dólar a su entrada al país, pero solo cuando se compruebe que verdaderamente no hay persecución contra las transacciones de las finanzas cubanas en esa moneda.

Seguros

A Kevin no solo le preocupa tener que traer el dinero en el bolsillo, sino que no tiene idea de cómo podrían funcionar sus seguros de salud, viaje y vida. Él pagó por un seguro de salud en la Isla -si tiene un problema, sabe al hospital que debe ir para ser atendido-. Lo compró con el boleto de avión, pero le habría gustado hacerlo a través de su aseguradora de toda la vida en Estados Unidos, como hace cuando viaja a otros países. No fue posible y no pudieron explicarle con claridad las razones.

De acuerdo con las medidas aprobadas en el primer paquete de Obama, en marzo de 2015, las compañías de seguro estadounidenses pueden asegurar a los viajeros de su país que llegan a Cuba. “Las reglas de Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), del Departamento del Tesoro, no impiden que una compañía de seguros estadounidense asegure a los viajeros que están autorizados a viajar a Cuba. Pero quizás las compañías de seguro no lo saben”, confirma vía telefónica a Cubadebate el abogado estadounidense Michael Krinsky, quien representa al gobierno cubano en Estados Unidos.

Lo habitual es que la Empresa de Seguros Internacionales de Cuba, S.A (ESICuba), brinde la asistencia a los viajeros internacionales, a través de acuerdos con otras compañías de su tipo en el mundo, pero históricamente ha enfrentado restricciones para adquirir protecciones de reaseguro, no solo con empresas estadounidenses, sino con compañías de terceros países que tienen intereses norteamericanos o que cotizan en bolsas de los Estados Unidos, fundamentalmente en el NYSE.

Con las aseguradoras ocurre lo mismo que con los bancos. Las autorizaciones existen, pero hay temor a dar el primer paso. Y tiene sentido. El gobierno estadounidense ha impuesto en el pasado unas multas colosales a bancos en terceros países bajo las sanciones del bloqueo, que han tenido un efecto sobradamente pedagógico. Son conocidos en el sector las sanciones al banco UBS por 100 millones de dólares; al Credit Suisse, por 536 millones; al BNP Paribas, con un super cargo de 8,83 mil millones.

La política de persecución financiera contra bancos de terceros países, que se ven frenados para operar con Cuba, ha generado solo en los últimos tres años multas por más de diez mil millones. En el 2014, después del histórico anuncio conjunto de los presidentes Raúl Castro y Barck Obama que dio paso al proceso para iniciar la normalización de las relaciones entre los dos países, el francés Crédit Agricole recibió una multa de 787 millones de dólares. Al menos media docena de otros bancos fueron multados con cantidades más pequeñas, y decenas más fueron objeto de investigación.

Pero lo que se sabe no es necesariamente lo que está ocurriendo en la realidad. Muchas multas no suelen trascender en las noticias, porque los administraciones bancarias se cuidan de que cunda el pánico en su clientela. No todos se pueden recuperar fácilmente de un cargo de millones de dólares.

La inercia de una medida draconiana

“El objetivo de esa aplicación draconiana era disuadir a los bancos de hacer negocios con Cuba al hacer que los costos sean tan altos que no se atrevan a tomar el riesgo. Funcionó demasiado bien”, reconoce en un artículo para el World Politics Review el investigador William Leogrande, coautor de un libro indispensable para entender las relaciones Cuba-EEUU, “Back Channel to Cuba: The Hidden History of Negotiations between Washington and Havana”.

Leogrande recuerda que la primera señal de que las sanciones financieras habían hecho metástasis fuera del control del Departamento del Tesoro se produjo en 2013, cuando el M&T Bank se negó a seguir dando sus servicios a la misión diplomática de Cuba en Washington, debido a que los costos para ello eran superiores a los beneficios. “Le costó al Departamento de Estado 21 meses encontrar un banco dispuesto a sustituir al M&T. Finalmente, el banco Stonegate accedió a hacerlo en julio de 2015 porque, como dijo su CEO, sintió como una ‘obligación moral” ayudar a restablecer las relaciones entre los dos países”.

Y, obviamente, tenía un fuerte apoyo gubernamental para hacerlo, añadiríamos nosotros. Algo que ha ocurrido también en otros momentos, según reconoció el principal asesor en política exterior de Obama, Ben Rhodes. En un diálogo en el que participó Cubadebate, Rhodes aseguró que para cumplir su compromiso de hacer efectiva el uso del dólar en las transacciones cubanas, la administración acudiría “a los bancos y entablar un diálogo con ellos para que entiendan; uno, que ya está permitido este tipo de transacción y dos, que no van a enfrentar ningún tipo de penalidad si toman esa medida”.

Ben Rhodes añadió que la inercia de las sanciones aplicadas por tan largo tiempo ha provocado que no sea solo un asunto de temor o prejuicio, sino que los bancos estadounidenses tienen en sus computadoras programado el rechazo a las transacciones con Cuba. La inercia se extiende a las máquinas y han ocurrido absurdos como el cierre automático de cuentas a clientes que utilizaron su tarjeta de crédito Europa para comprar un boleto para una obra de teatro en cuyo título aparece la palabra “Cuba”.

“Los bancos están muy nerviosos acerca de cualquier tipo de mal paso … por las multas, incluso cuando se trata solo de un pequeño error, estas pueden ser enormes”, explicó a Reuters un abogado de Miami que participa en la banca internacional. “Resulta que es más fácil imponer sanciones que desmantelarlas”, admite un funcionario de EE.UU., citado por la agencia británica.

Lo extraordinario es que si bien las autoridades estadounidenses muestran interés por destrabar las operaciones, al mismo tiempo se contradicen en sus actos. El Secretario de Estado John Kerry se reunió a principios de este mes con representantes de los principales bancos europeos para dar garantías de que pueden negociar con… Irán. Josefina Vidal, directora general de Estados Unidos en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, en conferencia de prensa, mostraba con toda razón su enorme extrañeza frente a esta acción del Secretario de Estado, justo cuando estaba por producirse en La Habana la tercera reunión de la Comisión Bilateral Cuba-EEUU.

“No ha habido ningún esfuerzo diplomático comparable a tranquilizar a los bancos para que las sanciones realmente sean levantadas”, admite Leogrande. El subdirector de Estados Unidos de la Cancillería cubana, Gustavo Machín, comentaba al respecto en una conferencia de prensa, que tuvo lugar, por cierto, antes del encuentro de Kerry con los bancos europeos:

“Cuba ha insistido en que no sólo es anunciar la medida de que se autoriza el uso del dólar en las transacciones internacionales -ojo, en las transacciones internacionales-, sino que esa medida tiene que estar acompañada, como hemos insistido nosotros, en una declaración fuerte, una declaración política o inclusive un documento legal que les brinde garantías a los bancos de que, por involucrarse con Cuba, no van a ser sancionados”.

Eso no ha trascendido hasta ahora públicamente y, por tanto, explica por qué el amigo Darrow pasa por tales incomodidades en su viaje a la Isla, como le ocurre a cada compatriota suyo que está desembarcado aquí.  Mientras, del lado de acá, 11 millones de cubanos esperan también que su economía se libere de la persecución irracional al dólar, la suprema divisa para las transacciones en moneda extranjera. No es justo.

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