Editorial de CubaSí.- La lógica del bloqueo de los Estados Unidos a Cuba siempre ha sido la misma: presionar al gobierno cubano, cerrarle vías de solución de problemas puntuales, para obligarlo a tomar medidas impopulares, aunque resulten necesarias. De esa manera se promueve el descontento en amplios sectores de la población. Y una parte de esas personas, por desinformación o por agobio, terminarán por culpar al gobierno de esas carencias... aunque en buena medida la responsabilidad la tenga el propio bloqueo.

Cinismo. Porque los que bloquean esperan conseguir crédito político de las consecuencias de sus propias medidas.

La decisión suspender temporalmente los depósitos en efectivo de dólares estadounidenses en los bancos cubanos ha creado incertidumbre y molestias entre muchos cubanos. Es comprensible. Pero, como han explicado las autoridades competentes en los medios de comunicación, la medida resulta necesaria en un panorama complejo para la economía y las finanzas en Cuba. Y no precisamente por la incapacidad del país para manejar esa economía, sino por el impacto creciente de las sanciones del bloqueo.

Cuba no puede usar dólares en efectivo en sus transacciones internacionales. Y no solo por las propias dinámicas del mercado internacional, que no lo propician, sino por la extraterritorialidad de las medidas del bloqueo. La lista de bancos internacionales severamente multados por tener vínculos con Cuba no es corta.

Al entorpecer el manejo internacional de una divisa imprescindible en el actual concierto financiero mundial, el gobierno estadounidense pretende arrinconar a Cuba, a sus ciudadanos. Y como la decisiones difíciles para poder lidiar con esa situación las tiene que tomar el gobierno de Cuba, el gobierno de los Estados Unidos hace lo de siempre: culpar, cuestionar, denunciar... evadiendo sus propias responsabilidades.

Agregar presión y cerrar las válvulas de escape. Así buscan la explosión social que añoran desde hace décadas.

Se la ponen muy difícil a Cuba, en medio de una situación de por sí compleja por los efectos de la pandemia. Pretenden obligar al gobierno revolucionario a aplicar medidas de choque, para erosionar el apoyo popular. Pero ignoran el gran capital político de la Revolución, que ha sostenido un proyecto de sociedad por décadas, pese a las agresiones de un imperio. O quizás no lo ignoren, y por eso arrecian.