Liset García (*) / Colaboración Especial para Resumen Latinoamericano Cuba.- No pocas historias podrían contarse acerca del impacto del bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por Estados Unidos para intentar rendir por hambre y otras carencias al pueblo de la Isla, aunque como pretexto la Casa Blanca arguye que esa política es contra el gobierno cubano.


Las pérdidas que provoca afectan directamente el nivel de vida de sus nacionales y el desarrollo del país, y su repercusión alcanza a los ciudadanos de la nación norteña, que tienen prohibido poner los pies en suelo cubano, y si lo hicieran no podrían alojarse en casas particulares ni en una lista enorme de instalaciones hoteleras.

No pocas artimañas han esgrimido sus gobernantes para justificar política tan ilógica, que hasta ahora no ha conseguido sus objetivos, como lo reconoció en su momento Barack Obama. Tampoco entienden el porqué de su fracaso, y mucho menos el apoyo recibido por Cuba en Naciones Unidas cada año, donde Estados Unidos ha quedado expuesto a una condena casi mundial.

Desde que en febrero de 1962, el presidente Kennedy firmó la orden ejecutiva que impuso el bloqueo formal, otras administraciones lo han reforzado e incluso llegaron a convertirlo en ley. En estos casi sesenta años los perjuicios ya suman más 144 mil millones de dólares, y su impacto en la población es imposible de ignorar.

La Isla presenta a la Asamblea General de Naciones Unidas desde 1992 un informe acerca de las afectaciones por esas medidas genocidas.  Este 23 de junio la resolución será sometida otra vez a votación allí, luego de que el pasado año por las restricciones debido a la pandemia global, fuera aplazada. No obstante, el tema no quedó en silencio ya que 159 Estados y 34 organizaciones internacionales enviaron al secretario general de Naciones Unidas, António Guterres una nota de respaldo a Cuba.

Voces contra el bloqueo

No pocas veces desde Estados Unidos se levantan voces contra las restricciones que suponen para sus habitantes el hecho de viajar a la isla vecina y ponerse en contacto con la realidad cubana. O disfrutar de los servicios médicos que se ofrecen a precios asequibles.

De esa experiencia comentó el pasado año en el programa televisivo Nova, del canal californiano kget.com, afiliado a la NBC y a Telemundo, el ciudadano estadounidense George Keays, aquejado de cáncer de pulmón, quien desafió las regulaciones y viajó a Cuba a atenderse.

Sin saber si sería multado o arrestado, el paciente contó que en 2015 fue diagnosticado en su país de cáncer de pulmón en estadio 4, y apostó por Cuba para tratar su enfermedad tras conocer de los avances de los científicos cubanos con varias vacunas que ralentizan la enfermedad, hasta el punto en que es posible lidiar con ella.

Cuando Keays supo que le quedaban entre seis y nueve meses de vida, decidió que algo debía hacer. Entonces asumió el riesgo de ir a La Habana pese a la prohibición de su gobierno. También luchó contra el escepticismo de sus médicos. “Consulté a varios oncólogos que levantaron la ceja, y dijeron: ‘Hmm, no estoy seguro de que funcione’”, narró en la entrevista de Nova.

Llewellyn Smith, escritora y directora del programa que difundió las palabras de Keays, se sorprendió al descubrir que los médicos cubanos no solo han podido avanzar en la batalla contra el cáncer, sino que su trabajo se conoce más allá de sus fronteras.

“Esta fue la más grande revelación, pues en Estados Unidos tenemos la impresión de que Cuba es bastante atrasada tecnológicamente. Pero el resto del mundo, y estoy hablando de otros países de Sudamérica y Europa, respetan los valores de la ciencia cubana”, dijo Smith.

Un año después Cuba tiene en fase de ensayo clínico cinco candidatos vacunales contra la Covid-19, con probados resultados de inmunogenicidad. Otra señal de lo que es capaz esa isla bloqueada. Con razón, el propio Keays manifestó que las dificultades han obligado a los cubanos a encender la creatividad.

Esa voluntad, más la nobleza que caracteriza a su pueblo, lo llevan a practicar el significado de los vocablos ayudar y compartir, y no porque le sobren pertenencias. Más de una década antes de la visita de Keays a Cuba, se creó el contingente sanitario para situaciones de desastre, nombrado Henry Reeve, precisamente cuando un brutal huracán devastó el sur de su país.

Su gobierno impidió la ayuda ofrecida, y aquel grupo de galenos poco tiempo después marchó a África a ayudar en la lucha contra el Ébola, y allí salvaron miles de vidas. Desde entonces llevan con orgullo el nombre del intrépido neoyorquino que llegó por sus hazañas a general de brigada del Ejército Libertador enfrentado a España en el siglo XIX.

A ese contingente agradecen también varios millones de personas en naciones asoladas por terremotos, tsunamis y epidemias como la Covid, enfermedad que puso en rojo las emergencias hospitalarias y necesitaron –y Cuba les dio– auxilio médico, incluso en Europa. Razones de más para que desde esos sitios promuevan y apoyen la propuesta para que esas brigadas médicas reciban el Premio Nobel de la Paz.

Venga la esperanza

Cuba se ha convertido en un lugar de esperanza para las personas con varios padecimientos, especialmente el cáncer. El Centro de Inmunología Molecular (CIM), de La Habana, es uno de los principales desarrolladores de vacunas contra esa enfermedad, tratamientos que podrían estar disponibles para los estadounidenses.

Pero, ninguna compañía de seguros pagaría un viaje a Cuba para ese tratamiento, ni otros de lo que pudieran recibir allí, pese a que los costos serían aproximadamente el 5% de lo que cuestan en Estados Unidos.

Tampoco está a ojos vista, cuando la pandemia frene, viajar para recibir además de esos medicamentos contra el cáncer, terapias de desintoxicaciones antidrogas, rehabilitaciones motrices, tratamientos para el pie diabético, el vitiligo, la retinosis pigmentaria –enfermedad que conduce a la ceguera–, cirugías plásticas y tratar otras patologías ortopédicas, reumatológicas o neurológicas.

En especial, vale ampliar lo referente al pie diabético, complicación que aqueja a alrededor del 25 por ciento de los diabéticos, y es desde 2015 la séptima causa de muerte en el mundo, incluso en Estados Unidos. Según predicciones en el año 2040 llegarán a diabéticos 642 millones de personas en el mundo. Cuba ha logrado un tratamiento exclusivo para esa patología con el medicamento Heberprot-P, con el cual se ha reducido el riesgo de amputación en 71% de los pacientes.

Mas, Estados Unidos se empeña en frenar de diversos modos esos programas insertados en la industria turística cubana, más allá del destino de sol y playa. Desde 2011, ese ministerio y el de salud pusieron en marcha paquetes relacionados con el bienestar y la calidad de vida, a fin de ampliar sus mercados de exportación.

En su cuenta de la red social Twiter, el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, criticó una vez más los obstáculos de Estados Unidos para que Cuba impulse su desarrollo biotecnológico y farmacéutico: “Para la producción de vacunas, Cuba adquiere medios de cultivo en países lejanos, imposibilitada de comprar en EEUU”. Y agregó que “un informe de Oxfam recoge que su envío demora hasta 24 días y 17 horas, en vez de 17 horas posibles, de no existir cerco comercial”.

Por su parte, el doctor Agustín Lage, fundador del Cim y durante años su director, explica con palabras sencillas lo que ha significado el bloqueo para el proyecto de Cuba de desarrollar sus paquetes vacunales. No solo es la restricción financiera sino el acceso a material sanitario y equipos, porque como él mismo argumenta “cada vez es más difícil que haya un desarrollo tecnológico en ningún país del mundo que sea ciento por ciento autóctono”, pues se necesita intercambiar saberes, equipos, complementos.

Ventana al futuro

Pese al bloqueo que ha hecho también por impedir el intercambio científico, el CIM junto al Roswell Park Comprehensive Cancer Center, de Nueva York, anunciaron en septiembre de 2018 la creación de la primera empresa de biotecnológica cubana-estadounidense.

De acuerdo con el sitio digital del Roswell Park, mediante la asociación histórica con el CIM, la institución norteamericana ayuda a desarrollar varias terapias “innovadoras y potencialmente vitales”. El primero de los nuevos enfoques que pudiera estar disponible para los pacientes estadounidenses es el CIMAvax-EGF, contra el cáncer de pulmón.

Expertos de esa empresa estadounidense hablaron sobre ese tratamiento a inicios del pasado año y promocionaron sus nuevas propuestas. “Los investigadores cubanos usaron ciencia innovadora y mucho rigor en el desarrollo de tratamientos contra el cáncer”, manifestó en esa cita el doctor Kelvin Lee, del Roswell Park, al referirse al documental Cuba’s Cancer Hope, visto el 1 de abril en el programa NOVA, al que aportó su testimonio George Keays.

“Lo maravilloso de trabajar con nuestros colegas cubanos es que realmente creen, en lo más profundo de sus corazones, que la atención médica es un derecho humano”, expresó Lee. Ese es uno de los derechos garantizados en Cuba a todos sus ciudadanos, contrario a las afirmaciones de quienes no quieren ver la realidad, son renegados, sordos, ciegos…, o todo eso al mismo tiempo.

(*) Periodista cubana. Colabora con Resumen Latinoamericano.

Foto de portada: PBS.

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