Se llama Betty Pairol y estuvo en las movilizaciones en favor de la Revolución en La Habana, para hacer frente a la Contrarrevolución. Su imagen de mujer negra y con bandera cubana en mano ha sido manipulada por diferentes medios de prensa, y la han usado como símbolo de la protesta contra el gobierno cubano. Sin embargo, ella no es símbolo de la protesta de la ultraderecha contra la institucionalidad en Cuba, sino de la Revolución.
Mauro Torres escibe en su FB que, "por tales motivos escribió en su muro de Facebook, lo siguiente":
“Cuando hizo falta estuve allí”
Betty Pairol
Entre la gentuza, la chusma, la vulgaridad, la indecencia, la obscenidad, allí, entre los inadaptados sociales, la lacra, los delincuentes, vagos habituales, entre la manada agresiva, peligrosa, violenta, llevé conmigo la voz de mi familia, la voz de Cuba.
Conocí de la convocatoria a que La Habana se sumara para acertar un golpe a la democracia, al orden institucional, al esfuerzo de un país por salir airosos de esta pandemia. Algunos incrédulos o demasiado confiados no lo creían posible, pero era demasiado el bombardeo mediático en redes sociales, que atacaban la gestión del gobierno, tildándolo de incapaz, aprovechando la ola de contagios y muertes provocadas por la covic-19, el desabastecimiento, las largas colas, la falta de medicamentos, acrecentados por el BLOQUEO genocida.
Pero sentí que era algo inminente, que los desinformados se dejarían arrastrar por la manipulación, los confundidos, los que no han hecho nada por su país pero exigen que el país haga por ellos, los que nunca han estado en zona roja, apoyando en algún centro de aislamiento, los que no han compartido lo poco que tienen con sus vecinos matanceros en las recogidas voluntarias de ayuda solidaria, los deambuladores nocturnos, irrespetuosos de restricciones de movilidad, los que cada día rompen la tranquilidad de mi cuadra con música estridente o practican deporte en el medio de la calle descalzos, sin camisa y peor aún sin nasobuco, convirtiéndose en riesgo para los demás y para sí. Claro que cuando enferman o resultan ser contactos de casos positivos demandan la mejor de las atenciones médicas, el confort inmerecido.
Entonces me armé con mi estandarte y salí de la tranquilidad del domingo, sabiendo que iría a un combate, saldría a defender la tranquilidad de mis hijas, porque aquí quiero cerrarle los ojos en paz a mi madre.
En el camino encontré la turba hedionda, la atravesé con gritos de ¡viva Cuba, abajo el bloqueo!, alzando la Bandera de la estrella solitaria, esa . No podía permitir que me acallaran tenían que saber que, aunque estaba "sola" mi grito representaba la decencia, la intransigencia de los que se oponen a la anexión, al entreguismo, aunque en ese instante, fueron mayoría, sentí que tenía la obligación moral de hacerles frente, en eso momento yo era mi propia Comandante en Jefe.
Y allí estaban los medios in-dependientes, captando cada brabuconería, cada desacato, y la respuesta enérgica pintándola de represión policial. Mi imagen de enfado, gritando a vivo pulmón, exigiendo el fin del bloqueo entre tantos sietemesinos, ahí está, manipulada o silenciada, pero ellos supieron que allí estaba la mujer cubana, la digna, la que no baja la cabeza, la que exige su legítimo derecho a pensar a contracorriente.
Algún artistucho mediocre de reguetón pasó por allí y se llevó mi epíteto de ¡traidor, traidor, traidor...!, hasta el cansancio. Una risa burlesca apareció en su rostro, no les voy a decir lo que me dieron ganas de hacerle a su cara. Iba liderando la muchedumbre que se desplazaba por Paseo con intenciones de llegar hasta el malecón, pero estaba el pueblo preparado para limpiar sus calles de tanto hedor que dejaron.
Somos continuidad!
Socialismo o Muerte!
Patria o Muerte!
Venceremos!