Cubadebate.- Tras una rigurosa investigación, el Minint demuestra que no hay evidencias criminalísticas ni científicas que sostengan la ocurrencia de un hecho criminal contra diplomáticos en La Habana, ni que asocien los padecimientos referidos con un ataque sónico o con microondas.


En marzo de 2016, Barack Obama viajó a Cuba. Fue el segundo presidente de Estados Unidos que aterrizaba en La Habana en ejercicio del cargo, luego de Calvin Coolidge, en 1928. Caminó por sus calles, cenó en un restaurante privado. Dialogó con los dirigentes del país. Hasta disfrutó de un juego de béisbol, el deporte nacional de ambos países. En 2015 se habían reabierto las embajadas en ambas capitales.

Poco a poco se iban tendiendo puentes sobre un viejo muro de odio levantado por Washington cuando la Revolución triunfó. A un lado y otro, la opinión pública daba su visto bueno al entendimiento, sobre la base del respeto y la coexistencia pacífica.

Quienes seguían atrincherados en su política de hostilidad contra Cuba, vieron en el candidato Donald Trump al hombre ideal para poner fin al acercamiento. Desde su campaña electoral, el magnate dejó claro que una vez en la Casa Blanca volvería a poner negra la relación con la Isla vecina.

En enero de 2017 Trump se sentó en la oficina oval y el 17 de febrero «explotó el Maine del siglo XXI». Ese día fueron notificados los primeros casos de un supuesto «ataque sónico» contra diplomáticos estadounidenses en la capital cubana. «Hablaron de hostigamiento, que estaban siendo agredidos», recuerda el teniente coronel Roberto Hernández Caballero, de la Dirección General de Investigación Criminal del Ministerio del Interior (Minint), quien desde un inicio estuvo en el grupo designado para esclarecer los hechos.

Según la nota presentada, referían sentir náuseas, mareos, falta de equilibrio, dolor facial, abdominal, de cabeza; vista borrosa, problemas de memoria y zumbidos, entre otras dolencias. Y los ruidos se describían como semejantes a los de los insectos, fricciones entre metales, muy fuertes, incluso, en uno de los casos alegaron que provocó la vibración de una puerta.

«Ante la denuncia, la dirección del Estado cubano indicó iniciar una investigación exhaustiva con todos los recursos científicos necesarios; el Minint designó a un grupo de trabajo permanente, y fue abierto el expediente investigativo 10/2017 por un posible delito de Actos contra los Jefes y Representantes Diplomáticos de Estados Extranjeros», explica Hernández Caballero en exclusiva a JR.

«Históricamente, Cuba ha sido un país que garantiza la seguridad de los diplomáticos extranjeros, esa ha sido una conducta invariable de la Revolución, y ni en los momentos más tensos de los nexos entre Washington y La Habana se ha agredido su sede ni a sus funcionarios.

«Las autoridades cubanas fueron muy rigurosas en la investigación. Se le otorgó la máxima prioridad, con recursos y personal especializado para ir al fondo de los hechos, y ya hemos cerrado el caso formalmente, aunque las medidas adoptadas por las autoridades para la investigación se mantienen activas», enfatiza.

—¿Y a qué conclusiones llegaron?

—No hay evidencias criminalísticas ni científicas que sostengan la ocurrencia de un hecho criminal, ni que asocien los padecimientos referidos con un ataque sónico o con microondas, u otra acción deliberada contra los diplomáticos.

«Tampoco se encontraron ningún elemento que apunte a un supuesto autor o sospechoso ni a personas con motivos, intenciones o medios para ejecutar ese tipo de acciones.

«Las investigaciones desarrolladas por las autoridades policiales y científicas de Estados Unidos y Canadá tampoco han logrado hallar explicaciones concluyentes a los síntomas descritos por sus funcionarios, que, según el Comité de Expertos de la Academia de Ciencias de Cuba conformado también para investigar este asunto, pueden tener su origen en múltiples causas: enfermedades preexistentes, profesionales o espontáneas».

—Vayamos a 2017. Desde un inicio parecía una historia mal contada, ¿por qué se puede afirmar eso?

—Llama la atención que las primeras denuncias fueron hechas en febrero de 2017, y luego dijeron que desde noviembre y diciembre del año anterior estaban siendo víctimas de esos supuestos ataques.

«Además, a pesar de que las autoridades cubanas propusieron desde un inicio desarrollar esta investigación en el marco de la cooperación, no fue hasta junio de 2017 (cuatro meses después) que una delegación del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) viajó a Cuba para realizar acciones investigativas en el territorio nacional.

«No se nos permitió entrevistar directamente a los funcionarios que habían reportado incidentes anómalos, ni ir a los lugares donde supuestamente habían ocurrido. Los reportes de las autoridades estadounidenses se referían a hechos que habían ocurrido días, semanas y meses atrás, y la información que se trasladaba era imprecisa.

«La investigación tuvo que organizarse sobre la base de supuestos, con informaciones parciales entregadas de manera indirecta por la parte estadounidense y sin poder contrastarlas mediante la entrevista directa con las presuntas víctimas y testigos.

«Nuestros criminalistas, peritos y expertos científicos tuvieron que investigar sin contar con información primaria, fiable y contrastable».

—¿Hay más ejemplos que desmonten la acusación de la supuesta agresión?

—Unos días después de la primera notificación, el jefe del Departamento de Seguridad Diplomática del Minint se entrevistó con el funcionario estadounidense a cargo de la seguridad de la embajada de Estados Unidos y su adjunto —ambas partes mantienen intercambios periódicos justamente para tratar temas de seguridad—, y ninguno de los dos sabía lo que estaba pasando. Estaban ajenos a los reportes. Había que verles la cara de asombro e incredulidad.

«¿Cómo se puede explicar que los responsables de la seguridad de los diplomáticos estadounidenses no supieran que había funcionarios de esa legación que estaban reportando incidentes anómalos? ¿Acaso no son ellos los primeros que deben estar al tanto de un hecho así? Luego resulta que uno de esos funcionarios aparece en la lista de los afectados.

«Otro diplomático manifestó haber tenido un incidente en su residencia. Nadie más refirió haber sentido nada, ni su familia ni los empleados. Entre los síntomas, el hombre dice que padecía de falta de equilibrio y mareos, y por esos mismos días se le veía conduciendo una moto moderna a altas velocidades por calles de La Habana.

«Una funcionaria dijo que el sonido provenía de una camioneta que después se había escondido en una edificación cercana. Acudimos rápidamente y se comprobó que el vehículo era de un vecino que lo parqueaba siempre allí para aprovechar la sombra de un almendro».

—Además de en las residencias, hubo reportes desde instalaciones hoteleras.

—Se reportaron casos en los hoteles Capri y Nacional, que tal vez son los más concurridos y populares de la ciudad y por esos días estaban a plena capacidad.

«Se investigó a fondo, hicimos mediciones de conjunto con un equipo del FBI, buscamos huellas y no apareció nada. Se identificaron los huéspedes alojados en las habitaciones colindantes en esos días. Ningún otro cliente o empleado sintió ruidos o síntomas semejantes. No hubo registro de actividad anómala.

«Los estudios en el Hotel Nacional demostraron que el único ruido por ese día fuera de lo habitual era la música de los carnavales que se celebraban en el malecón.

«No se encontraron evidencias de exposición a fuentes de energía en ningún caso, ni en los hoteles ni en las residencias ni entre los vecinos».

—¿Algún otro elemento que deje en entredicho la teoría de los ataques?

—Durante el período de los supuestos ataques fue cuando más amigos y familiares recibieron los diplomáticos estadounidenses en Cuba. ¿Acaso es lógico que bajo agresión usted invite a seres queridos a visitar al escenario del hostigamiento? Además, en ese mismo tiempo, iban a playas, piscinas.

—¿Además de ellos, solo diplomáticos canadienses han informado hechos similares?

—Algunos diplomáticos canadienses reportaron afectaciones de salud cuatro meses después de los estadounidenses. La parte cubana realizó múltiples acciones investigativas. Se incrementaron los intercambios operacionales y se facilitó la entrada al país de investigadores y técnicos de la Real Policía Montada de Canadá con este fin.

«Nuestros científicos también realizaron discusiones de trabajo con el personal médico de la Cancillería canadiense, y con un equipo del Centro de Reparación Cerebral (Brain Repair Centre) de la Universidad de Dalhousie, al que el Gobierno de Canadá comisionó para investigar los padecimientos de salud reportados por sus diplomáticos.

«Recuerdo una funcionaria de la Embajada de ese país que informó de un supuesto incidente, fue al médico y le detectaron un estrechamiento del oído; sus síntomas podían estar asociados a un padecimiento llamado Barotrauma, posiblemente producido por el buceo que practica.

«Ella misma hizo un segundo reporte, y coincidió que estaba en La Habana la Real Policía Montada de Canadá haciendo investigaciones al respecto, fuimos ambos equipos juntos y se determinó que el ruido era emitido por un aire acondicionado.

«Otra funcionaria llegó cerca de las dos de la madrugada a su residencia luego de una actividad festiva y dijo sentir un ruido. Le preguntó al custodio si no escuchaba nada. Él respondió que no, pero rápidamente informó al jefe de protección, quien le indicó que grabara el sonido ambiente con su móvil. Analizamos el audio y solo hay ruidos ambientales, propios de la madrugada en La Habana.

«En 2018, a partir de un protocolo de trabajo conjunto, los canadienses instalaron sensores para registrar eventos diversos, y todavía no ha aparecido el primer reporte de un hecho que afecte la salud».

—A pesar de la gravedad de las acusaciones y la intención de implicar a Cuba, ¿el Minint trabajó de conjunto con las contrapartes, el FBI y la Real Policía Montada de Canadá?

—Desde 2015, el Minint venía incrementando los intercambios con autoridades de aplicación y cumplimiento de la ley de Estados Unidos, en interés de cooperar en el enfrentamiento a delitos transnacionales, una relación profesional de beneficio mutuo, para garantizar la seguridad nacional de ambos países. Con la llegada de Trump al poder y al comenzar los supuestos incidentes sónicos los contactos se fueron limitando solo a investigar estos hechos.

«A partir de los mecanismos de cooperación existentes, se autorizó que participaran en las investigaciones, fueron a las habitaciones de los hoteles, trajeron equipamiento especial para hacer sus estudios; incluso, en el último reporte, en junio de 2018, estaban los agentes del FBI aquí y acudimos juntos al lugar del hecho y se comprobó que el ruido provenía del compresor de un calentador.

«Nosotros sistemáticamente compartimos con la contraparte estadounidense los resultados parciales de la investigación.

«En agosto de 2017, el FBI nos entregó 14 muestras de grabaciones de ruidos realizadas en lugares donde supuestamente habían ocurrido incidentes. Nuestros peritos encontraron que estaban manipuladas, habían borrado datos necesarios para precisar tiempo y espacio, y los sonidos audibles eran del claxon de un auto, un almendrón, aves, grillos; pero nada que afecte la salud humana.

«El FBI nos notificó por escrito el 4 de junio de 2018 que tampoco habían encontrado evidencias de que el infrasonido, el ultrasonido o el sonido audible hayan sido utilizados para dañar a los funcionarios de su sede diplomática en La Habana, que los síntomas podían ser causados por otra cosa, pero nunca por una agresión de ese tipo.

«Luego conocimos a través de artículos de prensa estadounidense que como parte de la investigación sobre los incidentes en Cuba, la Unidad de Análisis Conductual del FBI realizó una evaluación sicológica de las supuestas víctimas y concluyó que estaban sufriendo una especie de enfermedad sicogénica, lo cual informaron al Departamento de Estado, que, sin embargo, ha guardado silencio respecto a lo planteado por el FBI».

—Llama la atención que cuando no pudieron sostener el pretexto de ataque sónico, dijeron que la agresión era con microondas...

—Otra falsedad fácil de rebatir. Además, esa teoría surge de unos científicos estadounidenses, quienes se quejaron de que tampoco tuvieron acceso a toda la información necesaria para estudiar el caso. O sea, ni a sus propios expertos les facilitaron los datos.

«¿Cuál es la sensación elemental cuando uno se expone a microondas? El calor, se siente la piel ardiendo, y ninguno de los supuestos atacados refirió quemazón ni nada parecido.

«Además, sucede igual que con las armas sónicas, son equipos visibles, grandes, y en las investigaciones no hay ni una huella ni nada que se pueda asociar al empleo de esas tecnologías, que Cuba no posee ni permite su importación.

«Para confirmarlo, se verificó con la Aduana que nadie hubiera tratado de ingresar al territorio nacional siquiera componentes o algo parecido de esas armas.

«El equipo investigativo del Ministerio del Interior hizo un levantamiento en un perímetro de 200 metros alrededor de las viviendas ocupadas por los funcionarios, que están ubicadas en el reparto Siboney, un área residencial, sin industrias, sin sobrepoblación, de mucha tranquilidad, y comprobó que no había vestigios de contaminación ambiental, sonora, ni de ningún otro tipo.

«Más de cuatro años después no hay ni una evidencia de agresión a diplomáticos en La Habana, basta con las pruebas reveladas, que no son las únicas disponibles, para confirmarlo; pero las medidas aplicadas a partir de entonces por Trump sí se mantienen vigentes todas.

«El Gobierno estadounidense ha designado en los últimos años varias comisiones investigadoras de distintas agencias federales, pero ninguna ha llegado a una conclusión distinta a la de los investigadores y científicos cubanos. La embajadora Pamela Spratlen, principal funcionaria del Departamento de Estado designada para supervisar la respuesta de esa entidad a los reportes de padecimientos de salud, acaba de abandonar el cargo tras enfrentar críticas por insinuar en una reunión que compartía la conclusión de la investigación del FBI, que atribuye el origen de algunos casos a factores sicogénicos.

«Las autoridades cubanas no han rechazado que pudieran existir personas enfermas o con síntomas similares a los descritos, y siempre han propuesto investigar de conjunto por la vía de la ciencia y la medicina, pero consideran infundado e irresponsable aseverar y repetir a toda voz, como lo han hecho funcionarios y políticos estadounidenses, que sus diplomáticos están siendo objeto de algún tipo de agresión. Ni una sola evidencia sustenta esa insinuación».

Luego del 17 de febrero de 2017 volvieron los muros, la agresividad contra Cuba, el ensañamiento en la aplicación del bloqueo económico, comercial y financiero como nunca antes; hechos que inducen a pensar que todo fue una operación política para acompañar la reversión de la política de acercamiento y diálogo promovida por Barack Obama.

(Tomado de Juventud Rebelde)

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