Raúl Menchaca, Xinhua
La Habana, Cuba. Xinhua
La Habana, 13 ene (Xinhua) — Cuba no espera nada bueno de la nueva administración estadounidense, aseguró el analista político cubano Luis René Fernández, del habanero Centro de Investigaciones de la Economía Internacional (CIEI).
Por los antecedentes del anterior Gobierno y la inclusión de miembros de la derecha reaccionaria, conservadora y anticubana en posiciones clave de la política exterior, debe esperarse una política de fuerza agresiva e intervencionista contra Cuba, ahondó el también profesor titular de la Universidad de La Habana.
Consideró que se observará un reforzamiento de la llamada política de «máxima presión» y que cabe esperar otras acciones en todos los ámbitos, desde calumnias hasta un uso extensivo e intensivo de los instrumentos de fuerza y propaganda contra la isla caribeña.
De acuerdo con Fernández, la política de la nueva administración estadounidense hacia Cuba podría incluir un reforzamiento de sanciones económicas, restricciones adicionales a los viajes a la isla y un endurecimiento del bloqueo que Washington aplica a La Habana desde hace más de seis décadas.
Estimó que el espacio para intensificar el bloqueo estará en las medidas adicionales que compliquen aún más el acceso de Cuba a los mercados financieros internacionales y la persecución de transacciones con terceros países, así como en dañar la imagen de Cuba y generar falsas acusaciones.
En su primer mandato, de 2017 al 2021, el presidente electo Donald Trump aplicó 243 nuevas sanciones contra la nación caribeña y unos días antes de abandonar la Casa Blanca también la incluyó en las listas de países que patrocinan el terrorismo y en la de «adversarios extranjeros».
«El bloqueo ya es amplio, pero el Gobierno de Trump podría explorar nuevas regulaciones para cerrar cualquier resquicio que permita a Cuba evadir sanciones, intensificando así la presión económica», afirmó.
El investigador del CIEI no descartó que «las limitadas y difíciles relaciones diplomáticas pueden reducirse e interrumpirse, aunque también cabe la posibilidad de que las prioridades globales reduzcan coyunturalmente el protagonismo de Cuba en la agenda inmediata, dejando las medidas en un nivel más simbólico que estratégico».
Fernández señaló que la prioridad que Cuba pueda tener en la nueva administración estadounidense dependerá, en gran medida, de las dinámicas internas en EE. UU. y de los intereses estratégicos en la región, así como de la situación económica y política en la isla y del balance de fuerzas políticas regionales e internacionales.
En ese sentido recordó que, en la compleja y desafiante coyuntura actual que enfrenta la clase política estadounidense para preservar su hegemonía, la prioridad política se coloca en contrarrestar a los países y escenarios que ellos identifican como sus principales retos en Europa, Asia y Medio Oriente.
«La prioridad de su política exterior, como se expresa desde hace años en sus documentos de la Estrategia de Seguridad Nacional, es contrarrestar la presencia de China y Rusia en el Hemisferio Occidental», aseveró.
El analista apuntó la permanencia de la versión actualizada de la Doctrina Monroe, que establece que
«América es para los americanos, entendidos estos como los estadounidenses», y la significación que tiene la pretensión imperialista de mantener a toda costa su hegemonía en la región de América Latina y el Caribe.
«Eso coloca entre sus principales retos en la región latinoamericana y caribeña a los países no subordinados, como Cuba, Venezuela, Nicaragua y a cualquier otro Gobierno, que desde la perspectiva estadounidense debilite su hegemonía», afirmó.
Para Fernández, los países latinoamericanos deben esperar un recrudecimiento de la política de fuerza, con empleo de los instrumentos económicos de poder, como los aranceles, con fines de política exterior o de temas internos como los ya citados.