Pobres del mundo, víctimas de la hostilidad imperial contra Cuba
Norland Rosendo González
La Habana, 26 feb (ACN) En su escalada hostil contra el pueblo cubano, la actual administración de Estados Unidos apunta a los servicios de cooperación internacional de Salud de la Isla, un programa humanista impulsado por el Comandante en Jefe Fidel Castro desde los inicios de la Revolución.
La más reciente medida anunciada por el secretario de Estado estadounidense Marco Rubio, caracterizado por defender la política de máxima presión contra la mayor de las Antillas, afectaría además a decenas de miles de personas en el mundo que se benefician de esa práctica solidaria de los profesionales cubanos de Salud.
Este martes el miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba y ministro de Relaciones de Exteriores de Cuba (Minrex), Bruno Rodríguez Parrilla, denunció en su cuenta en la red social digital X que la “suspensión de visados asociados a acuerdos de cooperación médica internacional de Cuba representa la séptima medida de agresión injustificada contra nuestra población en un mes”.
Al respecto el Primer Secretario del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, conminó al Departamento de Estado de Estados Unidos a explicar a los estadounidenses y a la comunidad internacional en qué medida engrandece a su país el ataque contra servicios médicos cubanos, de los que depende la salud de millones de personas en decenas de países.
De acuerdo con datos oficiales del Ministerio de Salud Pública de Cuba, más de 600 mil colaboradores de la Isla han prestado servicios de salud en 165 países a partir de 1963, cuando comenzó la ayuda solidaria internacional en Argelia.
En la actualidad existen más de 24 mil profesionales cubanos de la medicina en 56 naciones, la mayoría del sur global, donde atienden fundamentalmente a poblaciones de bajos ingresos y en no pocos casos están ubicados en localidades muy distantes de las grandes ciudades.
Sin embargo, el Secretario de Estado estadounidense utilizó infundados pretextos de exportación de mano de obra y trabajo forzado, para tratar de justificar la decisión de Washington de aumentar las restricciones en la emisión de visado a funcionarios gubernamentales cubanos y de terceros países relacionados con estos programas solidarios.
La vicetitular del Minrex Josefina Vidal calificó de desfachatez la medida estadounidense y enfatizó que a Marco Rubio no le interesa para nada el bienestar y la salud del pueblo cubano ni la de millones de personas en el mundo, a los que pretende privar de servicios médicos básicos en su afán enfermizo de castigar a Cuba.
La subdirectora de la Dirección General de Estados Unidos de la cancillería de la Isla, Johana Tablada de la Torre, desmontó la retórica imperial al asegurar que los programas médicos de Cuba en el mundo se ajustan a los esquemas de Naciones Unidas para la cooperación Sur-Sur.
Tablada de la Torre ratificó que en los programas de cooperación médica internacional de Cuba no concurren ninguna de las características que definen una operación de explotación o trata de personas.
Desde que en el pasado mes de enero Donald Trump asumió por segunda vez la presidencia de Estados Unidos dejó clara sus pretensiones de reforzar al máximo el bloqueo económico, comercial y financiero que su país aplica a Cuba hace más de 60 años.
En su primer paquete de decisiones ejecutivas, Trump incluyó la reincorporación de la Isla a la espuria lista de países supuestamente patrocinadores del terrorismo, sin mostrar siquiera un argumento que justificara semejante hostilidad.
«Humanismo castigado, guerra respaldada: La incoherencia de EE. UU.»
Cuba por Siempre
Estados Unidos ha intensificado su política hostil hacia Cuba al anunciar una ampliación de las restricciones de visados que ahora abarcan a quienes participen en los acuerdos de cooperación médica internacional de la isla. La medida, presentada por el secretario de Estado Marco Rubio, suspende la emisión de visados a funcionarios gubernamentales cubanos, y a ciudadanos de terceros países etiquetados como “supuestos cómplices” y responsables de estas misiones médicas.
Este paso, que busca intimidar a naciones interesadas en mejorar los servicios de salud de los más vulnerables mediante la colaboración médica con Cuba, constituye la séptima agresión contra la nación caribeña en un mes.
La decisión responde más a la agenda personal de Rubio que a los intereses generales del gobierno estadounidense, evidenciando la libertad de acción que le otorgó Donald Trump para actuar contra Cuba. Esta política pone de manifiesto un doble rasero flagrante: mientras EE. UU. castiga a Cuba por sus programas médicos, acusándolos de exportar “mano de obra explotada”, sigue enviando bombas a Israel y apoya proyectos que pretenden transformar la Franja de Gaza en un resort de lujo, ignorando las devastadoras consecuencias humanitarias de sus acciones en esa región.
La administración estadounidense sostiene que las misiones médicas cubanas promueven “esclavitud moderna” y “trata de personas”, una narrativa impulsada durante el primer mandato de Trump para desacreditar el prestigio de estos programas. Sin embargo, en ese mismo periodo, marcado por la pandemia de COVID-19, 58 brigadas médicas cubanas trabajaron en 42 países de Europa, América, África, Asia y Oceanía, atendiendo a millones de personas en la lucha contra el virus.
Mientras Rubio y sus aliados anticubanos justifican estas medidas como una defensa de los derechos humanos, el respaldo de EE. UU. a acciones militares en Gaza revela una profunda incoherencia. Los fondos de los contribuyentes estadounidenses se destinan a financiar armamento para Israel, contribuyendo a una crisis humanitaria, al tiempo que se persigue a Cuba por su labor solidaria.
La persecución de los programas médicos cubanos comenzó en América Latina, donde la presión de EE.UU. forzó la interrupción de estas iniciativas en Brasil, Ecuador y Bolivia. La ampliación de las restricciones de visados refuerza esta estrategia, enviando un mensaje claro a cualquier país que contemple cooperar con Cuba en el ámbito sanitario. Sin embargo, el impacto va más allá de la política: millones de personas en todo el mundo, especialmente en naciones pobres que dependen de la solidaridad médica cubana, podrían perder acceso a atención vital debido a estas medidas.
Este doble estándar es otra evidencia de la cuestionada política exterior estadounidense, que dice preocuparse por los derechos humanos de los cubanos mientras respalda la devastación, el desplazamiento forzado y el sufrimiento del pueblo palestino.