José Luis Méndez Méndez
Razones de Cuba
El emergente adecentador de la heredará administración de los demócratas, Elon Musk, tiene en carpeta las invisibles y inaudibles radio y televisión Martí, engendros de la pasada época de Ronald Reagan, que desde entonces ni se ve ni se oye en Cuba, con un precario rating de sintonía, pero que sí ha malversado cientos de miles de dólares de los contribuyentes estadounidenses con las implicaciones de las proscritas USAID y NED, agencias encargadas de subvertir el orden en diversos países, según las afirmaciones del Departamento de Eficiencia Gubernamental, entidad que ha descubierto que millones de ciudadanos estadounidenses eran beneficiados de la seguridad social de Estados Unidos, a una edad superior a los 150 años, como ejemplo de hasta donde ser desviaban los fondos públicos.
Si un proyecto ha sido vitrina de cómo desaparecer partidas gubernamentales de sucesivas administraciones, es la creación obcecada de imponer a los radio y tele escuchas cubanos una programación ajena a la realidad que se ha vivido en la Isla, pareciera que con solo repetir hasta el cansancio frases como. “el régimen cubano”, “la dictadura de los Castros” y otros epítetos similares son suficientes para instalar en la mente de los hipotéticos seguidores una matriz de opinión, fabricada por seudo corresponsales que viven de los magros envíos de fondos e Miami, en cuya ciudad se quedan el fondo federal para el próspero y jugoso negocio de la contrarrevolución. Por lo general los fraudes han sido malversar fondos, por medio de nóminas inflamas de guionistas fantasmas; nepotismos recurrentes de figuras de la emigración cubana; la influencia maléfica de la Fundación Nacional Cubano Americana, omnipresente en sus turbios manejos, incluso insertada en la junta de administración de las transmisiones. Sucesivas auditorias han diagnosticado “mal periodismo y propaganda ineficaz”, en los tiempos del fiscalizador administrativo Musk, pareciera que a este tipo de emporio de falsedades le ha llegado su fin.
No ha bastado el escrutinio federal, se ha contratado los servicios escrupulosos, ajenos de toda duda, de la Agencia de Estados Unidos para Medios Globales (USAGM), que supervisa las transmisiones internacionales financiadas por los incautos contribuyentes estadounidenses. Se ha ordenado auditar a la dudosa Oficina de Transmisiones a Cuba (OCB), por el fiasco de generar contenido antisemita sobre el filántropo multimillonario George Soros, un personaje alejado de ser simpatizante de la Revolución cubana.
En los resultados de la intervención a la OCB, fue recurrente un “patrón de periodismo poco ético, no profesio0nal o de calidad inferior”.
Los cinco expertos convocados, arribaron a la conclusión unánime de que las malas practicas en OCB (radio, televisión y página digital) era parcial, no proporcionaba un balance informativo y se priorizaba la defensa estridente de las causas disidentes de la línea dura anti cubana. Era en esencia un medio de ataque al gobierno cubano con fondos destinados a otros fines, incluso su contenido carecía de exigencias mediáticas era un “martilleo constante, con estilo antiguo”, estaba ausente de proporcionar una información equilibrada, “las normas de objetividad bien establecidas en favor de tácticas de comunicación” no son respetadas.
La criticada OCB, fue concebida para fiscalizar a Radio Martí, creada en 1985 y TV Martí, que surgió cinco años después, con un presupuesto federal de 29 millones de dólares en sus inicios, con un incremento ascendente en años posteriores, apenas llaga a menos del 10 por ciento de la población cubana, que intermitente recibe sus señales, pero menos del 3 % de los escuchas, siguen sus diatribas y mensajes. Es una aberración, que no se ve ni se escucha, pero dilapida el patrimonio del contribuyente. Musk, tiene la palabra.