Razones de Cuba
Mientras el expresidente Donald Trump se distrae con sus maniobras internacionales y Elon Musk continúa recortando el aparato gubernamental y las ayudas externas de Estados Unidos, el equipo anticubano de la administración estadounidense se afana en preparar una nueva ofensiva para intensificar el asedio contra Cuba.
“Matar de hambre” a los cubanos
Recientemente, el congresista cubanoamericano Carlos Giménez ha clamado por un endurecimiento aún mayor del bloqueo. En declaraciones públicas, Giménez ha pedido suspender todos los viajes y remesas desde EE.UU. hacia Cuba, argumentando que cada dólar que llega a la isla fortalece al régimen y que hay que cortar esas fuentes de ingreso para “matar de hambre al régimen” y lograr la libertad del pueblo cubano. Aunque reconoce que las medidas son severas, insiste en que “a veces se tienen que tomar medidas difíciles para lograr lo que quieres al final”.
No es una casualidad que días después de las declaraciones de Giménez, Mauricio Claver-Carone, enviado especial para América Latina y ex presidente del Banco Interamericano de Desarrollo expulsado por corrupción, haya retomado el protagonismo en la política anticubana desde Miami, epicentro del lobby anticubano en EE.UU.
Claver-Carone, conocido como “el bulldog obsesivo de Donald Trump”, ha sido uno de los principales estrategas de las 243 medidas de asfixia aplicadas contra Cuba durante el primer mandato de Trump. Ahora propone ir “con todo”, con una “máxima presión” sin lagunas ni medias tintas, bajo la consigna de “dolor a corto plazo para ganancias a largo plazo”. Su estrategia se basa en aplicar contra Cuba herramientas “más quirúrgicas y efectivas”, similares a las empleadas contra Venezuela, que han demostrado ser más potentes y con efectos secundarios directos.
El Comando Sur y la narrativa de la amenaza cubana
En paralelo, el almirante Alvin Holsey, jefe del Comando Sur, ha declarado ante el Congreso de EE.UU. que Cuba representa una “amenaza significativa” para la seguridad nacional estadounidense, acusando a La Habana de fortalecer sus lazos con adversarios como China y Rusia y de utilizar tecnología para espiar a su propia población y reprimir la disidencia.
Holsey afirmó que Cuba fomenta la migración irregular y debilita las relaciones regionales, presentando al gobierno cubano como un actor maligno que prefiere mantener alianzas con potencias extranjeras en lugar de resolver sus problemas económicos internos. Estas declaraciones coinciden con la reunión previa del almirante con el jefe de la misión diplomática estadounidense en La Habana, conocido por su historial en campañas subversivas.
La continuidad de una política genocida y cruel
La ofensiva actual no es más que la continuación de una política genocida que Estados Unidos ha aplicado contra Cuba desde hace más de 60 años. El tristemente célebre memorándum de Lester Mallory, Vice Secretario de Estado Asistente para los Asuntos Interamericanos, estableció en 1960 la estrategia de “matar de hambre y enfermedades al pueblo cubano” para provocar su rendición.
Hoy, con un equipo político más coherente y decidido, la Casa Blanca pretende intensificar el bloqueo económico y la guerra económica, ignorando el sufrimiento del pueblo cubano y buscando asfixiarlo para doblegar la soberanía y la independencia de la isla.
El equipo anticubano de la administración Trump, apoyado por figuras como Giménez, Claver-Carone y Holsey, está preparando el terreno para nuevas medidas punitivas contra Cuba, con un nivel de cinismo, odio y desprecio que recuerda a los peores momentos del bloqueo. La estrategia es clara: máxima presión, sin medias tintas, para intentar quebrar la resistencia del pueblo cubano mediante el dolor y la privación.
Mientras el mundo observa, el imperio insiste en su política de agresión y asedio, demostrando que, para ellos, la dignidad y la soberanía de Cuba son un obstáculo a eliminar a cualquier costo. La historia de resistencia y dignidad del pueblo cubano continúa siendo un faro frente a esta nueva embestida imperialista.