Ronal Suárez Ramos - Granma.- Son hombres y mujeres que perdieron sus nombres y apellidos: a todos se les conoce, simplemente, como "los amarillos", dado el color del uniforme que usan, pero de lo que nadie duda es de su contribución a paliar un problema tan acuciante como el déficit de transporte de pasajeros. El tema no resulta nuevo en una provincia como ésta, pionera en implantar tal solución, en el año 1992. Desde entonces ha pasado por distintos momentos hasta hoy, cuando de una parte la exigencia y de otra la conciencia, consiguen mejores resultados.

CIFRAS PARA RESPETAR

De las dimensiones del problema creado con la llegada del Periodo Especial (PE), hablan las estadísticas: en el año 1989 existían en toda la provincia 242 rutas de ómnibus, que daban 2,1 millones de viajes y trasladaban a más de 122,5 millones de personas.

Con las restricciones en medios de transporte, piezas de repuesto y combustible, ocasionadas por el PE, las rutas se redujeron a 120 y hoy funcionan solo 76, mientras la cifra de pasajeros transportados descendió a poco más de 11,1 millones el pasado año. Entre tanto, la vida seguía igual: miles de personas debían viajar a sus centros de trabajo, a consultarse con un especialista en alguno de los hospitales, o a recibir otro servicio.
Y aunque siempre hubo conductores de vehículos estatales que se solidarizaban con quienes aguardaban en alguna parada, otros continuaban viaje sin mirar siquiera a los que esperaban.
Surgió entonces la Resolución 435 del 2002 del Ministerio de Transporte, que establece la obligatoriedad para todos los carros estatales, de detenerse en los puntos de recogida y completar sus capacidades.
La dirección del país da pasos en la recuperación de este servicio, tal como se informó en la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, aunque se sabe que todavía tardará un tiempo considerable generalizarlo a todas las provincias y municipios.
Medidas de control y exigencia aplicadas por las autoridades del territorio pinareño, tanto a los choferes como a sus superiores cuando se comprueba complacencia con la violación de lo establecido, propician un incremento en la recogida de pasajeros en los últimos meses. Ello se nota en las paradas aligeradas, salvo en momentos pico y días feriados, cuando el transporte estatal que circula resulta insuficiente.

NO TODO ES COLOR DE ROSA
Pero no todo es color de rosa, todavía hay conductores que evaden al "amarillo", aunque para ello tengan que dar la vuelta por una ruta más larga, con el consiguiente aumento del gasto de combustible; otros se apresuran a cubrir las plazas del carro antes de llegar al punto de recogida, o mienten al inspector sobre el destino del viaje.
"Yo trato de llenar el vehículo antes, pues me da la posibilidad de escoger la compañía. En el punto tengo que aceptar a quien me monten y una vez tuve que cargar con un borracho que estuvo a punto de buscarme un problema", confesó un chofer que pidió el anonimato.
"A veces la gente que sube al auto lleva cajas, sacos y otros objetos que te dañan los asientos. En una ocasión, en viaje hacia La Habana, en el puente de Candelaria me subieron a un hombre que llevaba como tres bultos de subproductos de carne congelados. Al bajarse me dejó un reguero de agua sanguinolenta con tremenda fetidez", comenta otro.
Estos aducen un pretexto razonable; existen también los que solo paran a la señal del billete. Ello puede apreciarse en los portales del Museo de Ciencias Naturales y el tramo hasta la Universidad Hermanos Saíz, donde el dinero en mano resta capacidades al Punto ubicado 100 metros más adentrado en la autopista.
"Los carros están parando más desde que se están aplicando medidas a los incumplidores de las indicaciones: incluso hay momentos en que no tenemos pasajeros para cubrir la oferta de transportación", asegura Orlando Rodríguez, inspector de larga experiencia, que atiende uno de los puntos que conducen al hospital Abel Santamaría.
Según él, ha llegado a embarcar hasta 1 000 personas en un día; hay choferes que paran y piden pasaje espontáneamente, pero otros se desvían por la intersección anterior para no recoger a nadie. Me mostró a varios que así lo hicieron mientras conversábamos, aunque considera que son cada vez menos.

CONTROL Y EXIGENCIA
De acuerdo con los registros, durante el pasado año se movieron por esta alternativa 13,5 millones de pasajeros, cifra que supera en más de dos millones a los transportados por ómnibus del servicio público.
A partir de enero último, tras analizarse el tema en el Pleno del Comité Provincial del Partido, funciona un puesto de dirección que se reúne semanalmente para examinar la marcha de la tarea, establecer las coordinaciones pertinentes, y tomar medidas con los violadores de la Resolución 435.
Los reportes de los 105 puntos de recogida, indican que como promedio el 96% de los vehículos se detiene ante la señal del inspector. ¿Y los restantes?
Juan A. Gutiérrez, subdirector de operaciones de la Empresa Provincial de Transporte, no tarda en responder: "Son reportados, y a los reincidentes se les aplica alguna medida disciplinaria. En ello participan todas las direcciones administrativas, con una alta comprensión.
En el primer trimestre se analizó a 284 violadores de las disposiciones vigentes: 70 de ellos recibieron amonestaciones; 50, descuentos salariales; igual cifra cambió de puesto de trabajo, y 13 fueron separados definitivamente de las entidades donde laboraban. Los demás están en proceso.
Nuevas coordinaciones se han establecido con los organismos que disponen de ómnibus, incluidos los dedicados a la transportación de escolares, para que recojan pasajeros en sus viajes de retorno. Gutiérrez asegura que las cifras tienden a incrementarse.

QUE PRIME LA SOLIDARIDAD
Son muchas las aristas de esta problemática que aún quedan por abordar. Entre ellas los precios establecidos nacionalmente, que no tienen en cuenta la distancia a recorrer. De tal suerte, se puede viajar cómodamente en un automóvil, desde la ciudad pinareña hasta la Habana, por solo tres pesos.
Ello facilita que muchos pasajeros anuncien ese destino, cuando realmente se quedarán a mitad de camino, quitándoles a otros la posibilidad de viajar hasta la capital, por solo citar un ejemplo.
A resolver una situación tan agobiante, o por lo menos hacerla más llevadera, tenemos que contribuir todos, con una alta dosis de solidaridad, esa misma que estamos prestos a brindar a cualquier pueblo del mundo que la solicite.
No dudo que en esta interacción choferes-pasajeros se haya profundizado la conciencia de los que van al volante, sobre la utilidad de su gesto. Al menos uno de los contactados para este trabajo periodístico, así lo confesó:
"Yo era de los que no entendía por qué transportar pasajeros en un carro que tiene otras funciones, hasta el día que recogí a un hombre que iba para el hospital, y me contó que estaba desesperado por llegar, pues tenía un hijo en estado muy grave, y pensé en cuántos con problemas similares dejamos todos los días en alguna parada".
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